ESTADOS UNIDOS: Mala semana para la hegemonía

La convulsionada región de Medio Oriente puso esta semana en entredicho las aspiraciones hegemónicas del gobierno de Estados Unidos.

Los aliados más estrechos de Washington en Medio Oriente, tanto árabes como israelíes, se negaron a asegurar rápido respaldo al plan de paz de Arabia Saudita, mientras Iraq —próximo blanco de la guerra antiterrorista— fue recibido con los brazos abiertos en la cumbre de la Liga Arabe, celebrada en Beirut.

En la semana en que el presidente George W. Bush esperaba alcanzar un cese del fuego para el conflicto entre israelíes y palestinos, se puso en marcha una nueva espiral de violencia y muerte.

Tanques y vehículos blindados isralíes ingresaban este viernes a Cisjordania y la franja de Gaza en represalia por los últimos ataques suicidas palestinos, perpetrados desde la noche del miércoles.

Mientras tanto la Unión Europea (UE), indignada con los aranceles de hasta 30 por ciento a la importación de acero que dispuso Washington, anunciaba sus represalias comerciales.

China impidió una escala de rutina en el puerto de Hong Kong a un barco de guerra estadounidense, en protesta por la recepción que Washington brindó a un oficial de defensa de Taiwan.

Luego de insistir durante meses que sus tropas no serían destinadas al mantenimiento de la paz en Afganistán, Washington cedió al desesperado pedido de la ONU y del gobernante interino Hamid Karzai, e indicó que sus fuerzas se dedicarán a mantener el orden entre los señores de la guerra que controlan buena parte del territorio.

Pero eso no fue todo. Pakistán rechazó de plano las sugerencias de permitir que tropas estadounidenses operen en su zona fronteriza con Afganistán para impedir el afincamiento de los fugitivos combatientes del movimiento Talibán y la red Al Qaeda.

Finalmente, comandantes militares que han resistido en privado las intenciones hegemónicas de altos funcionarios civiles que dominan el Departamento (ministerio) de Defensa, hicieron públicas sus discrepancias.

En audiencias celebradas en las últimas dos semanas en el Congreso legislativo, los oficiales sugirieron que sus fuerzas han extremado su capacidad en la guerra en Afganistán y otros despliegues militares como para llevar a cabo nuevas misiones.

Esas declaraciones irritaron al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, quien visiblemente molesto afirmó: ”Dar esa impresión es en mi opinión un flaco favor (a las tropas)”.

”No es fácil gobernar el mundo”, bromeó un asesor del opositor Partido Demócrata en el Congreso.

El enojo de Rumsfeld refleja algo más que la frustración por el exceso de precaución del comando militar, cada vez más preocupado por la superficial multiplicación de misiones militares.

La situación no es buena para los ”halcones”, funcionarios de extrema derecha, nucleados en torno de Rumsfeld y del vicepresidente Dick Cheney, quienes tras cantar victoria por el rápido y casi indoloro derrocamiento del régimen Talibán el año pasado, esperaban pasar rápidamente a la guerra contra Iraq.

De hecho, el propósito de la gira de 11 días de Cheney por los países aliados de Medio Oriente y el Golfo, fue preparar el terreno diplomático para esa operación militar, que Washington preveía iniciar en septiembre.

Pero con excepción de Israel, Cheney recibió el mismo mensaje negativo en casi todas las capitales que visitó.

El príncipe heredero de Bahrein, Hamad Al-Khalifa, que alberga una importante base naval de Estados Unidos en el Golfo, fue el más categórico.

”Las personas no están muriendo en las callles como resultado de la acción iraquí, sino de la acción israelí. Y los muertos en Israel son el resultado de las acciones tomadas en represalia”, dijo Al-Khalifa a Cheney.

La Casa Blanca apostaba a que el viaje a Israel de Anthony Zinni, enviado especial de Bush a Medio Oriente, para negociar un cese del fuego, desviaría la atención de los árabes y dejaría espacio para discutir el derrocamiento del presidente de Iraq, Saddam Hussein.

Washington esperaba que operara en el mismo sentido su respaldo a la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de Naciones Unidas) a favor de la creación de un estado palestino ”dentro de fronteras seguras y reconocidas”.

Pero los aliados árabes se mostraron inusualmente firmes ante las sugerencias de Cheney, y dejaron muy clara su posición durante la cumbre del miércoles y jueves en Beirut.

El encuentro de la Liga Arabe arrojó una inesperada reconciliación entre Iraq y Kuwait, y resolvió ofrecer la paz a Israel a cambio de su retiro de los territorios ocupados desde 1967. Además, los líderes advirtieron que cualquier ataque contra Iraq será considerado una agresión contra todos los países árabes.

Este resultado se produjo tras una serie de imprevistos desaires de gobernantes árabes y del primer ministro de Israel, Ariel Sharon, ante Washington.

Durante sus reuniones con Cheney los líderes árabes sostuvieron que la cuestión israelí-palestina era más importante que Iraq.

Sharon rechazó el pedido personal de Cheney para que autorizara el viaje a Beirut, y el posterior regreso, del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, para asistir a la cumbre.

Los gobernantes árabes reaccionaron con ira. Dos estrechos aliados de Washington, el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, y el rey Abdulá de Jordania, desistieron de acudir a Beirut en protesta por la ausencia de Arafat.

Por su parte, el canciller de Arabia Saudita, Saud Faisal, dijo a los periodistas que si Israel rechazaba la iniciativa del príncipe heredero y regente del país, Abdulá, ”volveremos a la amenaza de un conflicto generalizado”.

”Estados Unidos invirtió mucho capital político sin resultado alguno, lo cual ilustra el profundo bloqueo de la situación y los límites de la influencia estadounidense”, dijo al diario The Washington Post el ex embajador de Estados Unidos en Israel, Samuel Lewis.

”La situación en el terreno se acerca a una guerra total”, advirtió el actual embajador estadounidense Martin Indyk.

Mientras acontecimeintos y actores en Medio Oriente parecen escapar del control de Washington, éste debe hacer frente a otros asuntos.

La UE exhibió una explosiva lista de exportaciones estadounidenses que piensa obstaculizar en represalia por los aranceles a sus importaciones de acero.

La lista está encabezada por productos procedentes de estados en los que el gobernante Partido Republicano será especialmente vulnerable en las elecciones legislativas de noviembre.

El analista David Broder explicó que la creciente brecha entre la UE y Estados Unidos se debe también a los objetivos antiterroristas de Washington, en especial Iraq. Según el observador, los europeos están ”furiosos” con la Casa Blanca y ”listos para dar respuesta”.

Incluso en el escenario interno la situación parece complicada para Bush.

El diario The Wall Street Journal informó el jueves que el gobierno está tan dividido sobre su respaldo a grupos iraquíes disidentes ante un eventual derrocamiento de Saddam Hussein, que el Departamento de Estado (cancillería) no aprobó las visas de miembros del disidente Congreso Nacional Iraquí, apoyado por el Pentágono.

La cancillería decidió posponer la cuestión de las visas hasta una reunión con la organización, prevista para el mes próximo. (FIN/IPS/tra-en/jl/lp/dcl/ip/02

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