Los cuestionados comicios de la semana pasada en Zimbabwe, que determinaron la reelección del presidente Robert Mugabe, pueden afectar la asistencia y las inversiones occidentales en Africa subsahariana.
Corporaciones, centros de investigación y la prensa de Estados Unidos y Gran Bretaña rechazaron el resultado de las elecciones, que fueron manipuladas, según asegura la oposición, y señalaron que otros países de Africa austral, en particular Sudáfrica, deben actuar para restaurar la confianza externa.
El gobierno sudafricano debe presionar a Mugabe —que permanece en el poder desde que Zimbabwe logró su independencia de Gran Bretaña, en 1980— para que éste asuma compromisos esenciales con el opositor Movimiento para el Cambio Democrático (MDC), advierte el Norte industiral.
Pero Mugabe, del Frente Patriótico-Unión Nacional Africana de Zimbabwe (ZANU-PF), se muestra aún más desafiante. El mandatario rechazó un llamado de Pretoria para conformar un gobierno de unidad nacional y dispuso nuevas restricciones a la libertad de prensa.
«Esta no es una buena señal», dijo a IPS un funcionario del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos.
Washington detuvo la asistencia al gobierno de Mugabe y considera ampliar sanciones selectivas contra el presidente y su círculo de colaboradores, tal como hizo la Unión Europea (UE) en febrero.
La profundización de las sanciones dependerá del camino que siga Mugabe, sugirieron asesores del Congreso legislativo. «Hay muchas personas que creen que nuestros esfuerzos han sido hasta ahora demasiado escasos y demasiado tardíos y quieren que se intensifiquen», afirmó una fuente del Congreso.
El presidente George W. Bush y el primer ministro de Gran Bretaña Tony Blair desconocieron el resultado electoral por la violencia, la intimidación y las irregularidades en las dos jornadas de votación, y advirtieron que las consecuencias económicas no sólo afectarán a Zimbabwe, sino a toda Africa subsahariana.
«Esto desanimará las inversiones regionales pues frecuentemente los inversores occidentales no distinguen entre países africanos», sostuvo el director de la organización independiente Acción Africa, Salih Booker.
También se verá afectada la iniciativa Nueva Sociedad para el Desarrollo Africano (NEPAD), un programa continental encabezado por el presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, y su par de Nigeria, Olusegun Obasanjo, afirmó Booker.
La crisis de Zimbabwe «mina la credibilidad de la NEPAD, pues sus promotores asegurán que respetarán los derechos humanos, la gobernancia y el imperio de la ley, a cambio de que Occidente incremente las inversiones, la asistencia, el comercio y la reducción de deuda», aseveró Booker.
Sin embargo, el activista reconoció que las protestas por el resultado de las elecciones en Zimbabwe y en otros países de Africa señalan grandes progresos en el camino hacia la gobernancia y la construcción de una sociedad civil más poderosa.
Pero los diarios occidentales tienen una visión más negativa.
«La extraordinaria decisión de los observadores electorales de Sudáfrica y Nigeria, que calificaron de legítimo el resultado, aunque declinaron definir como libre y justa la elección, socavará los intentos de la comunidad internacional a favor del desarrollo africano», sentenció el jueves el diario británico Financial Times.
«El resto de los africanos no pueden ser responsabilizados por la tragedia de Zimbabwe, pero el fracaso de sus vecinos, encabezados por Mbeki, en condenar la brutalidad de Mugabe priva de sentido las ambiciones de la NEPAD», afirmó el periódico.
El Comité Internacional de Crisis, una organización dedicada a la resolución de conflictos con sede en Bruselas, instó el jueves a Mbeki a rechazar el resultado de la elección con el propósito de defender el proceso democrático en Africa y mejorar las perspectivas de la NEPAD.
Mbeki «puede ser una enorme influencia positiva si adopta una posición de principios y no acepta como legítimo el resultado electoral», dijo el presidente del Comité, Gareth Evans.
«Hay mucho en juego, tanto para Zimbabwe como para Africa. No puede haber desarrollo económico ni avance sobre la horrible pobreza del continente, si dictadores como Mugabe burlan la ley y la voluntad de sus pueblos», estimó un artículo editorial del diario The Washington Post.
Durante la campaña electoral, varios observadores occidentales advirtieron que un proceso electoral amañado que otorgara la victoria a Mugabe tendría graves consecuencias regionales.
«Los inversores van donde hay confianza, y Zimbabwe podría ser otra historia desafortunada. Los inversores examinan al país como un caso de prueba», dijo Steve Hayes, del Consejo Corporativo sobre Africa, representante de compañías que suministran 85 por ciento de la inversión estadounidense directa a la región.
Aunque Booker deploró la renuencia de la mayoría de los gobiernos africanos a desconocer el resultado del comicio, consideró que los países occidentales deben ver los aspectos más positivos de este proceso.
La elección «indica la contradictoria situación política que vive Africa. Los gobiernos buscan formas de explotar sus ventajas incluso en un sistema multipartidario, y aún obtienen aceptación. Pero por otra parte, se cuestiona cada vez más la legitimidad de elecciones manipuladas», explicó.
«La prensa parece orientada a la división entre Africa y Occidente respecto de esta elección. Pero se pierde una división más significativa dentro de Africa, entre los partidos gobernantes y la sociedad civil», arguyó Booker.
«El intenso control y las críticas que esta elección recibió en Africa representan un gran avance para los movimientos democráticos y deben ser tomados en cuenta», concluyó. (FIN/IPS/tra-eng/jl/aa/dc/ip hd/02