TURISMO-MERCOSUR: Ausencia de argentinos castiga a Brasil

La crisis argentina interrumpió la acelerada expansión del turismo en Brasil y puso en duda el futuro del sector en Santa Catarina, el estado de playas más atractivas en el sur brasileño.

El impacto en Brasil del colapso financiero argentino se agravó por haber estallado en diciembre, coincidiendo con el inicio del verano, frustrando las expectativas de la alta temporada en los grandes centros turísticos brasileños.

La ausencia de turistas argentinos se sintió en el carnaval de Salvador, capital del nororiental estado de Bahía, donde en años anteriores representaban 20 por ciento de los extranjeros que participaron en varios días de fiesta callejera.

Este fue uno de los motivos para que las multitudes no alcanzaran los dos millones de personas esperadas por las autoridades locales.

La reducción fue significativa también en otras ciudades y playas del nordeste brasileño, así como en Río de Janeiro, pero principalmente en Santa Catarina, cuyo desarrollo turístico en los últimos 10 años ganó impulso gracias al flujo de turistas procedentes del país vecino.

Argentina fue el principal origen de turistas extranjeros en Brasil, en especial en los últimos 11 años, en que la paridad fija con el dólar fortaleció el poder de compra del peso argentino en Brasil, cuya moneda sufrió constantes devaluaciones, con periodos de excepción en 1994 y 1995.

Los argentinos constituían cerca de 30 por ciento de los turistas extranjeros, que aumentaron de 4,8 millones en 1999 a cerca de 5,4 millones en 2000, con un crecimiento sostenido de seis por ciento anual que permitiría cumplir en 2003 la meta de 6,5 millones fijada por del Instituto Brasileño de Turismo.

La devaluación del peso argentino dificultará el cumplimiento del objetivo y afectará especialmente los resultados de este año.

«En esta temporada recibimos uno por ciento de los argentinos que estábamos acostumbrados a tener como húespedes», dijo a IPS Rosana Daux, dueña hace 12 años del Hotel Canasbeach, de 46 habitaciones, en Canasvieira, un barrio de Florianópolis, capital de Santa Catarina.

Canasvieira, una playa al norte de la isla de Florianópolis, prosperó con los dólares aportados por los turistas argentinos en el verano. Por eso se convirtió en un típico barrio porteño, con la costumbre de mantener abiertos sus comercios hasta la madrugada, tal como sucede en algunas calles de Buenos Aires.

Un aumento de visitantes brasileños, sobre todo de Sao Paulo, alivió las pérdidas en este verano, pero «hubo dias de solo 20 por ciento de ocupación del hotel, contra 80 por ciento en años anteriores», se lamentó Daux.

Además, la hotelera debió bajar los precios al nivel de la baja temporada, equivalente a 25 dólares diarios. Normalmente en enero cobraba el doble, señaló.

La crisis la obligará también a anticipar la interrupción de las actividades del hotel. Antes lo mantenía abierto en marzo y abril para los jubilados, que «no vendrán este año».

En Camboriú, playa 94 kilómetros al sur de Florianópolis, la desaparición de los argentinos también causó desolación. En carnaval, el Hotel Catamarán, de 107 habitaciones, recibió «un solo grupo de 25 a 30» argentinos, al contrario de años anteriores en que eran mayoría, dijo el recepcionista Frederico Bilik.

Aun así el hotel estuvo completo dos dias, gracias a los residentes de Sao Paulo que compensaron parcialmente la ausencia argentina, observó. Pero esa sustitución por turistas nacionales es breve. «La temporada ya acabó. Con los argentinos, se hubiera prolongado hasta marzo», lamentó.

Bilik trabaja en el hotel hace tres meses, después de abandonar un empleo similar en Curitiba, capital del estado de Paraná en que predomina el turismo empresarial. Decidió volver a Camboriú, la ciudad donde vive su familia, en el peor momento.

Ahora teme quedar desempleado, ya que con el peso argentino devaluado el flujo de visitantes del país vecino se reducirá.

Pero el presidente de la sección local de la Asociación Brasileña de Restaurantes y Empresas de Entretenimiento, Luciano Bartolomeu, declaró a IPS que las perspectivas del turismo en Santa Catarina no son tan malas.

Los turistas argentinos se redujeron 80 por ciento, pero las pérdidas se concentraron en negocios que «se acomodaron» a la política cambiaria que rigió en el país vecino durante 11 años y que, por lo tanto, dependían totalmente de los visitantes de esa procedencia, como los de Canasvieira y Camboriú, dijo Bartolomeu.

Los hoteles del centro de Florianópolis, por ejemplo, registraron 80 por ciento de ocupación, y los buenos restaurantes locales practicamente no sintieron la ausencia de argentinos, sostuvo.

A ello contribuyó el gran aumento del turismo interno, favorecido por la mejora de la carretera BR-101, que une Florianópolis con estados situados al norte, Paraná y Sao Paulo, y con el meridional estado de Rio Grande del Sur, señaló.

Además, la devaluación del real y los atentados terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington desestimularon los viajes al exterior de brasileños que, en buena medida, fueron atraídos por la «calidad de vida» y el bajo índice de violencia de Santa Catarina.

Así, cambió el perfil de los turistas, con la sustitución de los «mochileros» argentinos, jóvenes que consumen poco, por personas de mayor poder adquisitivo, que viaja en automóvil, gasta más y permanece más tiempo en el destino elegido, celebró Bartolomeu.

Santa Catarina debe a los argentinos el desarrollo alcanzado por su sector turístico en los 10 últimos años, pero ahora debe pasar a un nuevo nivel, con mejor planificación y ofreciendo mejores servicios, concluyó. (FIN/IPS/mo/mj/if/02

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