China extendió la primera rama de olivo al gobierno independentista de Taiwan, a la que considera su «provincia renegada», en un intento por mejorar las relaciones con el partido que ha obtenido la mayoría parlamentaria en la isla.
El viceprimer ministro Qian Qichen manifestó en un discurso pronunciado en el Gran Salón del Pueblo su disposición a dialogar con el Partido Democrático Progresista (PDP) de Taiwan e invitó a sus dirigentes a visitar China continental.
Beijing se ha dado cuenta de que la mayoría de los miembros del PDP no son «separatistas», declaró Qian, la máxima autoridad de política exterior, en un cambio radical de la visión del gobierno chino sobre el partido encabezado por el presidente taiwanés Chen Shuibian.
«Creemos que hay una diferencia entre la vasta mayoría de los miembros de PDP y un pequeño número de obstinados activistas por la independencia de Taiwan», expresó el funcionario. «Los invitamos a visitarnos en un marco apropiado para promover el entendimiento», agregó.
Qian habló el jueves último en un seminario conmemorativo del aniversario de un importante discurso político sobre Taiwan del presidente Jiang Zemin, en enero de 1995.
La invitación parece ser parte de un ablandamiento de la política de Beijing hacia Taiwan como consecuencia de que el PDP, un partido al que los líderes comunistas volvían la espalda, se ha transformado no sólo en gobierno sino también en la mayoría absoluta del parlamento taiwanés.
China considera a Taiwan una provincia rebelde y se propone reunificarla con el continente. Beijing sospecha que el objetivo último de Chen Shuibian y su partido sea la declaración formal de independencia para Taiwan.
Cuando Chen fue elegido presidente en marzo de 2000, convirtiéndose en el primer candidato de la oposición en llegar a la independencia en la historia de Taiwan, Beijing lo vio como un fenómeno pasajero y rehusó todo contacto con su partido político.
En cambio, el gobierno chino se dedicó a cortejar a miembros del partido rival de Chen, el Kuomintang, que es partidario de la reunificación y gobernó la isla por más de 50 años desde que fue expulsado del continente por las fuerzas comunistas de Mao Zedong.
Beijing creyó que el paso del tiempo revertiría la situación política en Taiwan, pero para sorpresa de muchos, las elecciones parlamentarias de diciembre de 2001 dieron una victoria abrumadora al PDP y aumentaron las posibilidades de reelección de Chen en 2004.
Aunque el gobierno chino intentó restar importancia al triunfo legislativo del PDP, surgió un nuevo tono de tolerancia en los discursos oficiales sobre Taiwan.
«La situación de la isla de Taiwan ha tenido cambios que ameritan atención», dijo eufemísticamente el viceprimer ministro en su discurso, citado por la agencia oficial de noticias Xinhua.
Las últimas medidas de Taiwan en busca de más apoyo internacional a su causa sólo provocaron tenues críticas de Beijing.
«Dicen las mismas cosas que antes, pero la virulencia ha desaparecido», comentó un diplomático asiático en Beijing.
Aunque Beijing realizó las habituales protestas cuando Estados Unidos otorgó visas de tránsito al presidente Chen y la vicepresidenta Annette Lu en los últimos meses, la reacción oficial fue muy distinta a las amenazas realizadas tras la visita del ex presidente taiwanés Lee Tenghui a Washington en 1996.
A los ojos de Beijing, la concesión de visas a los gobernantes taiwaneses equivale a un reconocimiento formal del gobierno de Taiwan por parte de Estados Unidos.
Los observadores también están sorprendidos porque la decisión de Taipei de agregar las palabras «emitido en Taiwan» a sus pasaportes de la República de China no provocó respuestas airadas de Beijing.
El nombre oficial de Taiwan es República de China, mientras el de China es República Popular de China.
Funcionarios de Taipei declararon que el cambio en los pasaportes fue por cuestiones prácticas, destinado a evitar confusiones en las aduanas extranjeras, y no a cambiar el nombre oficial de la isla.
Si bien la Oficina de Asuntos de Taiwan del Consejo de Estado chino advirtió que no toleraría cualquier medida hacia la «independencia» de Taiwan, la retórica beligerante desapareció rápidamente de la prensa oficial.
Tras la integración simultánea de Taiwan y China a la Organización Mundial del Comercio (OMC), el pasado diciembre, el diario People's Daily destacó «el notable incremento de las oportunidades comerciales» para ambas partes.
Taiwan ya invirtió 29.000 millones de dólares en el continente. El comercio bilateral aumentó 4,6 por ciento en los primeros 10 meses del año pasado, totalizando 26.000 millones de dólares.
A medida que la isla y el continente se integran económicamente, Beijing percibe la necesidad de un cambio en su estricta política hacia el PDP de Chen.
La manzana de la discordia entre Beijing y Taipei sigue siendo el principio de la «China única». Beijing insiste en que Taipei reconozca que hay una sola China antes de que ambas partes puedan reanudar conversaciones.
Pero en una señal de cambio, Qian invitó a Taiwan a un diálogo para establecer «un mecanismo para la cooperación económica a través del estrecho» y otras maneras de mejorar los vínculos económicos.
«Es de esperar que los líderes de Taiwan no malinterpreten la situación y pierdan esta buena oportunidad», publicó el viernes el People's Daily en un editorial. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mlm/ip/02