SUDAN: Otro difícil capítulo del diálogo de paz

Representantes del gobierno sudanés y el insurgente Ejercito de Liberación Popular de Sudán (SPLA) discutirán en las próximas cinco semanas en Machakos, Kenia, cómo poner fin a la guerra civil que mató a dos millones de personas en 19 años.

Ambas partes confían en que avanzarán a partir del éxito del Protocolo de Machakos, acuerdo patrocinado por los países de Africa oriental firmado el mes pasado en esa ciudad keniata y que prevé como posibilidad la independencia del sur de Sudán.

El gobierno Sudán accedió en el acuerdo a convocar un referéndum sobre la autodeterminación en el sur de Sudán luego de un periodo de transición de seis años, así como a no imponer la ley islámica (shariá) en la zona, donde los musulmanes son minoría.

La autonomía y la libertad religiosa son dos de las principales razones por las que el SPLA se levantó en armas en 1983 contra el gobierno, controlado por pobladores del norte de ascendencia árabe, para independizar el sur del país, de mayoría cristiana y animista.

Setenta por ciento de los habitantes de Sudán son musulmanes, mientras la cuarta parte practican religiones tradicionales africanas y cinco por ciento son cristianos. Los negros constituyen 52 por ciento de la población, y los árabes, 39 por ciento.

Las negociaciones se realizan bajo el patrocinio de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), que reúne a Djibouti, Eritrea, Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán y Uganda. También participan como observadores representantes de Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia y Noruega.

El conflicto está lejos de haberse solucionado tras el fin de la primera ronda de diálogo el 20 de julio. Uno de los problemas más críticos en la ronda iniciada el lunes es qué sucederá con las fuerzas armadas regulares durante los seis años de transición.

El SPLA pretende que todas las fuerzas del gobierno sean retiradas del sur, pero Jartum es reticente a ello.

”Esto es algo completamente inaceptable para el gobierno, que teme una secesión de facto si retira sus tropas”, dijo el activista John Prendergast, del no gubernamental Grupo Internacional de Crisis.

”Pero mantener las fuerzas del gobierno allí, aun si permanecen desarmadas y estacionadas, será una fuente de humillación para la población local, un recordatorio de décadas de humillación”, agregó Prendergast.

El gobierno islámico deberá ahora hacer todo a su alcance para persuadir a los habitantes del sur de que la unidad nacional es la mejor opción para el futuro, con el fin de evitar la derrota en el futuro referéndum.

Si Jartum deja de lado las preocupaciones de seguridad y retira sus fuerzas, habrá avanzado un largo trecho en ese sentido, según observadores.

También en la agenda está el reparto de la riqueza y el poder. Tanto el gobierno como los rebeldes aspiran a controlar los yacimientos petrolíferos descubiertos hace poco en la conflictiva zona. Sudán comenzó a exportar petróleo en 1999.

”El petróleo es una cuestión relativamente reciente en comparación con otras. Ambas partes confían en encontrar una fórmula aceptable y el lenguaje apropiado, y creo que va a ser fácil”, sostuvo Prendergast.

Otro asunto importante es el cese del fuego. El gobierno pretende que los combates se detengan de inmediato, pero el SPLA afirmó durante mucho tiempo que no abandonarían las armas hasta alcanzar un acuerdo total.

El presidente sudanés Omar al Bashir manifestó antes de la apertura de las conversaciones ”el total compromiso del gobierno a acabar con las operaciones militares en todos los frentes para crear un clima estable y conducente hacia el logro de la paz”.

No se espera un avance significativo al respecto, pues el SPLA está dispuesto a mantener la presión militar mientras insiste en que no sería posible un cese del fuego sin un acuerdo total.

Pero las conversaciones también permitirán a ambas partes afinar acuerdos ya alcanzados, entre ellos los mecanismos del referéndum.

En cuanto al problema del vínculo entre Estado y religión, el gobierno y el SPLA deberán ponerse de acuerdo si alguna religión será, de algún modo, fuente de derecho.

Pocos días antes de la reanudación de las negociaciones, el gobierno y el SPLA intercambiaban acusaciones en torno de los combates en la localidad de Lafon, a 200 kilómetros de la frontera con Uganda.

Los combates fueron ”completamente innecesarios en momentos en que participamos en esta ronda de negociaciones”, dijo el diplomático sudanés Mohamed Dirdeiry.

Muchos habitantes de Lafon fueron muertos en bombardeos del SPLA, en violación del acuerdo, sostuvo Dirdeiry.

Pero el líder del SPLA, George Garang, aseguró que ”no hay civiles en Lafon” porque ”el gobierno los expulsó a todos”.

”Y si el gobierno respeta los acuersos, ¿por qué bombardea el Alto Nilo? ¿Por qué los helicópteros artillados tratan de desplazar a la población de Tiam? ¿Por qué bombardean a los civiles de Koech?”, preguntó Garang.

Dadas las suspicacias, el papel de los mediadores internacionales es crucial. (FIN/IPS/tra-eng/ks/mn/mj/ip/02

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