ASIA MERIDIONAL: Ofensiva diplomática china en momento crítico

El primer ministro de China, Zhu Rongji, se encuentra de visita en Nueva Delhi en momentos en que la comunidad internacional intenta evitar una nueva guerra entre India y Pakistán, rivales tradicionales y potencias nucleares.

La insistencia de Beijing en realizar la visita a pesar de la crisis internacional que afecta a la región demuestra la preocupación del gobierno chino por la presencia militar de Estados Unidos en Asia meridional y su participación diplomática en el último conflicto entre India y Pakistán.

Beijing insistió la semana pasada en que no tiene intenciones de hacer de mediador entre Nueva Delhi e Islamabad, que ya se enfrentaron en dos guerras abiertas y una no declarada por el territorio de Cachemira controlado por India.

«China no tiene intención de mediar y no mediará entre los dos países», aseguró el canciller indio Jaswant Singh.

Pero la visita de Zhu, la primera de un primer ministro chino a India en más de una década, bien podría proveer una plataforma para aliviar las tensiones entre India y Pakistán.

Hasta ahora, China había adoptado un tono neutral en sus declaraciones públicas, manifestando su «profunda preocupación» y urgiendo a ambas partes a la «máxima contención», a la vez que expresaba su esperanza en negociaciones pacíficas.

Sin embargo, varios observadores creen que Beijing ha observado de cerca el despliegue de tropas de ambos países sobre la frontera de la disputada Cachemira, por temor a que una intervención diplomática de Estados Unidos en el conflicto conduzca a un acuerdo perjudicial para los intereses chinos.

«China se siente excluida de lo que considera una crisis regional que afecta sus intereses», dijo un observador.

La visita, originalmente prevista para noviembre, fue postergada por temor a enervar a Islamabad en momentos en que enfrentaba una dura oposición interna por su decisión de respaldar la «guerra contra el terrorismo» de Estados Unidos.

Esta vez, Zhu decidió concretar su visita aunque Pakistán, un aliado tradicional de China, necesita más muestras de apoyo que nunca.

En un discurso televisado el sábado, el presidente pakistaní Pervez Musharraf proscribió a dos grupos radicales islámicos activos en Cachemira, acusados por Nueva Delhi de un atentado contra el parlamento indio el 13 de diciembre, y prometió tomar medidas contra cualquier gobierno que los apoye.

Beijing congratuló a Islamabad por su decisión. «El discurso de Musharraf demuestra su determinación de combatir el extremismo religioso en su país y su voluntad de resolver las diferencias con India mediante el diálogo», declaró el domingo Sun Yuxi, portavoz de la cancillería china.

Dado que Estados y Unidos y Gran Bretaña intentaron mediar entre ambos rivales -altos funcionarios de esos dos países han estado en Asia meridional o se dirigen a la región-, Beijing quiere ahora imponer su influencia en esa región de importancia estratégica.

En el pasado, China expresó preocupación por la participación de países extranjeros en la guerra no declarada de Kargil entre India y Pakistán (1999), y la presencia de Estados Unidos en Asia central por la guerra de Afganistán reavivó ese temor.

China ha sido tradicionalmente el principal proveedor de armas modernas y tecnología militar a Pakistán. Durante la guerra de 1965 entre India y Pakistán, Beijing advirtió a Nueva Delhi que detuviera las hostilidades o China intervendría.

En la última guerra entre India y Pakistán, en 1971, China ofreció a Islamabad fuerte apoyo diplomático y armamento.

Beijing recibió al general Musharraf dos veces desde el comienzo de la actual crisis, en señal de su tradicional lealtad a Islamabad. Funcionarios chinos recomendaron en privado al mandatario pakistaní que reprimiera a los militantes islámicos e intentara aliviar la tensión en la frontera, trascendió.

Cuando se le preguntó sobre la postura de China luego de la visita de Musharraf a Beijing este mes, el principal portavoz militar de Pakistán declaró que el gobierno chino estaba dispuesto a respaldar a Islamabad «en cualquier caso».

«China ha apoyado a Pakistán y todavía apoya a Pakistán», aseguró el general Rashid Qureshi en una conferencia de prensa celebrada en Katmandú, la capital de Nepal, al comienzo de una cumbre regional de Asia meridional, la semana pasada.

Sin embargo, el libre comercio con los vecinos está adquiriendo prioridad para China sobre sus alianzas tradicionales.

Beijing fortaleció sus vínculos con India, y bastante antes de que Estados Unidos respondiera a los atentados del 11 de septiembre con su guerra contra el terrorismo, los intereses de China en Asia meridional ya estaban cambiando.

Un intercambio de visitas de alto nivel entre Beijing y Nueva Delhi en los últimos tres años dio nuevo ímpetu a los esfuerzos por superar las disputas territoriales que motivaron la guerra fronteriza de 1962 entre ambos países.

India envió a su presidente y al jefe del parlamento a China en los últimos años, y Beijing está correspondiendo. La visita de Zhu devuelve una visita en 1991 de su homólogo indio.

Mientras, el comercio bilateral ha florecido. El año pasado, sumó 3.000 millones de dólares, el triple que el de China y Pakistán. Beijing ha insistido en que la visita de Zhu se concentrará en el comercio.

La gira de cinco días de Zhu, iniciada el domingo, lo llevará a la capital financiera india en la costa occidental, Mumbai, para un encuentro con dirigentes empresariales, y a la sureña Bangalore, el centro de informática, donde varias compañías chinas están estableciendo operaciones.

Las conversaciones entre Zhu y el primer ministro indio Atal Bihari Vajpayee también abordarán la antigua disputa sobre la demarcación de la frontera de 4.064 kilómetros entre ambos paíes.

Trascendió que un grupo de trabajo binacional alcanzó un acuerdo el mes pasado sobre una franja de 550 kilómetros de frontera. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mlm/ip/02

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