La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó este jueves a los países africanos acelerar el empleo de una nueva terapia, más eficaz, contra la malaria, que ha desarrollado una dramática resistencia a los fármacos tradicionales.
Con esa decisión, anunciada en coincidencia con el Día de la Malaria en Africa, esta agencia sanitaria de la Organización de las Naciones Unidas se hizo eco del pedido de organizaciones humanitarias, como Médicos Sin Fronteras (MSF), que reclamaban una acción urgente para adoptar las nuevas terapias.
Kamini Mendis, asesora de la OMS sobre acceso a tratamientos, dijo que esa institución admite que ya no producen efecto los medicamentos convencionales empleados contra la malaria.
La resistencia del parásito de la malaria a las dos drogas más usadas, la cloroquina, que por décadas salvó millones de vidas, y la más reciente sulfadoxina-pyrimetamina (SP), también conocida como Fansidar, constituye un grave desafío para los países africanos.
En particular, amenaza con frustrar la aspiración de esas naciones de reducir a la mitad en los próximos 10 años la cantidad de muertes anuales de niños por causa de esta enfermedad, que hoy se elevan a 800.000. Esa meta fue proclamada en una declaración firmada en 2000 en Abuja.
Sin embargo, en algunos países de la región el número de decesos de niños se encuentra en aumento, debido principalmente al problema de la resistencia a los fármacos, explicó la experta de la OMS.
Para combatir ese avance de la malaria, la OMS recomienda ahora a los países africanos que modifiquen con urgencia las terapias contra el mal y adopten un nuevo tipo de tratamiento combinado, que contiene derivados de artemisin, una hierba originaria de China.
Las terapias combinadas basadas en artemisin, que los sanitaristas reconocen por su sigla en inglés ACT, eliminan con gran rapidez al parásito de la malaria, permiten una recuperación acelerada del paciente y tienen muy escasos efectos secundarios.
La organización Médicos Sin Frontera (MSF), con sede en París, saludó la nueva política adoptada por la OMS respecto del tratamiento de la malaria y reclamó el otorgamiento de mayores recursos para la aplicación inmediata de esa orientación.
La MSF había lanzado un llamado apremiante en febrero para que los países africanos introdujeran los cambios apropiados en las terapias contra la malaria, una enfermedad que afecta a 500 millones de personas, más de ocho por ciento de la población mundial.
Pero Africa concentra 90 por ciento de los casos mundiales de ese mal, que constituye la causa principal de muertes entre los niños menores de cinco años en ese continente.
El director de la campaña de MSF por el acceso a los medicamentos esenciales, Bernard Pécoul, calculó que el mensaje difundido este jueves por la OMS representa un paso muy positivo.
Ahora desafiamos a la OMS a que describa cómo planea apoyar la urgente introducción de las ACT en los países que presentan altos niveles de resistencia a las otras terapias, apuntó.
Pécoul culpó a la comunidad internacional de negligencia deliberada por haber puesto énfasis en la prevención mientras ignoraba el fracaso de los actuales tratamientos en la cura de los pacientes.
La organización MSF declaró que, pese a las pruebas de la eficacia de las ACT, muchos países de Africa oriental, la región con más altos niveles de resistencia a los medicamentos comunes, optaron por introducir otras variantes de eficacia menor.
Uno de los motivos, sostuvo la organización no gubernamental, ha sido la ausencia de orientaciones clara por parte de la OMS.
Kamini Mendis comentó en la rueda de prensa de este jueves que la decisión de cambiar por las nuevas alternativas de terapias combinadas había sido adoptada por los expertos de la OMS a comienzos de 2001.
Sin embargo, la aplicación se demoró porque el cambio de una política de medicamentos o de tratamientos para una enfermedad como la malaria demanda a los países un proceso enorme y complejo, alegó la asesora de la OMS.
El retraso se hace inevitable justificó. Las dificultades financieras son una de las causas principales por las cuales los países involucrados se muestran reacios a efectuar los cambios, explicó.
Pero el problema no se resuelve sólo con el cambio de terapia aconsejado por la OMS, ya que los países africanos requerirán apoyo financiero para hacer frente a las mayores erogaciones del nuevo tratamiento.
El costo de las antiguas terapias oscilaba, para un paciente adulto, entre seis y siete centavos de dólar. En cambio, las ACT cuestan entre 1,5 y 2,5 dólares también por pacientes similares.
Dadas las características sociales de los enfermos de malaria, que por lo general se ubican en los sectores más pobres de la sociedad, esas cifras representan un enorme desafío, puntualizó Andrea Bosman, otro funcionario de la OMS.
Sin embargo, aunque para la malaria es un costo exagerado, resulta más económico que muchos otros tratamientos para diferentes enfermedades, justificó.
Mendis informó que el Fondo Mundial para Combatir el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria otorgará fondos para la aplicación de las ACT en Zambia y en la región de Zanzibar, en Tanzania.
En un mensaje dirigido a los países donantes, Jean-Marie Kindermans, de MSF, precisó que al menos otros 10 países de Africa necesitan apoyo financiero para detener la resistencia creciente asociada con la mortalidad.
Los nuevos tratamientos con las ACT tienen todavía una aplicación incipiente, que apenas alcanza a uno por ciento de la población enferma.
En países de Asia, como Vietnam, Tailandia, China y Birmania, donde el nivel de resistencia es más alto que en Africa, los tratamientos con ACT comenzaron en la década del 80 e inclusive a fines de los años 70.
En América del Sur, donde también se registra un grado de resistencia del parásito a las antiguas terapias tan alto como en Asia, se está estudiando la introducción de las ACT.
En cambio, en América Central todavía rinde resultados satisfactorios el tratamiento con la cloroquina. (FIN/IPS/pc/dm/he/02