PAKISTAN: Mortal atentado en barrio con alta seguridad

El asesinato en la capital pakistaní de cinco personas que asistían a un templo cristiano en un barrio con alta seguridad, entre ellas la esposa y la hija de un diplomático estadounidense, mostró un flanco débil del gobierno militar.

El ataque se realizó con granadas el domingo, contra un templo de la Iglesia Protestante Internacional en el barrio de Islamabad en el cual se concentran las embajadas, considerado uno de los lugares más seguros del país, y causó heridas a otras 40 personas.

La acción extremista mostró la existencia de graves fallas en los dispositivos de las fuerzas de seguridad, reforzados para prevenir la recurrente violencia entre musulmanes de la mayoría sunnita y la minoría chiíta, que se produce todos los años durante el mes sagrado islámico de Moharram.

«Los atacantes cuentan con demasiada astucia y preparación, o fueron apoyados 'desde adentro' (de las fuerzas de seguridad). Investigamos todas las posibilidades», dijo a IPS un funcionario policial que no quiso ser identificado.

Las autoridades afirmaron que el atentado fue una represalia de grupos islámicos radicales, contra los cuales el presidente Pervez Musharraf lanzó una campaña a mediados de enero.

Musharraf reaccionó en forma más airada que contra la oleada de violencia entre extremistas religiosos registrada en las últimas semanas, que causó la muerte de más de 30 personas, anunció la creación de una comisión especial para investigar el ataque y aseguró que la campaña antiterrorista continuará.

«Supongo que los autores se oponen a la guerra contra el terrorismo y quisieron enviar un mensaje a Occidente», comentó en una entrevista difundida por televisión el poderoso ministro del Interior, Moinuddin Haider.

Más de 2.000 presuntos integrantes de grupos extremistas islámicos ilegalizados por Musharraf en enero fueron arrestados desde entonces, pero las autoridades no lograron presentar evidencia válida contra la mayoría de ellos ante tribunales.

Hasta el atentado del domingo, la única acción que pudo considerarse una represalia de las organizaciones ilegalizadas fue el secuestro y asesinato del periodista estadounidense Daniel Pearl, el mes pasado.

Algunos especialistas en política piensan que el ataque tuvo como principal objetivo a Estados Unidos, y constituyó una expresión de rechazo a la estrecha cooperación con Washington del gobierno militar, que comenzó con el apoyo a la campaña de Washington en Afganistán.

Najum Mushtaq, del Grupo de Crisis Internacional, piensa que es erróneo interpretar el episodio del domingo como una represalia contra la campaña antiterrorista de Musharraf.

«El compromiso gubernamental de luchar contra el terrorismo fue ante todo un gesto para complacer a Washington, y el ataque debería verse como parte de una prolongada campaña contra Occidente, y en especial contra Estados Unidos», dijo a IPS.

«Más que una represalia, esto fue el resultado de la ausencia de medidas eficaces y drásticas para asegurar el cumplimiento de la ley. Musharraf tiene mucho que explicar», añadió.

Extremistas pakistaníes atacan blancos estadounidenses desde hace años.

En 1995, dos funcionarios del consulado general de Washington en la meridional ciudad pakistaní de Karachi fueron asesinados tras la extradición a Estados Unidos de Ahmed Yusuf Ramzi, acusado por el atentado con bombas de 1993 contra las Torres Gemelas del World Trade Centre en Nueva York.

En 1997, cuatro empleados de la firma petrolera estadounidense Union Texas fueron asesinados luego de que una corte de Estados Unidos condenara a muerte al ciudadano pakistaní Aimal Kansi.

Kansi fue condenado por el asesinato de dos agentes de la estadounidense Agencia Central de Inteligencia el 25 de enero de 1993, en la oriental ciudad estadounidense de Langley.

En 1999, la embajada de Estados Unidos y la sede de una institución estadounidense en Pakistán fueron atacados con cohetes por personas no identificadas.

El ataque del domingo pude vincularse con la investigación gubernamental en curso sobre la presunta responsabilidad en el asesinato de Pearl del líder religioso pakistaní Omar Saeed Sheikh, quien podría ser extraditado a Estados Unidos, afirmó .el periodista Kamran Khan en el periódico The News.

«Omar advirtió en varias ocasiones que sus seguidores reaccionarían si se planeaba extraditarlo, durante interrogatorios a las cuales lo han sometido agencias de Inteligencia y en conversaciones con policías de Karachi», explicó con base en fuentes de Inteligencia no identificadas.

«El ataque contra el templo de la Iglesia Protestante Internacional fue más un acto terrorista antiestadounidense que un atentado con motivos religiosos, y los responsables sabían con certeza que diplomáticos de Estados Unidos asistían a ese templo los domingos», afirmó.

Los terroristas «habrían podido elegir muchos blancos más fáciles, si sólo se hubieran propuesto atentar contra un templo cristiano», agergó.

Es interesante que Islamabad no haya atribuido el ataque del domingo a fuerzas con apoyo extranjero, o en forma específica a India, como lo había hecho de modo habitual en casos anteriores.

El secretario de prensa de Musharraf, Rashid Qureshi, dijo a periodistas que no haría comentarios sobre una eventual relación de Nueva Delhi con el atentado, porque el gobierno no tenía pruebas de tal relación.

Sin embargo, algunos políticos que apoyan al gobierno militar acusaron a India.

«Los servicios de Inteligencia indios fueron responsables del ataque, cometido para que la comunidad internacional deje de prestar atención a la oleada de violencia entre hindúes y musulmanes en India», afirmó el líder del partido Quaid-i-Azam (Liga Musulmana Pakistaní), Mian Azhar. (FIN/IPS/tra- eng/mr/js/mp/ip cr/02

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