Unos 270 veteranos argentinos de la guerra de las islas Malvinas se suicidaron en los últimos 20 años y la gran mayoría de los sobrevivientes del conflicto con las tropas británicas carecen de empleo y de vivienda digna.
Los motivos declarados para el suicidio son diversos y muchas veces desconectados de la guerra. Pero la reducción de esas muertes a dos por año desde el lanzamiento de un programa de contención psicológica para ex combatientes parece relacionarlas con su participación en el conflicto.
La mayoría de los 10.000 sobrevivientes de la guerra en el Atlántico Sur, que se prolongó dos meses desde su inicio el 2 de abril de 1982 hasta la rendición de Argentina, no encuentra consuelo.
Setenta y cinco por ciento de los veteranos carecen de empleo y 60 por ciento tienen dificultades para acceder a una vivienda digna, según la Federación de Ex Combatientes de Malvinas, que nuclea a más de 100 asociaciones de todo el país.
Es frecuente encontrar en trenes metropolitanos de Buenos Aires a veteranos de Malvinas pidiendo limosna ante pasajeros por lo general indiferentes. Alfredo Avalos, uno de ellos, tiene cinco hijos, carece de empleo y recibe una pensión de guerra de 130 dólares mensuales.
Los sobrevivientes tienen hoy alrededor de 40 años. La gran mayoría no combatieron en las Malvinas porque hubiesen abrazado la carrera militar sino porque el servicio militar era entonces obligatorio. Todos los hombres jóvenes debían prepararse para el combate entre dos y tres años.
Oscar Poltronieri es considerado el máximo héroe civil vivo de Argentina, con varias condecoraciones por su valentía en combate. Al igual que Avalos, tiene cinco hijos. Poltronieri trabajó 17 años en una empresa láctea pero está desempleado desde hace tres. Vive de la pensión que recibe tras su paso fugaz por la guerra.
Las estadísticas resurgieron actualizadas este martes en diversos actos realizados en ocasión del vigésimo aniversario de la fracasada invasión militar a las islas Malvinas, ocupadas por Gran Bretaña en 1833. Desde entonces, Argentina reclama sin éxito la soberanía sobre el archipiélago.
El presidente Eduardo Duhalde participó del acto principal, en la austral ciudad de Ushuaia, capital de Tierra del Fuego, la provincia más cercana a las islas. Más de 2.000 veteranos desfilaron allí con uniformes y banderas. Otros ex combatientes se reunieron en Buenos Aires frente al monumento a los caídos.
Vamos a reuperar las islas, pero no con guerras sino con fe, con paciencia, con perseverancia, con solidaridad y con el apoyo de todas las naciones hermanas, dijo Duhalde durante la ceremonia.
El presidente exhortó a los argentinos a ver en los ex soldados de Malvinas un ejemplo del esfuerzo que se debe hacer para salir de la crisis económica.
Al día siguiente del desembarco militar del 2 de abril de 1982, ordenado por el entonces dictador Leopoldo Galtieri, la primera ministra de Gran Bretaña, Margaret Thatcher, dispuso el envío de una flota armada al Atlántico Sur.
El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas también exigió a Argentina el retiro inmediato de las islas.
Unos 650 argentinos murieron en los poco más de dos meses de guerra. La posguerra dejó otras víctimas fatales. Según la Federación, 270 ex combatientes se suicidaron desde que el fin de la guerra.
En los primeros años se registraron cada año varias decenas de suicidios, que luego se redujeron a dos. Los veteranos relacionan esa disminución con el programa de contención psicológica lanzado en 1997 con la asistencia de un ex combatiente estadounidense de la guerra de Corea, Bruce Webster.
La proporción entre muertos en combate y suicidios de veteranos argentinos es similar en los del bando enemigo, que lucharon muy lejos de su territorio y sufrieron una indiferencia parecida: más de 250 soldados británicos se suicidaron desde el fin de la guerra, según la Asociación Medalla del Atlántico Sur.
El plan de contención psicológica se concentró, por iniciativa de Webster, en la capacitación de expertos en estrés post- traumático, síndrome común entre soldados luego de una guerra. Entre otros síntomas, las víctimas sufren estados de hiperalerta, cuadros de melancolía o de depresión profunda.
La gran mayoría de quienes recibieron contención psicológica entre 1997 y 1998 en la provincia de Buenos Aires aseguraron en una encuesta que nunca antes habian recibido atención para su malestar, que se expresaba en pesadillas, depresiones o adicción al alcohol, a las drogas o al trabajo.
Las principales causas de esta tragedia silenciosa deben buscarse en la indiferencia generalizada tras aquella fracasada incursión militar ordenada por un gobierno ilegítimo, sostuvo este martes el presidente de la Federación de Ex Combatientes, Héctor Beiroa.
Como fue una decisión tomada por una dictadura, se perdió de vista que la causa era digna y noble. Durante muchos años, el poder político decidió llevar adelante una política para 'desmalvinizar' a la sociedad argentina, lo que significó darle la espalda a los veteranos, explicó Beiroa.
Diversos psiquiatras expertos consideran que los soldados expuestos al horror de la guerra suelen sufrir el síndrome postraumático. Al volver, muchos sufren depresión y ataques de pánico.
Los veteranos organizaron diversos actos, inclusive una concierto en el Teatro Colón de Buenos Aires y un recital de música nacional en un estadio de polo, a fin de obtener un reconocimiento moral a su participación en la guerra, aunque sea tardío, sostuvo Beiroa.
Pero antes de todas las celebraciones, en la víspera del aniversario, los ex combatientes fueron por primera vez hasta la puerta de la casa de Galtieri y le dejaron allí centenares de cruces de madera con los nombres de las víctimas de una guerra que, para muchos argentinos, todavía no terminó. (FIN/IPS/mv/mj/ip hd/02