INDIA-PAKISTAN: Listos para la cuarta guerra

Las hostilidades aumentan en la frontera entre India y Pakistán mientras los militares desplegados en el lugar se preparan para una guerra abierta y los residentes locales huyen hacia lugares más seguros.

Un nuevo atentado de presuntos radicales islámicos pakistaníes contra una base india en la disputada Cachemira y el anuncio de Pakistán del traslado de tropas desde la frontera con Afganistán hacia el límite con India agregaron leña al fuego este jueves.

El comandante de una unidad del ejército indio parece imperturbable por los disparos de mortero y artillería procedentes de Pakistán que hacen blanco a su alrededor, mientras almuerza y toma cerveza en su refugio subterráneo.

”Parece que el conflicto estallará pronto y estamos listos para ello”, dijo el oficial, estacionado cerca de la frontera en el sector de RS Pura, a unos 25 kilómetros de Jammu, la capital de invierno del estado de Jammu y Cachemira.

Más de un millón de soldados indios y pakistaníes y numerosos equipos militares están desplegados a lo largo de 2.000 kilómetros de frontera desde el glaciar de Siachen hasta el desierto del occidental estado indio de Rajastán.

La escalada militar comenzó luego del atentado suicida del 13 de diciembre contra el parlamento indio, que dejó 14 muertos y Nueva Delhi atribuyó a grupos terroristas respaldados por Pakistán.

Además, India acusó a su vecino y rival de haber organizado otro ataque suicida el 14 de este mes contra una base militar en Cachemira, el único estado indio de mayoría musulmana, que ya fue causa de dos de las tres guerras abiertas con Pakistán y de otra no declarada.

La tensión entre ambos rivales, que poseen armas nucleares, aumentó debido a un ataque con granadas iniciado en la noche del miércoles por dos presuntos guerrilleros islámicos contra un puesto de policía en la ciudad de Doda, unos 180 kilómetros al noreste de Jammu.

Los atacantes mataron a tres agentes indios pero posteriormente fueron abatidos por las fuerzas de seguridad.

Además, Pakistán anunció este jueves que trasladaría hacia la frontera con India tropas que se encuentran en el límite con Afganistán, donde ayudan a las fuerzas de Estados Unidos a buscar a miembros de los grupos fundamentalistas islámicos Al-Qaeda y Talibán.

Mientras, el canciller británico Jack Straw y otros altos funcionarios extranjeros realizan intensos esfuerzos diplomáticos para evitar una nueva guerra en Asia meridional, con alta probabilidad de transformarse en una conflagración nuclear.

Estados Unidos advirtió el miércoles que ”elementos irresponsables” terroristas podrían provocar un conflicto pese a los deseos de ambos gobiernos.

Previamente, Nueva Delhi había instado a Pakistán a demostrar sus deseos de paz tomando medidas urgentes y decididas para detener las infiltraciones de militantes en territorio indio, infiltraciones que Islamabad negó.

La permanente tensión entre los dos países vecinos se debe a Cachemira, el único estado indio de mayoría musulmana, al igual que la población pakistaní.

En 1947, Gran Bretaña dividió el subcontinente según grupos religiosos antes de abandonarlo, pero el gobernador hindú de Cachemira de aquel entonces decidió incorporar parte de la región a India.

Pakistán nunca aceptó esa decisión e insiste en que Nueva Delhi debe cumplir una resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que exige un referendo de autodeterminación en ese territorio.

India, por su parte, considera a Cachemira parte integrante del país, no sujeta a ninguna negociación internacional.

Grupos separatistas armados luchan desde 1989 por la autodeterminación de la parte india de Cachemira, en un conflicto que causó la muerte de 30.000 a 60.000 personas, según distintas fuentes.

Nueva Delhi acusa a Islamabad de ofrecer entrenamiento y armas a esos guerrilleros, pero Pakistán afirma que sólo les brinda ”apoyo moral y diplomático”.

”Deseamos castigar a Islamabad por haber alentado el terrorismo en Cachemira durante 13 años, siempre que los políticos de Delhi nos dejen”, declaró el oficial indio, que no quiso ser identificado, en su refugio subterráneo de RS Pura.

Por encima del bunker, decenas de soldados están apostados sobre sacos de arena, a la espera de movimiento enemigo.

”Es un juego del gato y el ratón. A veces ellos tienen suerte y otras veces la tenemos nosotros. Pero por el momento, nosotros tomamos la ofensiva”, agregó el comandante indio.

En las cercanías, piezas de artillería camufladas son aprontadas para bombardear la localidad pakistaní de Sialkot, apenas a 10 kilómetros de distancia.

Un movimiento de pinza lanzado desde R.S. Pura en la guerra de 1965 provocó la caída de Sialkot.

Además de las tres guerras abiertas que libraron desde 1947, India y Pakistán también mantuvieron un conflicto no declarado hace tres años en la zona montañosa de Kargil, una vez más por Cachemira.

En ese conflicto, que duró 11 semanas, murieron 1.200 soldados.

”Perderemos prestigio si luego de la escalada militar nos retiramos sin luchar. Daríamos la impresión a Pakistán y al mundo de que India sólo adopta una postura pero no actúa de acuerdo con ella”, opinó el comandante indio.

Pero otros oficiales creen que una nueva guerra sólo serviría para empobrecer más a los dos países surasiáticos.

”Necesitamos una ofensiva de paz, no de guerra”, declaró un oficial, y afirmó que los políticos tienden a tomar decisiones con ligereza en asuntos militares, sin medir las consecuencias.

Mientras, Manihari, una aldea india alguna vez próspera situada a unos 700 metros de la frontera con Pakistán y a 60 kilómetros de Jammu, en el sector de Sambha, quedó reducida a escombros el miércoles por un ataque de artillería y mortero que duró dos horas.

Montañas de trigo recién cosechado y quemado por el fuego de morteros quedaron en la aldea como mudos testigos del ataque, mientras prendas de vestir, utensilios y comida a medio cocinar abandonados entre los escombros sugieren una rápida salida de las 313 familias residentes.

”Dejamos todo y corrimos”, relató Kunjalal Sharma, el único brahmin (miembro de la casta religiosa superior de la sociedad hindú) en la aldea, habitada por trabajadores agrícolas dalits (miembros de la casta inferior).

Decenas de aldeas en los 70 kilómetros de frontera de los sectores de Sambha y Hira Nagar están vacías.

Unos 40.000 aldeanos huyeron a improvisados campamentos establecidos por las autoridades locales en localidades cercanas, fuera del alcance de la artillería pakistaní, informaron funcionarios.

”Nos hemos transformado en refugiados en nuestro propio país”, dijo Nandi Devi, una viuda de 80 años de la aldea de Panser, refugiada en el atestado campamento de Marheen, a 48 kilómetros de Jammu.

”El ejército debería castigar a Pakistán y poner fin a este conflicto transfronterizo que ha convertido nuestra vida en un infierno”, agregó. (FIN/IPS/tra-en/rb/rdr/ral/mlm/ip/02

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe