El presidente venezolano Hugo Chávez se reconcilió con la jerarquía de la Iglesia Católica, un primer paso concreto de la política de rectificación que anunció al recobrar el gobierno tras perderlo por 48 horas hace dos semanas.
Chávez, por primera vez en sus tres años de gobierno, acudió el miércoles de noche a la sede de la Conferencia Episcopal Venezolana, al parecer para sellar la paz con los obispos, cuyo papel en la crisis institucional no pasó inadvertido.
De esa manera, el mandatario avanzó en la política de reconciliación y rectificación prometida el 14 de este mes, cuando recuperó la presidencia luego del golpe de Estado que impuso un gobierno de facto de dos días, encabezado por el empresario Pedro Carmona y apoyado por el alto mando militar.
La Iglesia Católica había sido blanco de fuertes críticas del gobierno. Los prelados son un tumor para la sociedad venezolana, afirmó Chávez en enero ante el propio el embajador del Vaticano en Caracas, cardenal André Dupuy, tras amenazar con eliminar los privilegios del clero.
Analistas políticos consideran ahora que la visita presidencial a la sede de la Conferencia Episcopal es una muestra concreta de los nuevos tiempos políticos en el país.
Chávez se reunió con el presidente de la Conferencia, cardenal Baltasar Porras, y con el secretario del cuerpo, monseñor José Luis Azuaje, y con el arzobispo de Caracas, Ignacio Velasco.
Para los obispos venezolanos, los puntos centrales del país son el diálogo y la paz y el respeto escrupuloso de los derechos humanos.
Por eso, los prelados le plantearon al gobierno la necesidad de investigar a fondo las muertes y las secuelas personales y materiales de los disturbios y saqueos ocurridos entre los días 11 y 14, así como establecer responsabilidades y sanciones.
Los enfrentamientos y la confusión desatada por la manifestación opositora que intentó llegar el jueves 11 hasta la sede del gobierno, donde se encontraban simpatizantes de Chávez, dejó un saldo de 14 personas muertas y más de 100 heridas.
Además, en los dos días de gobierno de facto de Carmona y el domingo 14, cuando Chávez retomó el gobierno, fallecieron otras 40 personas.
En ese marco, las autoridades consideran que se vivió una situación de vacío de poder, condimentado con posiciones diferentes en el interior de las Fuerzas Armadas, lo cual condujo a que cuerpos de seguridad y civiles armados actuaran sin ley.
La Conferencia Episcopal le planteó a Chávez la profunda necesidad de impulsar cambio en una dirección correcta para dotar al país de un proyecto (político) compartido por todos.
El mandatario no se pronunció sobre este encuentro, que se prevé fue el primero de una serie más y de reuniones con sectores con los que mantuvo fuerte antagonismo.
Los prelados llamaron el día 16 al gobierno de Chávez para que diera a conocer la clarificación definitiva del proyecto de país y de sociedad que se pretende realizar, en un comunicado emitido en coincidencia con su reunión en Caracas con el secretario general de la Organización de Estados Americanos.
Porras y Velasco tuvieron una presencia destaca durante la crisis institucional, en especial al acompañar al presidente Chávez durante parte de su detención.
Ambos obispos indicaron que fueron llamados para garantizar los derechos humanos del mandatario y reconocieron que, en ese contexto, comenzó a gestarse el proceso de rectificación que intenta impulsar ahora el gobierno.
Sin embargo, la figura de Velasco también ha sido duramente criticada por sectores católicos de base al señalar que el arzobispo caraqueño suscribió el día 12 el acta del gobierno efímero de Carmona, la cual disponía la disolución del parlamento y demás poderes públicos.
El diario vespertino Tal Cual comentó que Velasco podría ser ejemplo de olfato político, debido a que firmó el acta que desconocía el orden constitucional y pocas horas después acompañaba al presidente Chávez en el momento antes de retornar al poder.
Chávez indicó en sus primeras declaraciones públicas que el espíritu de rectificación, que ahora pretende dar a su gestión de gobierno, lo discutí, en medio de oraciones, con el cardenal Velasco.
Pero el presidente no se ha referido públicamente al papel jugado por el arzobispo de Caracas en el acto del gobierno de facto de 48 horas.
Velasco se entrevistó el día 20 con el ministro de Defensa, José Vicente Rangel, para realizar un llamado conjunto a poner fin al enfrentamiento que ha caracterizado las relaciones en los últimos meses entre ambas partes.
Por otra parte, en un análisis de la experiencia vivida en Venezuela, el provincial de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, llamó a evitar un nuevo choque de trenes entre las minorías polarizadas de chavistas y antichavistas.
Para Sosa, el paso dado por Chávez, de convocar a un diálogo nacional, debe derivar en un proceso de negociación política para establecer la estrategia adecuada para avanzar hacia el horizonte compartido también por la oposición política.
En ese sentido, se inscribió el llamado de los obispos católicos a la reflexión sobre las causas y consecuencias de lo ocurrido en el país, así como buscar nuevos caminos de convivencia y concordia y rectificar caminos en aras de una reconciliación real.
En el mismo tono se pronunció el miércoles una Asamblea Extraordinaria del Consejo Evangélico de Venezuela, mediante un llamado a la introspección y a la reflexión sobre los acontecimientos recientes en el país.
En nombre de las 125 iglesias e instituciones afiliadas al Consejo, la asamblea concluyó que la reflexión es necesaria, como una manera de revisar nuestras motivaciones, ideales, compromisos y posición ante hechos pasados, presentes y futuros.
También llamó a garantizar acciones sanas y maduras que conlleven al perdón, reconciliación, sujeción y tolerancia ante la diversidad cultural y política que está presente en la sociedad venezolana. (FIN/IPS/ac/dm/cr ip/02
