La adhesión de la juventud de Japón a los códigos de comunicación de teléfonos móviles y correo electrónico, basados en abreviaturas e iconos, amenaza la jerárquica y compleja lengua japonesa.
Cuando Miri Takahashi, de 16 años, quiere avisar a amigos y amigas que no podrá ir al cine, no los llama por teléfono, sino que presiona varias teclas de su teléfono móvil digital para enviarles por correo electrónico un icono que representa un rostro triste.
Es más fácil enviar una imagen que escribir una oración larga. Además, la imagen se adapta muy bien a mis sentimientos, explicó la joven.
Takahashi es una exponente de la edad del teléfono celular, una expresión que describe en Japón a decenas de miles de adolescentes que aseguran no poder vivir sin ese dispositivo de comunicación.
Noventa por ciento de los estudiantes consultados en una encuesta de la agencia de noticias Kyodo, poseen teléfonos celulares, que utilizan fundamentalmente para enviar mensajes de correo electrónico a sus amistades.
La encuesta puso de manifiesto la gran dependencia que la población joven ha establecido con esta forma de comunicación, sin importa el lugar donde se encuentren, las aulas, sus hogares o la calle.
Es parte de mi vida porque me proporciona un vínculo con mis amigos, dijo uno de los consultados.
El hábito de enviar mensajes electrónicos e imágenes, posibilitado por la tecnología de los nuevos celulares que incluyen una conexión inalámbrica a la red mundial de computadoras Internet, dio pie al desarrollo de un nuevo lenguaje basado en la brevedad.
Aunque no sólo en Japón se apela a las abreviaturas, los apócopes y los símbolos para acelerar la comunicación, la fiebre de los móviles que afecta a la juventud japonesa alimenta la polémica sobre sus efectos en el lenguaje y la cultura nacional.
La preferencia por las formas abreviadas y los emoticons — iconos formados con algunos caracteres del teclado de computadoras y teléfonos digitales que expresan estados de ánimo— puede afectar al idioma, parte esencial de una cultura de más de 2000 años, según analistas y sociólogos.
Por ejemplo, adolescentes y jóvenes han reemplazado el simple saludo de buen día (ohayo gozaimasu) por el más corto oha, a veces incomprensible para los adultos.
La lista de estas simplificaciones se hace más nutrida cada día, y algunos padres aseguran que sus hijos e hijas hablan un idioma tan diferente al propio como si lo hicieran en inglés.
La lengua japonesa se desarrolló como parte de una larga historia y es rica en matices y profundidad. Es una lástima que la nueva generación no sea versada en ella, apuntó el investigador social Yuko Ogasawara, de la Universidad Internacional Cristiana.
La empleada de una agencia de trabajo, Minoru Sekiyama, suele encontrarse con estudiantes universitarios que no pueden completar sus solicitudes de empleo en kanji (ideogramas chinos que constituyen la base de la lengua japonesa) sin consultar un diccionario, afortunadamente a mano mediante sus teléfonos móviles.
El kanji y el 'hiragana' (segundo alfabeto del idioma) son parte del pueblo. Pero la población joven ha olvidado cómo escribirlos, pues los iconos de sus teléfonos están tomando el lugar del alfabeto japonés, arguyó Sekiyama.
La escritura japonesa está conformada por tres alfabetos, el kanji, heredado de China, el hiragana, que se utiliza para los sufijos y partículas, y el katakana, silabario aplicado para transcribir al japonés palabras extranjeras de uso común.
Pero además, la lengua escrita da cuenta de las tradicionales jerarquías sociales de este país, estableciendo las palabras y estilos que deben emplearse para dirigirse a personas de rango social superior, hombres y ancianos o ancianas.
En este contexto, las abreviaturas o silabeos equivocados o cortos pueden distorsionar toda la lengua, según los críticos.
La creciente tendencia de esta forma de comunicación plantea un dilema para la generación joven acerca de la valoración de las relaciones con los otros, estimó el profesor de sociología cultural Kon Sakimori, de la Universidad Nihon.
La juventud encuentra en este tipo de comunicación una forma de protegerse de relaciones más profundas. Al declarar su amor a través del teléfono celular, procuran mantener cierto escudo protector, opinó.
Los jóvenes temen el compromiso en las relaciones personales, si bien esto no significa que que no crean en el amor, sino que tienen una perspectiva diferente, explicó Sakimori.
Tienen un concepto distinto al de los adultos sobre el amor. Quieren proteger su libertad e igualmente mantener vínculos, agregó.
No obstante, para el sociólogo los nuevos códigos de comunicación no constituyen una amenaza para la cultura.
No hay duda que los teléfonos móviles han afectado en gran forma a los jóvenes, pero no significa que dejarán de ser japoneses, estimó Sakimori.
Según Sakimori es inimaginable un futuro en que los jóvenes lleven zapatos dentro del hogar o rechacen un baño típico, dos costumbres profundamente enraizadas en la cultura japonesa.
La joven Takahashi se mostró impasible ante estas preocupaciones adultas.
No sé a qué se debe el alboroto. Me gusta la forma corta de escribir y hablar japonés, porque me siento libre de las sofocantes limitaciones del idioma formal, concluyó. (FIN/IPS/tra- eng/sk/js/dcl/cr ic/02