ESTADOS UNIDOS: Halcones ven en China otra punta del eje del mal

El vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, pretende, junto con influyentes dirigentes conservadores, que el gobierno de George W. Bush endurezca aun más su posición ante China.

Este grupo de presión propone la entrega de más armas de tecnología avanzada a Taiwan —territorio al que China considera una provincia renegada—, un aumento de la presencia militar estadounidense en Asia oriental y la adopción de medidas de seguridad en conjunto con otros países de la región.

”A algunas figuras del gobierno les gustaría que China fuera declarada parte del 'eje del mal'” en que Bush concentra su ”guerra contra el terrorismo”, integrado por Corea del Norte, Irán e Iraq, sostuvo John Gershman, experto en asuntos chinos de la estadounidense Universidad de Princeton.

Las propuestas tuvieron eco esta semana en la revista conservadora Weekly Standard, dirigida por Gary Schmitt, director ejecutivo del Proyecto por un Nuevo Siglo Estadounidense, organización fundada, entre otros por Cheney y por el secretario (ministro) de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld.

La política exterior de la Casa Blanca ha coincidido con las exhortaciones del Weekly Standard a endurecer el vínculo con Iraq y conla Autoridad Nacional Palestina.

”La verdad es que Estados Unidos sólo puede postergar la competencia con China por un tiempo limitado, pero las ambiciones chinas la hacen inevitable”, escribió Schmitt, ex asesor del grupo republicano en el Congreso (legislativo).

”Por ese motivo, Washington debería sacar ventaja de la actual preocupación de Beijing por sus asuntos internos para endurecer nuestra mano en la región”, agregó.

Schmitt publicó su artículo en medio de modestas señales de mejoría de las relaciones entre Estados Unidos y China desde abril del año pasado, cuando un avión espía estadounidense fue obligado a aterrizar y su tripulación detenida por la fuerza aérea china.

La hábil gestión diplomática del secretario de Estado (canciller) Collin Powell para evitar un mayor enfrentamiento originó molestias al Proyecto por un Nuevo Siglo Estadounidense y al Weekly Standard.

No obstante, Washington suspendió, a insistencia de Rumsfeld, las relaciones militares con el Ejército Popular de Liberación chino. El vínculo no se recompuso con la reunión el mes pasado en Beijing entre un alto funcionario del Pentágono (Departamento de Defensa estadounidense), Peter Rodman, y el general chino Chi Haotian.

China ha evitado formular acusaciones públicas sobre la creciente presencia militar y política de Estados Unidos en Taiwan. Pero este silencio no significa aprobación de las últimas medidas de Washington, dijo el analista del Fondo Carnegie para la Paz Internacional Minxin Pei.

Beijing está alarmada por el retiro de Washington del Tratado de Misiles Antibalísticos de 1972, la incipiente instalación de un sistema nacional de defensa misilística, el estrechamiento de los lazos militares con India y la promesa de Bush de ayuda a Taiwan para su defensa.

En mayo, Washington vendió a Taipei armas y sistemas de vigilancia de última generación. El ministro de Defensa taiwanés Tang Yiau-ming se reunió en marzo con el secretario adjunto del Pentágono, Paul Wolfowitz, en Washington.

Los temores de Beijing ante la posición hegemónica mundial de Estados Unidos ”se acentuaron enormemente desde la llegada al poder de los conservadores”, dijo Minxin.

Después de los ataques del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington, China tuvo la esperanza de un acercamiento, pero ahora ”ve con desesperación que nadie quiere cooperar para atar las manos de Estados Unidos”, agregó el analista.

La preocupación de Beijing se concentra en la influencia de Rumsfeld y Wolfowitz en el gobierno.

El Pentágono se negó a intercambiar directamente información de inteligencia con el ejército chino para combatir el terrorismo, y dejó la tarea a la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Además, Rumsfeld prohibió al intérprete del Departamento de Estado concurrir a la reunión que mantuvo en mayo en el Pentágono con el vicepresidente chino Hu Jintao. Ese gesto fue considerado una bofetada a Powell, quien posee un enfoque más conciliador.

”Después de un periodo de gracia a partir del 11 de septiembre, y especialmente después de que los demócratas comenzaron a cuestionar la política exterior de Bush, los halcones creen que pueden comenzar a formular sus propias críticas”, dijo Gershman.

De todos modos, el Pentágono, con el respaldo de Cheney, ha logrado tomar con relativa libertad medidas contra Beijing, a pesar de la superficial y retórica mejoría de las relaciones bilaterales.

Pero estas maniobras se dispusieron en el contexto de la ”guerra contra el terrorismo” emprendida por Bush, y no de cuestiones directamente relacionadas con China.

”Han ganado la batalla para estrechar lazos con Taiwan, y procuran desplegar efectivos y entregar provisiones en Asia oriental, en especial en Filipinas”, sostuvo Gershman.

Además, ”están fortaleciendo los vínculos militares con India, que tienen poco o nada que ver con la red islámica Al Qaeda”, a la que se atribuyen los atentados del 11 de septiembre, ”y todo que ver con China”, agregó Gershman.

Pero para estos conservadores, ”la política del simbolismo es muy importante, y quieren escuchar a Bush decir que China es un competidor, como lo hizo durante la campaña presidencial”, afirmó. (FIN/IPS/tra-en/jl/aa/lp/mj/ip/02

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