EEUU-MEDIO ORIENTE: Halcones al mando

Las confusas señales del gobierno de Estados Unidos ante la escalada bélica de Israel en Palestina reflejan el enfrentamiento entre la derecha belicista del vicepresidente Dick Cheney y el realismo político del secretario de Estado (canciller) Colin Powell.

Las posiciones duras de los ”halcones” del gobierno de George W. Bush son las que prevalecen, al igual que en otras cuestiones de política exterior.

Una efectiva campaña de prensa y de presión de las fuerzas favorables al gobernante partido Likud en Israel, dentro y fuera de Washington, han logrado vincular al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, con la guerra contra el terrorismo impulsada por Bush.

Durante meses organizaciones como el American Enterprise Institute (AEI) han publicado en el diario The Wall Street Journal y el semanario Weekly Standard, artículos contrarios a Arafat y a la propuesta de paz del regente de Arabia Saudita, Abdulá, y presionando a Washington en favor del primer ministro de Israel, Ariel Sharon.

”La única salida es que cada parte confronte a la otra hasta que decidan que no tienen otra opción que dialogar. Esto significa permitir que Israel se defienda de un terrorismo que Bush nunca toleraría en Nueva York. Si eso supone el exilio de Arafat, que así sea”, afirmó un editorial del Wall Street.

Aunque Bush aún no respaldó oficialmente el exilio de Arafat, el resto de sus funcionarios parecen coincidir con el reclamo del diario neoyorquino.

El voto de Washington favorable a la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU del sábado, que reclamó a Israel que se retirara de la ciudad palestina de Ramalá, no fue en apariencia más que un acto de hipocresía.

Washington permanece impasible al clamor de sus aliados árabes y de la Unión Europea para que intervenga o al menos exija un alto a la ofensiva militar israelí en los territorios palestinos.

Bush no hace más que referirse al terrorismo palestino como origen de la actual crisis, adoptando la retórica de Sharon e ignorando su responsabilidad en lo ocurrido en los 18 meses de intifada (insurrección) palestina, según observadores y funcionarios diplomáticos y de inteligencia.

”Cada etapa de contención palestina fue contestada por Israel con asesinatos, demolición de viviendas o incursiones en territorios palestinos”, escribió la semana pasada el experimentado analista Jackson Diehl en el diario The Washington Post.

”Cada ataque terrorista lanzado por los rivales extremistas de Arafat fue replicado por devastadores asaltos israelíes contra las fuerzas de seguridad de Arafat”, agregó Diehl.

”El único contraste aparente entre las posiciones israelíes y estadounidenses se limita a la consideración del propio Arafat como terrorista”, observó el mismo diario este martes, cuando se cumplieron cinco días de la mayor campaña militar de Israel en Cisjordania desde 1967.

Mientras Sharon considera a Arafat ”enemigo de Israel (y) de todo el mundo libre”, Bush sigue insistiendo en que es el único palestino que puede negociar la paz y detener los ataques suicidas.

Pero las preocupaciones de Bush y de Cheney por la situación y seguridad de Arafat no parecen más que un acto de relaciones públicas destinado a los gobiernos aliados, crecientemente preocupados por los intentos de Sharon de liquidar lo que llama la ”infraestructura terrorista” palestina.

De hecho, las acciones de Washington constituyen una luz verde para Sharon, similar a la que obtuvo hace 20 años, cuando era ministro de Defensa, para invadir el Líbano casi hasta los suburbios de Beirut.

Pero al contrario de lo ocurrido entonces, cuando el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989) detuvo finalmente su respaldo a la invasión, Bush parece convencido de los argumentos de los halcones en favor del Likud.

Tanto Cheney como el secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, han dejado en claro que detestan a Arafat.

Cheney dijo el mes pasado al ministro de Defensa de Israel, Binyamin Ben-Eliezer, que Arafat debía ser ”colgado”, mientras Rumsfeld llamó ”terrorista” a Arafat en un programa de televisión emitido en diciembre, y agregó que ”nunca logró nada para el pueblo palestino en toda su historia”.

El secretario de Estado (canciller) Powell también dejó en evidencia su incomodidad con los cambios de Washington. El único alto funcionario que reclama contención tanto a palestinos como a israelíes, Powell debió afrontar el viernes la tarea de comunicar la posición de Washington ante la ofensiva de Tel Aviv.

Normalmente confiado y locuaz, el militar retirado se limitó a leer su discurso y dio por terminada la conferencia de prensa luego de contestar apenas tres preguntas.

Su aparición pública contrastó con la de Rumsfeld, el lunes, quien rechazó el envío de fuerzas estadounidenses a Medio Oriente, promovido por el Departamento de Estado, para imponer un cese del fuego, y acusó a Irán, Iraq y Siria de ”inspirar y financiar la cultura del asesinato político y el ataque suicida”.

Esos países coinciden casi completamente con la lista de estados terroristas mencionados en una carta dirigida a Bush nueve días después de los ataques del 11 de septiembre contra Estados Unidos, y firmada por tres docenas de prominentes halcones.

La misiva, escrita en nombre del Proyecto por un Nuevo Siglo Estadounidense, del cual Rumsfeld y Cheney son miembros fundadores, reclamaba a Bush que cesara todo apoyo a Arafat y la ANP ”mientras no actúe contra el terrorismo”. (FIN/IPS/tra- eng/jl/dcl/ip/02

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe