MEDIO ORIENTE: Contradicciones de EEUU fortalecen a Arafat

La ofensiva militar israelí en Cisjordania, las contradicciones de Washington en su ”guerra contra el terrorismo” y los atentados suicidas palestinos forman una mezcla peligrosa que arroja resultados inesperados para Estados Unidos e Israel.

Lejos de debilitarse, como ambos aliados pretendían, la figura del presidente palestino Yasser Arafat, sitiado en su base de Ramalá, se ha fortalecido e impuesto como un instrumento esencial para cualquier salida pacífica al conflicto de Medio Oriente.

Desde que George W. Bush asumió la presidencia de Estados Unidos en enero de 2001 y Ariel Sharon se transformó en primer ministro de Israel un mes después, ambos han tenido una agenda común en relación con el líder de los palestinos, Yasser Arafat.

Estados Unidos estaba decidido a ignorarlo y tratarlo casi como un paria, indigno de ser tocado siquiera con pinzas. Arafat nunca recibió una invitación a la Casa Blanca en los últimos 15 meses.

Sharon expresó públicamente arrepentimiento ”por no haber matado a Arafat” en 1982, cuando él era ministro de Defensa y el líder palestino estaba sitiado en Beirut, antes de ser obligado a abandonar su base en esa capital.

En este marco, la reunión el domingo del secretario de Estado (canciller) estadounidense Colin Powell con Arafat en su asediado complejo de Ramalá fue un fracaso de la política de Washington y de Israel, porque demostró que el presidente palestino es aún importante para la paz en Medio Oriente.

En cuanto a Arafat, sobreviviente de tantas batallas, probablemente la reunión de tres horas de duración confirmó su declarada creencia en ”el poder de los débiles”.

El doble discurso de Estados Unidos hacia la ”guerra contra el terrorismo” quedó en evidencia la semana pasada.

Mientras portavoces de Washington condenaban los atentados suicidas palestinos y Powell se negaba a reunirse con Arafat hasta que demostrara esfuerzos de contención de los radicales, el gobierno estadounidense elogiaba ”el compromiso con la paz” del jefe de los Tigres de Tamil de Sri Lanka, Vellupillai Prabhakaran.

Prabhakaran es considerado el creador de los atentados suicidas con bomba, entre cuyas víctimas figura Rajiv Gandhi, el ex primer ministro de India asesinado en 1991.

Los Tigres de Tamil luchan desde 1987 por la liberación del norte y este de la isla de Sri Lanka, donde está concentrada la minoría tamil.

Además de enfrentarse a las tropas del gobierno, han perpetrado numerosos ataques terroristas, como el de 1996 contra el Banco Central, en el centro de Colombo, que mató a 200 personas e hirió a unas 1.400.

Cabe preguntarse si la diferencia de enfoque de Estados Unidos hacia los atentados suicidas se debe a cuestiones religiosas o a sus intereses nacionales, dado que elogia al líder de un grupo terrorista mientras castiga a otro líder que hace pocos días condenó la matanza de civiles del lado palestino e israelí.

Otra ironía es la aparente impotencia de la única superpotencia del mundo, que fue desafiada impunemente por Israel pese a su dependencia del subsidio anual de 3.500 millones de dólares de Washington.

Bush anunció el día 4 que enviaría a Powell en misión de paz a Medio Oriente y ordenó a Israel que se retirara ”sin dilaciones” de las áreas de la Autoridad Nacional Palestina que había reocupado.

Una semana después, Sharon rechazó la existencia de Estados Unidos, y al otro día, Powell se limitó a decir que ”no hay un cronograma estipulado para el repliegue israelí”.

A pesar de estas ironías, la intensidad de la ”intifada” o rebelión palestina en las últimas semanas y de la represión israelí cambió las reglas del juego y produjo nuevas consecuencias en el proceso.

La primera es que Israel perdió el juego política y moralmente, si bien en lo militar parece estar en ascenso.

Pese a la supuesta masacre de hasta 500 palestinos en el campamento de refugiados de Jenín la semana pasada, la capacidad de Israel para matar no puede compararse a la disposición de los palestinos a morir.

La fuerza militar se vuelve inútil frente a palestinos que no tienen miedo a la muerte. Mujeres que antes no salían de su casa sin el ”hijab” o velo islámico y ahora están dispuestas a salir con explosivos adheridos a su cuerpo representan un cambio radical en la intensidad de la resistencia.

La segunda consecuencia es que el mundo islámico y la Unión Europea han concluido que Israel y no Iraq es el principal problema, pese a los esfuerzos del vicepresidente estadounidense Dick Cheney para recoger apoyo a una campaña contra Bagdad, en una gira el mes pasado por países árabes.

En tercer lugar, el sentimiento popular de las masas islámicas pasó a manifestarse en las calles de las capitales árabes y también en declaraciones públicas, como la de intelectuales saudíes que el día 7 reclamaron una revisión de las relaciones de Riyad con Washington.

Un sondeo de opinión realizado en países musulmanes por el encuestador estadounidense John Zogby ilustra esta situación.

Según el estudio, la mayoría de los musulmanes tienen una opinión favorable de los productos y aun de la cultura de Estados Unidos, pero muy negativa de su política hacia Medio Oriente, en especial Palestina, que es la principal causa del antiamericanismo en la región.

La ira popular se derramó hacia las calles árabes, con grandes manifestaciones en Marruecos, Egipto, Bahrain, Sudán y Senegal, entre otros países, desde la semana pasada.

Una manifestación en Amán, Jordania, fue encabezada por la propia reina Rania, mientras en Marruecos, el rey Mohammed VI dijo a Powell durante su visita a Rabat que ”debió ir a Jerusalén primero”.

En lugar de preparar la segunda fase de su guerra contra el terrorismo, como planeaba, Washington debe ahora concentrarse en Palestina y en bloquear un segundo frente de guerra contra Israel desde Líbano, donde se encuentran los guerrilleros de Hizbolá (Partido de Dios).

Con ese fin, Powell se reunió el día 15 con autoridades de gobierno en Beirut y Damasco.

Es claro que ”el presidente Bush tiene una sólida posición proisraelí” en el conflicto de Medio Oriente, al decir del diario The Washington Post.

Una encuesta publicada por el diario a principios de mes reveló que el apoyo de Bush a Israel ”complace a los grupos judíos estadounidenses”, un hecho significativo dado que 80 por ciento de los judíos estadounidenses votaron contra Bush en las elecciones de 2000.

Aparentemente, Bush no se conformará con un único período presidencial, a diferencia de su padre, que perdió su reelección pese a su victoria en la guerra del Golfo contra Iraq. (FIN/IPS/tra-en/mh/js/mlm/ip/02

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