COMERCIO-BRASIL: Economía ilegal envenena relaciones económicas

Las autoridades de Brasil empezaron a destruir 680 toneladas de productos de contrabando para demostrar su decisión de combatir la piratería de la propiedad intelectual, un factor de tensión en las relaciones con Estados Unidos.

Brasil figura entre los 55 países mencionados en un informe divulgado por el gobierno estadounidense a comienzos de mes, que lo califica de país proteccionista por sus elevados aranceles y omisiones en la lucha contra la economía ilegal.

En consonancia con esa preocupación, cuatro expertos estadounidenses estuvieron en Sao Paulo el lunes entrenando a policías e inspectores aduaneros brasileños en el combate a la piratería y el contrabando de discos, programas de informática y películas, a iniciativa del Consulado de Estados Unidos.

La destrucción de juguetes, cigarrillos, relojes, televisores y otros bienes ingresados ilegalmente al puerto de Santos desde mayo, la mayoría procedentes de Asia, comenzó el lunes.

El secretario de Renta Federal, Everardo Maciel, máxima autoridad impositiva y aduanera, aprovechó el acto para responder a las presiones estadounidenses.

”Por lo menos 10 toneladas de esas mercancías falsificadas pasaron por el puerto de Nueva York”, dijo, para subrayar que sólo un esfuerzo internacional conjunto puede contener el contrabando. Sería más eficaz atacar las fuentes productoras que los vendedores dispersos, argumentó.

Pero el espectáculo de tantos productos aplastados por tractores, que continuará durante por más de un mes, no oculta la acelerada expansión de la piratería en este país, dijo a IPS el director general de la Asociación Brasileña de Productores de Discos, Marcio Cunha Gonçalves.

Las copias ilegales de discos compactos ya dominan la mitad del mercado brasileño, lo cual ocasiona una pérdida anual de 260 millones de dólares a la industria discográfica y de 65 millones de dólares al gobierno, en concepto de impuestos no recaudados.

En 1997, las copias ilegales representaban tres por ciento del mercado. Si no se hace nada contra ”las mafias” del disco, pronto los discos compactos tendrán el mismo destino de la música registrada en casetes, dominada hace muchos años en su totalidad por los falsificadores, observó Cunha Gonçalves.

Así, desaparecería una industria que ofrece 60.000 empleos directos e indirectos, además de causar daños a toda la actividad musical, incluidos los compositores e intérpretes.

Brasil era en 1997 el sexto mercado fonográfico mundial, con gran potencial de crecimiento. Hoy ocupa el décimosegundo lugar de la lista y su futuro es incierto.

El agravamiento del problema no es inevitable, según Gonçalves. Con voluntad política se puede lo combatir, como hizo México, que logró reducir la piratería musical en los últimos años con una represión eficaz, indicó.

Entre 50 y 60 por ciento de los discos compactos ilegales vendidos en Brasil, incluso los vírgenes para grabación, ingresan en el país por la frontera con Paraguay, estimó la Asociación Brasileña de Productores de Discos.

Un mejor control fronterizo sería suficiente, por lo tanto, para reducir drasticamente la piratería, según los empresarios.

Pero erradicar la actividad ilegal es hoy muy difícil, pues la tecnología permite instalar pequeñas grabadoras con capacidad para producir más de un millón de discos al mes.

La policía descubrió en los últimos meses dos instalaciones clandestinas con esa capacidad de grabación en Goiania, en el centro-oeste brasileño, y en Sao Bernardo do Campo, cerca de Sao Paulo. Pero fueron hechos aislados.

Gonçalves calculó que 80 por ciento de los discos compactos vendidos en Brasil son de música nacional. Por eso, las pérdidas ocasionadas por la falsificación afectan al propio país y muy poco a Estados Unidos, que sufre más por el copiado ilegal de programas de computadoras (software) y de películas.

Se trata en Brasil de una actividad que, al contrario del cine, no necesita subsidios, sino sólo ”que el Estado cumpla su obligación de reprimir los delitos”, sostuvo.

Pero la impunidad generalizada en el país estimula una creciente economía ilegal, que muchos ya denominan el ”cuarto sector”, sumándose al estatal, el privado y el tercer sector de las organizaciones sin fines de lucro.

Además de discos, software y películas, un sinnúmero de productos son falsificados, contrabandeados o robados, creando un mercado de bienes a precios muy atractivos.

Los cigarrillos brasileños exportados a Paraguay y devueltos por el contrabando se venden en las calles a la mitad del precio en el comercio formal.

La cultura brasileña determina la preferencia del producto más barato en desmedro de la calidad y la legalidad, lo cual favorece esa expansión, según el comisario Roberto Precioso Junior, de la Policía Federal, presidente del Comité Interministerial de Combate a la Piratería, creado hace un año.

Pero el problema es mundial y se beneficia también de las facilidades de transporte y de la apertura de fronteras propiciada por la globalización. Muchas empresas cierran sus puertas o quiebran por la imposibilidad de competir con el contrabando que tiene origen del otro lado del planeta. (FIN/IPS/mo/mj/if/02

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