RELIGION-AMERICA LATINA: El teatro de la fe católica

Millones de católicos se volcaron este viernes a las calles de ciudades y pueblos de América Latina para representar la pasión y muerte de Jesucristo.

Teatro y fe se mezclaron en el cumplimiento de centenarios ritos, que incluyeron procesiones, penitencias, elaboración de efímeras obras de arte y consumo de alimentos especiales.

Más de dos millones de personas acudieron al barrio de Iztapalapa, en la capital de México, para observar cómo más de 1.500 actores afucuibadis representaron el Vía Crucis, una tradición que cumplió 159 años.

Actores profesionales lo hicieron en la catedral principal de México, luego de 77 años sin que se celebrara esa ceremonia allí, con menos afluencia de creyentes.

En Perú, varias poblaciones de la cordillera de los Andes, con profundas raíces indígenas, fueron escenario de procesiones en las que cientos de creyentes cargaron pesadas estatuas religiosas por calles tapizadas de alfombras elaboradas con pétalos de rosa.

La capital de Venezuela también se sumó a los ritos. Como en otros puntos, allí se observó a personas con coronas de espinos y que portaban crucifijos en la procesión del llamado ”Nazareno de San Pablo”.

En América Central, la tradición religiosa, que busca revivir hechos ocurridos hace casi 2000 años, tuvo otras expresiones.

En la septentrional localidad salvadoreña de Ahuachapán, por ejemplo, los fieles se lanzaron a las calles para fabricar las tradicionales alfombras que luego son destruidas por el paso de las procesiones.

Con aserrín, sal, flores y hasta tapas de refrescos, los artesanos dieron rienda suelta a su creatividad para representar cuadros religiosos y escenas de la vida de ese país.

Estas celebraciones son comunes en toda la región, donde, a pesar de la generalizada separación entre el Estado y la Iglesia Católica, algunos días de Semana Santa son feriados obligatorios, en especial jueves y viernes, días en que se conmemora la última cena de Jesucristo, su captura y su crucificción.

De la mano de la tradición, estas fechas son propicias para que el gobierno y los partidos políticos detengan sus enfrentamientos.

La conquista española supo aprovechar el fervor religioso de los indígenas americanos para convertirlos a un cristianismo lleno de imágenes y ritos, de penitencias y mitos, dijo el historiador mexicano Juan Manuel Villalpando.

La Semana Santa es una de las mejores expresiones del sincretismo logrado entre lo católico y lo indígena, agregó Villapando. En algunos puntos de América Latina, las mujeres visten de luto y los hombres lucen cintas negras en la camisa en Viernes Santo.

Los denominados cucuruchos, personajes con atuendo morado con el rostro encapuchado, son comunes en la mayoría de celebraciones.

Otro hecho repetido es el desfile de penitentes que se infligen castigos con diversos artefactos.

La religiosidad expresada en imágenes de muerte y castigo es la marca de la Semana Santa, pero especialmente del Viernes Santo, apuntó Villalpando.

En las procesiones de Ahuachapán, los creyentes que cargan pesadas imágenes de la Virgen María y del apóstol Juan, maniobran sus estatuas con enormes dificultades para simular que besan los pies de otra que representa a Jesucristo.

En Huamanga, al sur de Lima, uno de los momentos de mayor religiosidad se origina al encontrarse en la plaza central las imágenes de Jesucristo y la Virgen María, Entonces, la iluminación eléctrica se apaga y las velas toman su lugar.

Pero las celebraciones no sólo tienen expresión en las procesiones teatrales. También se las observa en el tipo de platillos que se consumen.

La idea de que no se pueden comer carnes rojas durante la Semana Santa, especialmente el viernes, lleva a la preparación de platos especiales donde los granos, el pescado y los mariscos tienen primacía.

En México, el camarón con romeritos (un tipo de hierba), es parte esencial de la tradición culinaria, mientras en Ecuador lo es la fanesca, una sopa hecha a base de granos y bacalao.

No obstante la alta religiosidad, para millones de personas lo más importante ya no son los ritos cristianos sino la posibilidad de tomar vacaciones en atestadas playas o a centros turísticos. (FIN/IPS/dc/mj/cr/02

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