El cultivo y el comercio de drogas florecen nuevamente en Afganistán, que puede recuperar su lugar como primer productor mundial de heroína, ante la ausencia de alternativas redituables para los agricultores.
Una investigación efectuada en febrero por el Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización Internacional de Drogas (PNUFID) reveló que las plantaciones de opio han vuelto a «un volumen relativamente alto» en todo el país.
La adormidera, planta de la que se extrae el opio, podría cubrir este año una superficie de 45.000 a 65.000 hectáreas, semejante al área sembrada a mediados de los años 90, y la cosecha podría alcanzar un volumen de 1.900 a 2.700 toneladas, según los resultados preliminares del estudio.
La investigación del PNUFID analizó la situación de 208 aldeas en 42 distritos en las zonas oriental y meridional del país, áreas tradicionales del opio, y excluyó las zonas septentrionales, donde el frío del invierno boreal retrasó la temporada de siembra.
Aunque el gobierno interino de Afganistán prohibió el cultivo de opio en enero, para entonces la mayoría de los campos de adormidera ya estaban sembrados.
La temporada de floración de la adormidera y extracción del opio con que se fabrica la heroína es entre abril y mayo en el sur y este del país, y entre junio y agosto en el norte.
El área cultivada alcanzó su pico en 1999, cuando el opio llegó a cubrir 95.000 hectáreas, y la cosecha trepó a la máxima histórica de 4.600 toneladas. Afganistán era entonces el principal productor mundial de heroína.
La sequía que asoló al país en los últimos años y la prohibición impuesta por el derrocado movimiento islámico de Talibán (1996-2001), en julio de 2000, coadyuvaron a reducir los cultivos.
Pero el derrumbe del Talibán en noviembre, y el vacío de poder que persiste en buena parte del territorio afgano, todavía bajo las bombas de Estados Unidos y Gran Bretaña, propiciaron la recuperación de la producción de narcóticos.
«Claramente, Afganistán tiene capacidad para volver a ser el mayor productor mundial de heroína y necesita total apoyo y cooperación de la comunidad internacinal y de sus vecinos en particular», advirtió Herbert Okun, integrante de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), que forma parte del sistema de la ONU.
«Los narcóticos continúan siendo la principal fuente de ingresos en Afganistán debido a la destrucción de la economía causada por años de guerra», afirmó la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA).
La confiscación de crecientes cargamentos de heroína en los países de Asia central vecinos de Afganistán e Irán prueba que el país aún cuenta con importantes reservas, suficientes para abastecer las rutas regionales del narcotráfico en los próximos seis años, según algunas estimaciones.
En virtud de la situación estratégica de Afganistán, los acontecimientos nacionales afectan de diversa forma a sus vecinos y el resurgimiento del contrabando de drogas profundizará su influencia desestabilizadora, según la Fundación Cultural y de Investigación Himalaya, con sede en India.
En la primera mitad de 2001 Tayikistán confiscó tanta heroína como en todo el año anterior y la situación en Kirguizstán es similar, de acuerdo al último informe de la JIFE.
La comunidad internacional debe ofrecer soluciones a los campesinos afganos, pues la intensificación de la producción y tráfico de drogas será un nuevo factor desestabilizador para gran parte de Asia y un incentivo para el consumo en Europa, advirtieron expertos de la ONU (Organización de Naciones Unidas).
Casi 85 por ciento de los 24 millones de afganos dependen directamente de la agricultura y aquellos volcados al lucrativo cultivo de adormidera no lo abandonarán por otras alternativas que requieren inversiones e infraestructura de riego, sostuvo el Programa Mundial de Alimentos del foro mundial.
Los agricultores entrevistados en la investigación del PNUFID explicaron que los precios que ofrecen los intermediarios son un incentivo poderoso para volcarse al opio.
En un panorama de pobreza desesperante, donde la población busca raíces y hojas para comer, el contrabando de opio se ha vuelto más organizado y violento, atestiguó una misión de la Cruz Roja y la Medialuna Roja que visitó el país el mes pasado.
Afganistán se catapultó como productor mundial de heroína en los años 90 por la complicidad de los señores de la guerra que se disputaban el territorio y la sequía que afectó al «triángulo dorado» de Asia sudoriental, conformado por Birmania, Laos y Tailandia, la zona tradicional de la adormidera.
El consumo y la adicción a las drogas se está multiplicando en Pakistán e Irán, los países más afectados por el ingreso de la heroína. «Hace 10 años eran raros los casos de adicción a la heroína en Pakistán. Ahora hay un millón de adictos», sostuvo Okun, de la JIFE.
Pero la mayor parte de la droga va a parar a Europa occidental, y los traficantes apuntan ahora al mercado estadounidense.
Los narcotraficantes tailandeses compran cada vez más heroína afgana en Pakistán, donde un kilogramo del narcótico cuesta entre 1.000 y 2.000 dólares, diez veces más barata que en Bangkok. (FIN/IPS/tra-eng/au/aa/dc/ip dv/02