ENERGIA: El retorno del poder atómico

Ante la volatilidad del mercado petrolero, los países más ricos del mundo vuelcan su mirada a la energía nuclear. Grupos ambientalistas opuestos a las centrales atómicas consideran que son inseguras y peligrosas para la salud y el ambiente.

Pese a las apocalípticas advertencias de grupos ambientalistas, la energía nuclear no está en retirada, sino todo lo contrario.

Así lo demostró el reciente encuentro de ministros de Energía de los países más industrializados del planeta, quienes reafirmaron la importancia del poder atómico como alternativa ante la persistente inestabilidad del precio internacional del crudo y el constante aumento de la demanda energética.

Reunidos entre el 6 y 7 de mayo en Detroit, Estados Unidos, los ministros del Grupo de los Ocho —Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Gran Bretaña, Japón y Rusia— dijeron que el poder nuclear puede ayudar a resolver los problemas de crecimiento económico, seguridad energética y protección ambiental, ”siempre que se garantice seguridad y manejo de desechos óptimos”.

Las naciones del G-8 consumen 40 millones de barriles de petróleo por día y se estima que, en 20 años, su demanda energética crecerá en 33 por ciento.

El más entusiasta de los participantes en la reunión de Detroit fue el anfitrión, Spencer Abraham. El ministro de Energía de Estados Unidos calificó el poder nuclear como una fuente benigna con el medio ambiente.

”No presenta el riesgo de emisiones”, dijo, en referencia al uso intensivo de combustibles fósiles que liberan gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático.

Abraham anunció además que el gobierno del presidente George W. Bush estudia la elaboración de un programa nacional de ”fusión nuclear”, y apoya el proyecto internacional, denominado Reactor Termonuclear Experimental (ITER, por sus siglas en inglés), que involucra a Canadá, Japón, Rusia y Europa en el estudio del poder del átomo con fines pacíficos.

Los países del G-8 producen y consumen 72 por ciento de la energía nuclear del planeta. Actualmente, 20 por ciento de la electricidad en Estados Unidos es producida por plantas nucleares, mientras en Alemania y Japón ese porcentaje sube a 30 por ciento y en Francia a 80 por ciento.

En 2001, el selecto club de países ricos gastó 432.000 millones de dólares en investigación y desarrollo de tecnologías energéticas.

Para algunos sectores ambientalistas, sin embargo, el encuentro de Detroit fue ”una pérdida de tiempo”. Así lo dijo el portavoz de Greenpeace Internacional, Steven Guilbeault, quien aseguró que depender de la energía atómica no es la solución a los problemas causados por el uso excesivo de petróleo, carbón y gas.

Greenpeace y otros grupos afirman que la energía nuclear es insegura y representa peligros graves para la salud y el ambiente.

El accidente de la central nuclear de Chernobyl, Ucrania, en 1986, contaminó por lo menos a 20 naciones y liberó 300 veces más radiación que la bomba que Estados Unidos arrojó en 1945 sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.

Pero no fue el único. En 1957 se incendió el reactor de Windscale, en Gran Bretaña, y en 1979, un reactor de la central estadounidense de Three Mile Island estuvo muy cerca del colapso.

Organizaciones ambientalistas afirman que la reunión del G-8 no fue más que un nuevo paso del gobierno de Bush en la consecución de sus políticas contrarias al ambiente, dictadas por la industria energética que invirtió millones de dólares en la campaña electoral del mandatario.

Altos funcionarios de Washington, como el vicepresidente Dick Cheney, fueron ejecutivos de compañías de energía antes de sumarse al gobierno, mientras corporaciones como la quebrada Enron jugaron un papel crucial en la definición del plan energético de Bush, según informes de la prensa estadounidense.

Un estudio publicado en abril por el independiente Instituto para la Investigación en Energía y Ambiente (IEER) sostiene que Estados Unidos infringe la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que obliga a las naciones ricas a liderar la reducción de emisiones de gases invernadero.

Estados Unidos se retiró el año pasado de las negociaciones para poner en vigor el Protocolo de Kyoto, el instrumento internacional que establece metas obligatorias de reducción de gases invernadero para las naciones del Norte industrial.

”El plan (alternativo) del gobierno de Bush para abatir la 'intensidad' de los gases invernadero ni siquiera se acerca al cumplimiento de la convención”, sostuvo el director del IEER y coautor del estudio, Arjun Makhijani.

El científico y sus colegas criticaron así mismo el ”desconocimiento estadounidense” a las obligaciones asumidas en virtud del Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT).

”La Revisión de la Postura Nuclear (divulgada por Washington en enero) se mofa de los compromisos del NPT”, sostuvo el director ejecutivo del Comité de Abogados sobre Política Nuclear, John Boroughs.

”La apertura de opciones para utilizar armas nucleares, incluyendo ataques preventivos contra estados sin arsenal atómico, es contraria al compromiso de reducir el papel de las armas nucleares en la política de seguridad, adoptado hace menos de dos años”, agregó Boroughs.

Pero otros dentro del sector verde discrepan. James Lovelock, uno de los pioneros del movimiento ambientalista en las naciones industriales, apoya el uso de la energía atómica. ”Las centrales nucleares no son bombas” y no se justifican las preocupaciones ”casi patológicas” sobre su seguridad, ha dicho Lovelock.

Aunque la energía nuclear es ”potencialmente dañina” para las personas, su riesgo para el planeta es ”insignificante”, según el ambientalista.

”Los peligros de seguir quemando combustibles fósiles son mucho mayores y amenazan no sólo a las personas, sino a la civilización misma. Buena parte del primer mundo (Norte industrial) se comporta como el fumador compulsivo: estamos tan acostumbrados a quemar combustibles fósiles que ignoramos sus graves peligros a largo plazo”, concluyó.

*Publicado originalmente el 11 de mayo en la red de diarios latinoamericanos de Tierramérica (FIN/Tierramérica/hr/dcl/mal/02

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