AMBIENTE: Banco Mundial apoya tóxica incineración de residuos

El Banco Mundial promueve en países pobres proyectos de incineración de residuos, práctica que contraviene leyes internacionales, advirtió este miércoles una alianza de 375 organizaciones ambientalistas y de defensa de la salud.

El Grupo del Banco Mundial financió o recomendó desde 1993, en 68 países, la financiación de al menos 156 proyectos de manejo de residuos que incluyen la incineración, según la coalición Cuidado de la Salud Sin Daños, radicada en Washington, y la Alianza Mundial Antiincineradores (GAIA), con sede en Manila.

Precisamente en 1993, la gubernamental Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos identificó los incineradores de basura como la primera fuente de contaminación atmosférica con dioxina y mercurio, sustancias ambas muy tóxicas para la salud humana.

Veintiséis proyectos que incluían la quema de basura fueron objeto del respaldo del Grupo del Banco Mundial desde 2001, añade el informe.

”Es escandaloso que una institución intergubernamental como el Banco Mundial utilice el dinero del público para destruir la salud humana. El Banco debe dejar de inmediato de financiar la incineración”, dijo el coordinador de GAIA en Manila, Von Hernández.

El informe titulado ”Financiando tecnología contaminante: el Banco Mundial y la incineración” fue difundido este miércoles, en las vísperas de la reunión anual del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), este sábado y el domingo en Washington.

El informe, basado sobre el análisis de documentos emitidos por el propio Banco Mundial, acusa a la institución de promover en los países pobres una tecnología cuestionada, e incluso prohibida, en países industrializados.

De 156 proyectos respaldados por el Banco Mundial que incluían la incineración de residuos, esta práctica constituía el objetivo principal en tres casos (en Singapur, Mauricio y Corea del Sur). En el resto, la incineración era un aspecto secundario o menor.

La mitad de los proyectos se ubican en Africa —con 12 sólo en Kenia—, 22 por ciento en el área de Asia y el Pacífico, 19 por ciento en América Latina y el Caribe y 10 por ciento en Europa.

La mitad se concentran en apenas 12 países: Kenia, Brasil, Turquía, India, Zimbabwe, Tanzania, México, Argentina, Corea del Sur, Zambia, China y Nigeria. El incinerador de Singapur podría quemar tanto como la suma de todos los restantes financiados por el banco.

La incineración de residuos industriales, hospitalarios y municipales se ha transformado en los últimos años en un asunto cada vez más cuestionado por ambientalistas y médicos.

Esta práctica origina grandes cantidades de residuos gaseosos, sólidos y líquidos, con frecuencia contaminados con sustancias tóxicas como metales pesados, dioxina, furano y otros materiales denominados contaminantes orgánicos persistentes.

La dioxina es particularmente peligrosa. Causa una amplia gama de daños a la salud, entre ellos cáncer, inmunodeficiencias y problemas reproductivos y de crecimiento.

Esta sustancia también se acumula, sin descomponerse, en los tejidos grasos de organismos vivos incorporados a la cadena alimentaria, como pescado, huevos y productos lácteos.

Los gobiernos reconocen cada vez más el peligro que implica la producción de contaminantes orgánicos persistentes.

La Convención de Estocolmo, aprobada en el marco de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el año pasado, obliga a los países a reducir su producción de las más toxicas de estas sustancias, en especial dioxinas y furanos, rumbo a la prohibición total de 23.

Ese mismo tratado internacional identifica la incineración de residuos como una de las principales fuentes de emisión de esas sustancias a la atmósfera.

Nuevos avances tecnológicos lograron mitigar, aunque no eliminar, la contaminación atmosférica causada por los incineradores en los países ricos, pero el costo de estas tecnologías las hace inaccesibles para el mundo pobre, ya asolado por graves problemas de salud pública, según el informe.

Los países pobres carecen además, de regulaciones ambientales y de sistemas de salud pública consolidados que garanticen una reducción de las emisiones tóxicas.

La separación de los residuos hospitalarios infecciosos de los inocuos, similares a los municipales en general, es un mecanismo libre de costo y eficaz de reducir los perjuicios de la incineración, según el documento emitido este miércoles.

El reciclaje y la elaboración de compost (humus artificial) son otros mecanismos de reducción de los residuos municipales. En cuanto a los residuos industriales, el informe considera que lo mejor es la prevención, a través de la reducción o eliminación de insumos cuya combustión sería peligrosa.

Se prevé que diversas organizaciones no gubernamentales realicen protestas el fin de semana en Washington para exigir reformas a la política crediticia del FMI y del Banco Mundial, a la que atribuyen el impulso de la deforestación tropical y de las privatizaciones. (FIN/IPS/tra-eng/jl/ml/mj/en he/02

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