CHINA: La gente ya no quiere pedalear

El creciente número de automóviles en la capital china crea graves problemas de tránsito en una ciudad que hace 20 años se caracterizaba por el predominio casi absoluto de las bicicletas, y todo indica que esto es sólo el comienzo.

El proceso se asocia con riesgos para el ambiente, ya que la contaminación de la atmósfera aumentaría en gran medida si los casi 1.300 millones de chinos poseyeran automóviles en proporción parecida a la registrada en los países industrializados de Occidente.

En la actualidad circulan más de un millón de automóviles por Beijing, que tiene más de 10 millones de habitantes, pero la aún escasa cantidad de esos vehículos tiende a aumentar con rapidez, debido a descenso de los precios, que aún son altos, aumento del ingreso por habitante y ansia de bienes asociados con el éxito.

”Llamémoslo el sueño chino. El deseo de poseer automóvil y casa es parte de la urgencia de cambiar nuestra vida para siempre y asemejarla a la de los estadounidenses”, dijo a IPS el agente de bienes raíces Liu Qinghe, quien maneja un Nissan Blue Bird de su firma y compró para su familia un sedán Chery local.

El gobierno estimula con propaganda la compra de automóviles y casas, para que el aumento de la demanda interna contribuya al desarrollo económico, y parte de esa campaña es el propio nombre del Chery en chino, Qirui (Muy Auspicioso).

Ese modelo, uno de los más baratos disponibles, cuesta de 10.600 a 14.000 dólares, más del ingreso total en cinco años de un beijingués promedio.

De todos modos, el consumo aumenta, y el año pasado se vendieron en el país 721.500 automóviles, 18 por ciento más que en 2000.

El ingreso del país a la Organización Mundial del Comercio (OMC) a fines del año pasado obligó a las autoridades a liberalizar la importación de nuevos modelos, que estaba acotada.

Seis nuevos modelos nacionales e importados, algunos de ellos con precios relativamente accesibles, fueron lanzados al mercado local desde enero, y la guerra de precios entre 120 fabricantes locales favorece a los consumidores.

”Obtener un permiso es la última moda en Beijing”, señaló el viceministro de Comercio Exterior y Cooperación Económica, Long Yongtu.

El incipiente mercado local atrae a grandes firmas internacionales, en especial tras el ingreso a la OMC, que también implica una rebaja de aranceles a la importación de automóviles.

Esos aranceles eran de 80 a 100 por ciento, en la actualidad son de 43 a 50 por ciento, y se prevé que disminuyan a 25 por ciento en 2006.

Los fabricantes de automóviles Ferrari y Lamborghini organizaron el fin de semana un desfile de sus costosos vehículos por el tercer anillo de Beijing, una de las principales avenidas de circunvalación, en el marco de la exposición China Auto 2002, la mayor realizada hasta ahora, que comenzó la semana pasada.

Esa exhibición, que durará ocho días, incluye unos 550 modelos, entre ellos los primeros lujosos Bentley, Lotus y Rolls Royce que se ven en el país.

Los organizadores esperan que asistan unas 400.000 personas, y las entradas cuestan 7,2 dólares, el ingreso diario promedio de un habitante de Beijing. Ese precio relativamente alto se fijó para atraer a potenciales compradores más que a simples curiosos.

Grandes compañías con sede en Estados Unidos, Francia y Japón buscan una porción del promisorio mercado chino, la mitad del cual corresponde en la actualidad a la alemana Volkswagen AG, que ha vendido 2,5 millones de automóviles en el país.

Volkswagen fabrica modelos Santana en la oriental ciudad de Shanghai, en asociación con la firma Shanghai Automotive Industry, y modelos Audi y Jetta en la nororiental ciudad de Changchun, en asociación con First Auto Works.

”El panorama en las carreteras es bastante aburrido, con pocos automóviles interesantes” debido al predominio de Volkswagen, dijo a IPS el conductor profesional Zhang Sheng, feliz poseedor de un Jetta.

Ferrari sólo ha vendido 70 unidades desde que se instaló en el país en 1997, y eso explica el impacto del desfile de modelos deportivos en Beijing.

Zhang Sheng, de 46 años de edad, dijo a IPS que no podía imaginarse cómo sería conducir uno de los lujosos vehículos que vio pasar.

”Los extranjeros compran automóviles como nosotros compramos bicicletas”, refunfuñó Zhang, quien trabajó duro y ahorró durante mucho tiempo para comprar su Jetta de segunda mano. (FIN/IPS/tra- eng/ab/ral/mp/dv if/02

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