CHILE: Nuevas pistas sobre posible asesinato de ex presidente

Un libro en venta desde este lunes en Chile revela información sobre la denunciada participación del químico Eugenio Berríos en la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva y sobre la relación de agentes de la dictadura de Augusto Pinochet con el peruano Vladimiro Montesinos.

”Crimen imperfecto” salió a la venta cuando la Corte Suprema de Justicia analiza la designación de un juez especial para investigar el caso de Berríos, científico de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta de los primeros años de la dictadura de Pinochet (1973-1990).

Las dudas sobre el posible asesinato del ex presidente demócrata cristiano Frei Montalva (1964-1970) por parte de la DINA se elevan ahora, en términos jurídicos, a la categoría de presunciones, sostuvo el autor del libro, el periodista Jorge Molina.

Frei Montalva, padre del también ex presidente chileno Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), falleció el 22 de enero de 1982 en una clínica de Santiago como consecuencia de una infección estomacal, contraída mientras convalecía de un intervención quirúrgica.

Existen serias sospechas de que la infección fue provocada por bacterias introducidas en la clínica por agentes de la dictadura y desarrolladas por Berríos, quien fue asesinado en Uruguay en 1995, dijo en octubre pasado ante la cámara alta la hija del fallecido mandatario, la senadora Carmen Frei.

Molina estableció en su investigación que en 1981 el Instituto Bacteriológico, dependiente del gobierno y al cual estuvo vinculado Berríos, importó clandestinamente toxinas botulímicas y liofilizadores que permiten procesar y disfrazar esas toxinas.

Ese mismo año se produjo en la Cárcel Pública de Santiago un envenenamiento de presos políticos de la dictadura, a los cuales se les diagnosticó botulismo, aunque no habían ingerido alimentos, como conservas en mal estado, que pudieran causar esa enfermedad.

Con ese antecedente, cobra cuerpo la denuncia de Carmen Frei sobre una bacteria inoculada a su padre por Berríos, que dispuso en el Instituto Bacteriológico (llamado actualmente Instituto de Salud Pública) de los medios para desarrollar y disfrazar toxinas.

El general Odlanier Mena, un ex jefe de la Central Nacional de Inteligencia (CNI), conocido por su enemistad con el general Manuel Contreras, fundador de la DINA, aseguró también que éste intentó envenenarlo a través de Berríos, y que el tóxico para esos efectos procedía del Instituto Bacteriológico.

”No puedo afirmar que Berríos mató a Frei Montalva, pero existen ahora serías presunciones para una investigación a fondo”, dijo Molina a IPS.

La obra del periodista incursiona en la vida de Berríos, un joven de extrema derecha con un gran talento para la química reclutado por la DINA para desarrollar el gas Sarín, con el fin de eliminar a opositores a la dictadura y a testigos de crímenes contra los derechos humanos.

Berríos fue sacado clandestinamente de Chile a fines de 1991 o comienzos de 1992, cuando la justicia investigaba su relación con el asesinato del ex canciller Orlando Letelier, cometido en septiembre de 1976 por la DINA en Washington.

El químico fue protegido por una red de militares retirados y en servicio activo de Chile, Argentina y Uruguay, cuyos vínculos se remontaban a la coordinación que los aparatos represivos del Cono Sur latinoamericano establecieron en los años 70 y conocida como Operación Cóndor.

Los mismos protectores de Berríos le dieron muerte. Su cadáver apareció en una playa de Uruguay en abril de 1995 ”con dos tiros en la cabeza y enterrado boca abajo, como símbolo de traición”, recordó Molina.

Aunque la justicia uruguaya no ha establecido los autores materiales del asesinato del químico de la DINA, el autor de ”Crimen imperfecto” aseguró que está muy avanzada la investigación en Chile sobre un grupo de militares, en su mayoría ya retirados, que con certeza saben qué pasó con Berríos.

Se trata de seis uniformados que en su mayoría pertenecieron a la DINA y que una vez restablecida la democracia en Chile, en 1990, fueron asignados a la Dirección de Inteligencia del Ejército, donde conformaron la llamada Unidad Especial.

Esta unidad tuvo como misión impedir que comparecieran ante la justicia, sacándolos de Chile o por otros medios, ex agentes vinculados como autores o testigos a crímenes contra los derechos humanos.

”La labor de esa unidad era ni más ni menos que la obstrucción a la justicia”, sentenció Molina.

El mayor retirado del ejército Carlos Herrera Jiménez, condenado en primera instancia por los asesinatos en 1983 del sindicalista Tucapel Jiménez y del carpintero Juan Alegría, era uno de los integrantes de la Unidad Especial.

”El libro de Molina muestra como un Estado transformó a un hombre como Berríos en una máquina de matar”, dijo el abogado de derechos humanos Jorge Mario Saavedra, acusador en el caso de Jiménez.

En la fuga de Berríos de Chile y en su paso por Argentina y Uruguay estuvieron involucrados altos mandos castrenses, ”que no vacilaron en usar el poder para matarlo más tarde”, agregó.

El químico y agente de la DINA consumía cocaína, lo cual lo llevó a vincularse también con narcotraficantes. Eso, a su vez, le sirvió para vincularse a comienzos de los años 90 con Montesinos, jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) de Perú durante el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000).

Montesinos, mano derecha del depuesto Fujimori, habría utilizado los conocimientos de Berríos para provocar en abril de 2000 la muerte del periodista Gustavo Mohme, director del diario La República de Lima, según antecedentes que se manejan en Perú, recogidos por el libro de Molina. (FIN/IPS/ggr/mj/ip hd/02

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