ISRAEL-PALESTINA: Arabes de Jerusalén en la encrucijada

El barrio de Silwan, en Jerusalén oriental, parecía al margen del conflicto palestino-israelí hasta la detención de tres árabes de la zona que, según las autoridades israelíes, cometieron varios atentados contra objetivos civiles.

”Nadie podría imaginarse que estaba involucrado en atentados”, dijo el sobrino del supuesto líder del grupo, Mohammed Odeh, de 29 años.

Los servicios de seguridad afirman que Odeh integraba una célula de cinco militantes del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), a la que acusa de una serie de atentados cometidos desde marzo. En el último, el 31 de julio en la Universidad Hebrea, murieron nueve personas.

Cuatro de los cinco detenidos el 17 de este mes residían en Jerusalén oriental, la zona de mayoría árabe de la ciudad bajo control israelí. Tres de ellos vivían en Silwan. Odeh trabajó como pintor en la Universidad Hebrea.

El servicio de inteligencia israelí Shin Bet aseguró que, cuando fueron capturados, los detenidos ya habían instalado una bomba y se disponían a detonarla.

Los palestinos del barrio están preocupados. ”Esto será muy malo para todos nosotros”, dijo ante un grupo de amigos reunidos en una panadería el ex policía Abú Murad, de 57 años.

Algunos simpatizantes del ala más derechista del gobierno de Ariel Sharon pretenden despojar a los sospechosos sus derechos de residencia en Jerusalén y demoler la vivienda de sus familias. La mayoría de los árabes de Jerusalén oriental no son ciudadanos de Israel ni desean serlo.

Los israelíes están sacudidos por la noticia de que en Jerusalén oriental estuviera radicada una supuesta célula de Hamás. Los árabes residentes en la ciudad habían estado al margen de la intifada (rebelión popular contra la ocupación israelí) que se desarrolla desde septiembre de 2000 en Cisjordania y Gaza.

Las detenciones dejaron sin efecto esa imagen de relativa calma.

Israel se anexó la zona oriental de Jerusalén luego de conquistar Cisjordania, en la guerra de los Seis Días (1967), y declaró formalmente que la ciudad es su capital ”eterna e indivisible”, a pesar de que, según resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas, se trata de territorio ocupado.

En el pasado hubo propuestas de dividir la ciudad en una zona de soberanía israelí y otra palestina cuando se constituya un estado palestino en Cisjordania y Gaza. El alcalde Ehud Olmert, del derechista partido Likud, rechaza la idea.

”Hablar siquiera de eso es jugar el juego de los extremistas. Ellos cometen sus ataques con esa idea, exactamente”, afirmó Olmert. Para el alcalde, Jerusalén oriental no estaba tan calmada como parecía, pero pidió a la población, de todos modos, que se abstuviera de tomar represalias contra la población árabe.

En cambio, el izquierdista Teddy Kollek, el alcalde izquierdista que administró la ciudad durante el proceso de reunificación, dijo que, por más doloroso que parezca, no existe más opción a que Jerusalén sea compartida por israelíes y palestinos.

”Ellos han estado aquí muchísimos años y sienten que la ciudad es suya”, dijo Kollek, hoy de 91 años.

Los árabes que viven en Jerusalén tienen documentos de identidad israelíes, al contrario de lo que sucede con los residentes en Cisjordania y Gaza.

Para la mayoría de los palestinos, la ciudad nunca estuvo unida. ”Nosotros pagamos impuestos igual que los habitantes de la zona occidental, pero no recibimos nada a cambio. A esto se le llama Jerusalén…”, ironizó, señalando la suciedad acumulada en las calles de Silwan.

Muchos de los palestinos residentes en Jerusalén oriental trabajan en la zona occidental, mayoritariamente judía, o en cualquier lugar de Israel, pues no sufren las limitaciones de tránsito que los radicados en Cisjordania y Gaza.

Además, gozan de los mismos beneficios sociales que los israelíes, pero no del derecho al pasaporte israelí ni al voto, a diferencia de otros árabes que sí se consideran ciudadanos del Estado judío.

De cualquier manera, tienen mejor calidad de vida que los palestinos de los territorios ocupados. El gobierno israelí suponía que eso desalentaría su participación en la intifada.

Pero eso no ocurrió así. ”Después de ver los asesinatos, la destrucción y todo lo que los israelíes hicieron en esta intifada, no queremos ninguna relación con ellos. Los odiamos”, manifestó Imad Muna, dueño de una librería en Jerusalén oriental.

Antes, ”cuando veíamos cómo el presidente palestino Yasser Arafat y sus hombres gobernaban Cisjordania y Gaza, muchos de nosotros no teníamos ganas de ser parte de eso” y ”quizás una mayoría quería quedarse en Israel”, afirmó Muna.

El librero palestino también niega que Jeruasalén sea una ciudad unida. ”Cuando alguien me envía libros desde Tel Aviv, el transportista me llama desde Jerusalén occidental para que yo vaya a buscarlos. Tienen miedo de venir aquí”, dijo.

La policía siempre detiene y registra el automóvil de Muna cuando éste se dirige a Jerusalén occidental. ”Lo entiendo, por todos los atentados suicidas. Pero hoy es mucho más fácil para un palestino estar en Tel Aviv, donde hay menos controles, que en Jerusalén occidental”, aseguró.

Nabil Feidy, que trabaja como operador del mercado de cambios, pone en tela de juicio las ventajas de residir en Jerusalén oriental. ”Nadie viene aquí ahora, ni turistas, ni israelíes, y al impedirse el ingreso de los residentes de Cisjordania se nos corta nuestra principal fuente de ingresos”, indicó.

”Debemos pagar impuestos muy altos, pero no recibimos mucho a cambio”, agregó.

El periodista Daoud Kuttab, también residente en Jerusalén oriental, afirmó que la mayoría de sus vecinos árabes se sienten más identificados con los palestinos en Cisjordania y Gaza que con los árabes que gozan de ciudadanía israelí.

Sin embargo, reconoció que la mejor situación económica ayuda a mantener la calma en la zona. ”Muchos están sólo interesados en el bolsillo y nadie quiere que la situación llegue al deterioro que hoy se sufre en Cisjordania”, afirmó Kuttab.

Pero el periodista no está sorprendido de que las autoridades hayan detectado una célula de Hamás. ”El elemento religioso es muy fuerte en la vida política de la ciudad debido a que aquí están los lugares sagrados”, explicó.

Los residentes en Silwan están esperando nuevas reacciones israelíes. ”No me gusta la violencia, pero nunca habrá una solución aquí. La división de la ciudad o del país no es una respuesta. Todo esto nos pertenece a nosotros, los palestinos”, advirtió el ex policía Abú Murad. (FIN/IPS/tra-eng/fb/ss/mj/ip/02

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