SALUD: El impacto económico del VIH/sida (*)

América Latina y el Caribe deberán gastar en 2005 alrededor de 550 millones de dólares anuales para atender a las personas con VIH/sida.

Empezó un nuevo milenio y no se materializaron las predicciones apocalípticas de hace 20 años, cuando comenzó la pandemia de VIH/sida. Sin embargo, la enfermedad está profundizando la pobreza en numerosos países.

La magnitud de la pandemia en las regiones más pobres del planeta ha llamado la atención de la comunidad internacional, debido a sus potenciales efectos globales en un escenario de frágil estabilidad mundial.

En algunos de los países más afectados por VIH/sida del sur de Africa, la expectativa de vida para los niños que nacieron en 2000 fue hasta 30 años menor de lo que hubiera sido de no haberse desatado la pandemia.

Ese dato va a reflejarse en la economía de esos países.

El Banco Mundial calculó que Sudáfrica, con una prevalencia de VIH/sida (proporción de portadores respecto de la población) de 20 por ciento en 1999, proyecta para 2010 un producto interno bruto (PIB) 17 por ciento más bajo de lo que hubiera sido sin el virus.

Pero la situación es aun más grave si se considera el efecto sobre los hogares afectados.

Sólo en Africa, más de 12 millones de niños perdieron a sus padres como consecuencia de la pandemia. Para otros millones de hogares, el VIH/sida es causa de importantes pérdidas de ingresos, al afectar a los integrantes más productivos de la familia.

En América Latina, aunque no se ha llegado a los niveles de emergencia del continente africano, el número de nuevos casos se incrementa aceleradamente. Sobre todo en América Central y el Caribe.

Un estudio de la Universidad de las Indias Occidentales pronostica que para 2005, el producto interno bruto de Jamaica caerá 6,4 por ciento y el de Trinidad y Tobago, 4,2 por ciento como consecuencia de la enfermedad.

El resultado es la reducción de los ahorros y de las inversiones y el incremento del desempleo en sectores clave como la agricultura y la industria manufacturera.

Pero incluso antes de que el impacto de la pandemia se note en los indicadores nacionales, el VIH/sida ya representa una carga importante para las finanzas públicas, sobre todo en el sector de la salud.

En algunos estados del Caribe, los pacientes con VIH/sida ocupan hasta 25 por ciento de las camas hospitalarias.

En Brasil, sólo los gastos en antirretrovirales, fármacos que combaten los el VIH/sida, representaron más de 300 millones de dólares en 2000. Costa Rica destina siete millones de dólares al mismo fin, a pesar de que la incidencia del virus allí es relativamente menor.

De acuerdo con un estudio publicado por la revista estadounidense Science, América Latina y el Caribe deberá gastar alrededor de 550 millones de dólares en 2005 para atender a las personas con VIH/sida, y esto considerando que se mantengan precios bajos para los antirretrovirales.

A ese monto, habrá que sumar una cantidad similar en prevención si la intención es detener la pandemia.

Conforme avanza el tiempo, el VIH/sida se concentra cada vez más entre las poblaciones pobres.

Mientras los más ricos aprenden a protegerse y cuentan con recursos para hacer del VIH/sida un padecimiento crónico, los pobres permanecen vulnerables, tanto por el escaso acceso a la educación, la información y los servicios de salud característicos de la pobreza como por sus finanzas limitadas.

Aunque se puede aplicar esta afirmación tanto a Brasil como a Botswana, la situación es particularmente problemática en América Latina y el Caribe, la región del mundo con mayor inequidad en la distribución del ingreso.

Por mayor o menor que sea la prevalencia del virus en un país, lo cierto es que el VIH/sida profundiza la pobreza e incrementa aún más la desigualdad.

(Stefano Bertozzi es director de Economía y Políticas de la Salud del Instituto Nacional de Salud Pública de México. Marjorie Opuni y Juan-Pablo Gutiérrez son investigadores del mismo instituto.) (FIN/sb-mo-jpg/mj/he if/01)

(*) Con la colaboración de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida

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