AGRICULTURA-INDIA: Granjeros adoptan algodón transgénico

Las advertencias de ambientalistas y expertos en seguridad alimentaria no disuadirán a los agricultores del estado de Punjab, en el norte de India, de cultivar algodón transgénico al comienzo de la próxima estación lluviosa, a mediados del año.

«No permitiré que la revolución biotecnológica pase por alto a Punjab», advirtió Amarinder Singh, el nuevo ministro jefe de este estado agrícola fronterizo con Pakistán, poco después de asumir su cargo, a principios de este mes.

Como líder de la «revolución verde» entre 1967 y 1978, Punjab utilizó en la agricultura herramientas mecánicas, pesticidas, fertilizantes, semillas híbridas y nuevos métodos de irrigación para aumentar la producción y convertirse en el granero de India.

Pero la revolución verde también despojó al suelo de Punjab de nutrientes y lo contaminó con diversos fertilizantes y pesticidas químicos.

También defraudó las esperanzas de los agricultores, que pronto empezaron a sufrir la caída de los precios de sus productos como resultado de las reservas excesivas de trigo y arroz, actualmente superiores a 50 millones de toneladas.

Desesperados, los granjeros de Punjab se volcaron en los últimos años a cultivos comerciales como la caña de azúcar y el algodón.

El cultivo de caña de azúcar nunca despegó por falta de agua subterránea, y el algodón sufre los embates del temible gusano de la cápsula.

La producción algodonera estadual cayó de 2,7 millones de fardos el año pasado a 700.000 este año. Según Singh, al menos 600 granjeros endeudados se suicidaron este año tras el fracaso de la cosecha.

Es en este marco que entra en escena el algodón transgénico, es decir, algodón al cual se le introdujeron genes tóxicos del bacillus thuringiensis, una bacteria mortal para el gusano de la cápsula.

Singh dice no entender por qué hasta ahora se les ha negado a los agricultores nacionales el acceso al algodón transgénico desarrollado por la compañía biotecnológica estadounidense Monsanto, comercializada en este país por su subsidiaria Mahyco.

India tiene la mayor superficie cultivada con algodón del mundo (8,9 millones de hectáreas), y sus 2,86 millones de toneladas de producción anual la colocan en tercer lugar en el mundo, aunque su productividad está entre las más bajas, con 320 kilogramos por hectárea.

Los cultivadores de algodón gastan cada año unos 400 millones de dólares en plaguicidas.

El año pasado, bajo presión de grupos ambientalistas, el Comité de Aprobación de Ingeniería Genética (GEAC) de India, establecido por el Ministerio de Ambiente, retuvo el permiso para cultivo comercial de algodón transgénico por considerar que las pruebas eran insuficientes.

Pero esa razón ya no es válida, porque el Consejo Indio de Investigación Agrícola realizó nuevos ensayos y seguramente GEAC apruebe el cultivo comercial en su próxima reunión, este mes.

La aprobación significará el fin de años de campaña de ecologistas y activistas de la seguridad alimentaria que advierten, entre otras cosas, sobre la transmisión de genes tóxicos mediante el polen a otros cultivos en campos vecinos, con consecuencias ambientales potencialmente desastrosas.

«Mientras Monsanto estima que el polen puede trasladarse unos 15 metros, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos sostiene que puede viajar más de cinco kilómetros, y si (el algodón transgénico) se planta en Punjab, los genes podrán llegar fácilmente a Pakistán, para no mencionar otros estados indios», previno el activista Devinder Sharma.

Sharma está convencido de que los agricultores de Punjab pasarán de la «fiebre química», por la que fueron forzados a utilizar cada vez más y más plaguicidas, a la «fiebre biológica», por la que se desarrollan cada vez más cultivos con genes resistentes a pestes.

Que India se encamina a la adopción rápida y descontrolada de cultivos transgénicos quedó ampliamente demostrado al descubrirse el año pasado que los granjeros del estado occidental de Gujarat compraban y cultivaban semillas de algodón biotecnológico sin esperar la aprobación del GEAC.

Para fines del año pasado, cuando se descubrió que unas 10.000 hectáreas de Gujarat estaban cultivadas con algodón manipulado genéticamente, el Ministerio de Ambiente ordenó a las autoridades estaduales que destruyeran los cultivos.

Ambientalistas como Vandana Shiva culparon por la propagación ilegal del algodón transgénico a Monsanto y su filial Mahyco, que importaron las semillas y realizaron pruebas en nueve estados indios sin la aprobación del GEAC.

«Esas pruebas violaron las leyes de bioseguridad y también la Constitución, dado que la agricultura es una cuestión de Estado y ninguno de los nueve estados donde se realizaron las pruebas fueron consultados», acusó la activista. (FIN/IPS/tra-en/dv/rdr/js/mlm/en-dv/02

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