Jefes de Estado y de gobierno, a quienes protegerán más de 7.000 soldados, firmarán el 22 de marzo en México su receta para abatir la pobreza y lograr «un sistema mundial equitativo con inclusión de todos».
El documento final de la Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo ya está listo y no cambiará en lo esencial, afirmó a IPS Christian Ossa, asesor de la Secretaría de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la reunión, que se realizará del 18 al 22 del mes próximo en la septentrional ciudad de Monterrey.
En sus 10 páginas, pródigas en intenciones, pero con escasos plazos y compromisos cuantificables, los gobiernos del mundo indican el camino a seguir para lograr el desarrollo con un mejor y equitativo financiamiento.
Recomendaciones para aplicar políticas nacionales responsables, promesas para lograr un comercio global justo y llamados para aliviar el peso de la deuda externa del mundo en desarrollo y mejorar la gestión de los organismos financieros multilaterales, son parte de la receta.
El documento exhorta a movilizar mayores recursos internacionales para el desarrollo, asunto central de la conferencia de Monterrey, que se prepara hace dos años con el patrocinio de la ONU.
«Esta conferencia va más allá del simple hecho de discutir el flujo de recursos del Norte (industrial) al Sur (en desarrollo). El tema aquí es la discusión sobre los mecanismos, los instrumentos, las reformas institucional y las políticas que deberían aplicarse para la movilización efectiva de recursos en el planeta», sostuvo Ossa.
«La idea de la conferencia es lograr un mejoramiento y un cambio profundo en la forma en que se movilizan esos recursos», dijo.
Se ha anunciado la participación de unos 40 presidentes, entre quienes se contarán el estadounidense George W. Bush y todos los latinoamericanos.
Asistirán también unos 6.000 funcionarios de 189 países y representantes de organismos mutilaterales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial de Comercio.
«La movilización de recursos financieros y el logro de las condiciones económicas nacionales e internacionales necesarias para cumplir los objetivos de desarrollo (…) será nuestro primer paso para asegurar que el siglo XXI se convierta en el siglo del desarrollo para todos», se lee en el borrador preparado.
Pero las metas señaladas exigen una marcha cuesta arriba. La ayuda del Norte industrial al Sur en desarrollo viene en caída desde principios de los años 90 y está lejos de la recomendación de la ONU de llevarla a un promedio de 0,7 por ciento del producto interno bruto (PIB) de los países ricos.
Los miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, que reúne a los países del Norte, redujeron su ayuda al desarrollo de un promedio de 0,3 por ciento de su PIB en 1990 a 0,2 por ciento en 1999, indica el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su informe 2001.
En cuanto a las metas de progreso suscritas por los gobierno del mundo para 2015 en la llamada Declaración del Milenio, tampoco hay noticias halagueñas.
Veinticuatro por ciento de los habitantes del planeta viven en la actualidad con menos de un dólar por día, apunta el PNUD.
La agencia advierte que 50 por ciento de los países del mundo no alcanzarán sus objetivos de desarrollo «si no aceleran su progreso en grado significativo».
Problemas ligados a los mercados internacionales, como la deuda externa del Sur, permanecen sin solución, a pesar de las reiteradas promesas de los gobiernos de acometerlos.
Estudios del PNUD indican que si se cancelara la deuda de los 20 países más pobres del mundo y se invirtiera ese monto en salud, se salvaría la vida de siete millones de niños en un año.
El Banco Mundial, por su parte, señala que, por cada dólar en donaciones que llega a los países en vías de desarrollo, nueve dólares regresan a los acreedores por la vía del servicio de la deuda externa.
La cita de Monterrey es apenas el inicio de un proceso, que deberá continuar hasta lograrse medidas concretas, puntualizó o Laura Frade, portavoz del comité mexicano de la sociedad civil, que participará de la conferencia.
Entre los activistas sociales hay cierta desazón ante el contenido del acuerdo final por considerarlo muy general, pero aspiran a lograr algunos cambios mediante el diálogo con los delegados gubernamentales, indicó Frade.
El borrador de la declaración final de Monterrey consigna la exortación de los gobiernos a los organismos multilaterales a diseñar políticas para solucionar el problema de la deuda.
También solicitan a la ONU que ponga en marcha «una campaña mundial de información y promoción», para hacer ver a la opinión pública del Norte industrial la urgencia de aumentar la asistencia internacional al desarrollo.
La sociedad civil, que en varios foros se ha declarado decepcionada ante las escasas medidas concretas que espera de la conferencia, tendrán también activa participación en Monterrey, una ciudad del estado de Nuevo León con más de un millón de habitantes.
Cientos de organizaciones no gubernamentales se reunirán del 14 al 16 de marzo en esa ciudad para discutir en el «Foro Global para el desarrollo sustentable con equidad» el mismo asunto que abordarán los gobiernos. Luego, durante la conferencia oficial, compartirán 12 mesas de análisis con gobernantes y con delegados de la ONU.
Los presidentes participarán de la conferencia central sólo los días 21 y 22. Entre el 18 y 21 serán sus ministros los que avancen en las discusiones.
El gobierno anfitrión, encabezado por Vicente Fox, prevé protestas de los «globalifóbicos» durante la cita, pero sin violencia. La seguridad estará a cargo de 7.000 efectivos, entre soldados, policías y expertos en terrorismo, bombas y disturbios.
En la reunión también tendrán su espacio los empresarios, que realizarán un foro el 18 de marzo y participarán en las 12 mesas redondas junto a gobiernos y grupos de la sociedad civil. (FIN/IPS/dc/ff/dv/02
