La campaña para la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia del 26 de mayo ingresó en su tramo final con la inscripción de las fórmulas de aspirantes, que expresan la división de los partidos históricos y algunos toques de drama y folclore.
La Registraduría Nacional del Estado Civil, el organismo responsable de los comicios, oficializó 11 parejas de candidatos a suceder desde el 7 de agosto al presidente Andrés Pastrana y al vicepresidente Gustavo Bell, elegidos en 1998 al frente de una coalición liderada por el Partido Conservador.
La tarjeta electoral muestra el amplio espectro de opciones, que va desde la casilla 01 ocupada por el sindicalista Luis Eduardo Garzón hasta la número 11 del torero Rodolfo Rincón, cuya fotografía en traje de luces le otorga un perfil folclórico a la contienda.
Rincón, en el sorteo del orden de aparición de los nombres de los candidatos en la tarjeta que utilizarán los votantes el 26 de mayo, dijo que a la hora de sufragar hay que tener los dos pies sobre la tierra, como ocurre en una faena taurina.
En tanto, el momento dramático en ese acto fue protagonizado por familiares y adherentes a Ingrid Betancurt, del movimiento Oxígeno, al presentarse en la Registraduría con una imagen en cartón de tamaño real de su candidata, aún en poder de las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Betancurt y su compañera de fórmula, Clara Pinilla, ubicadas en la casilla 10 de la tarjeta, fueron secuestradas por las FARC el 20 de febrero, cuando viajaban a San Vicente del Caguán, la localidad cabecera de la zona que había estado desmilitarizada hasta febrero para desarrollar el frustrado diálogo de paz.
Los analistas opinan, basados en las consultas de intención de voto y en los resultados de los comicios legislativos de marzo, que sólo cuatro candidatos tienen posibilidades reales de alcanzar el gobierno de este país de 40 millones de habitantes, sumido desde hace medio siglo en un conflicto armados interno.
Las últimas encuestas ubican en primer lugar en las preferencias electorales, con 62 por ciento de los consultados, a Alvaro Uribe, un derechista apartado del tradicional Partido Liberal (PL) que en caso de mantener ese nivel de adhesión podría ganar la presidencia en la primera ronda de mayo.
En segundo lugar aparece Horacio Serpa, candidato del PL y partidario de retomar el diálogo con la guerrilla, seguido de Noemí Sanín, disidente del gobernante Partido Conservador, y del sindicalista Luis Garzón, líder del izquierdista Polo Democrático (PD).
Uribe es acompañado por el periodista Francisco Santos, de la influyente casa editorial El Tiempo y creador de País Libre, una fundación que lucha contra el secuestro, delito del que fuera víctima hace una década a manos de los narcotraficantes del cartel de Medellín.
Por su parte, Serpa recoge 24 por ciento de la intención de voto de los consultados en las últimas semanas.
El candidato del PL es apoyado por una incipiente corriente socialdemócrata y lleva de candidato a la vicepresidencia al ex presidente de la Corte Constitucional José Gregorio Hernández, un académico del ala ortodoxa del Partido Conservador (PC), el otro partido histórico y duramente enfrentados en el pasado.
Hernández representa los anhelos de superación de la clase media que ha venido siendo tan asediada por dificultades enormes en los últimos cuatro años, comentó Serpa, quien minimizó la filiación conservadora de Hernández para destacar su notable sensibilidad social.
Serpa y Uribe, quienes en el pasado trabajaron hombro con hombro en el PL, hoy representan las dos caras de ese partido, inmerso en una aguda crisis.
Ambos candidatos, los más próximos a disputar la segunda vuelta electoral, apelan a las bases del aun más fragmentado PC, que retiró de la competencia a su candidato, Juan Camilo Restrepo, para incorporar sus fuerzas a Uribe.
Marco Romero, analista político y profesor de la Universidad Nacional de Bogotá, dijo a IPS que la campaña electoral muestras rasgos de polarización ideológica y sinceridad política, por encima de las fronteras de los partidos tradicionales.
Hay quienes creen en el mercado y el individualismo y quienes están del lado de la solidaridad y de la posibilidad de resolver el tema de la equidad, explicó.
También aparece un candidato, como Uribe, que es partidario de la disuasión militar, enfrentado a Garzón, que plantea un camino político para resolver el conflicto armado interno, añadió el politólogo.
Mientras, las encuestas asignan un alejado tercer lugar a Sanín, quien se perfiló en 1998 como líder de una tercera opción política al obtener más de tres millones de votos, pero hoy reducida a su mínima expresión.
Sanín presenta como aspirante a la vicepresidencia al economista Fabio Villegas, ministro del Interior del gobierno liberal de César Gaviria (1990-1994).
Garzón es el cuarto en disputa, según las consultas electorales, aunque en franco ascenso. Su movimiento Frente Social trocó a Polo Democrático tras el apoyo recibido de los legisladores independientes elegidos en marzo.
El sindicalista Garzón es apoyado por Antonio Navarro y Gustavo Petro, del ex guerrillero Movimiento 19 de Abril (M19) desmovilizado en 1990, por el ex juez Carlos Gaviria y por los liberales Jaime Dussan y Samuel Moreno, todos los cuales figuran entre los legisladores más votados en los comicios de mayo.
La antropóloga Vera Grabe, compañera de fórmula de Garzón, también formó parte de la dirección clandestina del M19.
Para el politólogo Romero, las preferencias recogidas por Uribe en las encuestas de marzo podrían haberse desinflado un poco, debido a la ruptura de los diálogos de paz entre Pastrana y las FARC.
Es muy probable que se llegue a una segunda vuelta presidencial, como resultado de los reacomodos que significan la designación de los candidatos a vicepresidente, apuntó el experto.
Romero entiende que eso puede haber hecho variar el sentido de la voluble intención de voto en un país sin partidos sólidos y con una realidad cambiante.
La discusión ahora se centra en la propuesta de reforma política que agitan los candidatos y en la credibilidad que estas tengan en la opinión, añadió.
Hay dudas acerca de si Uribe efectivamente hará la anunciada reforma política o actuará como Pastrana, que tras anunciarla en su campaña, luego optó por tender alianzas con el Congreso para que apoyara su proyecto de gobierno, comento Romero. (FIN/IPS/yf/dm/ip/02