FUTBOL-AFRICA: Hechiceros expulsados del campo de juego

Las federaciones de fútbol de Africa tratan de poner fin a prácticas de hechicería realizadas con la intención de influir en el resultado de los partidos, pero no es probable que tengan éxito, según especialistas.

Durante la Copa Africana de selecciones nacionales de fútbol, que terminó el mes pasado en Malí, se prohibió que presuntos hechiceros integraran delegaciones deportivas o estuvieran presentes al lado de los campos de juego.

«Tuvieron que sentarse en las gradas, junto con el público», dijo a IPS un entrenador nigeriano que no quiso ser identificado.

La medida incluyó a practicantes de medicina tradicional, que emplean hierbas de probada eficacia.

«Los auténticos médicos que deseen emplear medicamentos tradicionales son libres de hacerlo, pero terminó la época de los médicos brujos en los vestuarios, por lo menos durante la Copa Africana», dijo a IPS uno de los organizadores de esa competencia.

El término «médico brujo» es considerado ofensivo por quienes practican formas tradicionales africanas de medicina.

«Los jugadores se sienten mejor cuando cuentan con protección y guía de sus ancestros», dijo a IPS el director de Deportes y Cultura de Swazilandia, Maswazi Simelane.

Es legítimo ayudar a un jugador de fútbol con «hierbas que pueden mejorar el desempeño atlético, y fortalecerlo por el poder de sus antepasados», afirmó Amos Pfumo, «tinyanga» (practicante de medicina tradicional) de la meridional provincia mozambiqueña de Maputo.

Pfumo practica con deportistas un rito llamado «kucinisa» (enderezar), en el cual combina invocaciones y medicamentos tradicionales en polvo, administrados por vías sanguínea mediante pinchazos con una púa de puercoespín en varias partes del cuerpo, en especial en las piernas.

Según el «tinyanga», esos medicamentos no sólo fortalecen el cuerpo, sino que también son instrumentos para que el paciente reciba a los espíritus de sus ancestros, los cuales se complacen cuando son invocados en forma adecuada, y recompensan a los deportistas.

«Los espíritus lo guiarán y harán que dé lo mejor de sí. No pueden otorgarle habilidades que no posee, pero sí lograr que haga el mejor uso posible de sus recursos, y darle buena suerte», alegó.

El periodista deportivo Lwazi Dlamini, del diario Times de Swazilandia, opina que el efecto de esas prácticas sobre los deportistas es «ante todo psicológico», pero que eso no le quita efectividad.

«Muchos entrenadores de fútbol no creen en la hechicería, pero apelan a ella porque los jugadores confían en la invocación a sus antepasados, y pueden rendir más si sienten que tienen a espíritus ancestrales de su lado», explicó Bongani Mngomezulu, entrenador del equipo de fútbol sudafricano Black Mambas.

Otras prácticas son menos inocuas, y menos aceptables desde el punto de vista deportivo.

«Es común que los integrantes de un equipo sacrifiquen a una cabra al costado del campo de juego, antes del comienzo de un partido, con la intención declarada de honrar a sus antepasados. Pero luego derraman sangre y bilis del animal en el camino que deben recorrer sus adversarios», señaló Dlamini.

«Los adversarios temen quebrarse las piernas o quedar ciegos debido al presunto hechizo. He visto a equipos ganar un partido cuando sus rivales se negaron a entrar al campo de juego, porque pensaban que el túnel de entrada había sido hechizado», explicó.

«Los practicantes de medicina tradicional son parte del deporte, porque los africanos confían en ellos, pero emplear trucos sucios para asustar a los adversarios nos da mala reputación», sostuvo.

Lo que menos necesita Africa es reforzar el prejuicio de que sus habitantes son primitivos y supersticiosos.

«No somos primitivos por creer en nuestros ancestros, pero es regresivo apelar a la magia negra y usar 'mutsi' (sustancias a las cuales se cree capaces de producir hechizos», dijo a IPS el jugador de fútbol Vusi Malambe, de Swazilandia.

Malambe piensa que el aumento de la calidad del fútbol africano conduce que los jugadores se sientan menos vulnerables a presuntos hechizos.

«Llegará el momento en que confiemos en que somos demasiado buenos para que un conjuro nos detenga», afirmó. (FIN/IPS/tra- eng/jh/mn/mp/cr/02

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