El año próximo deparará fuertes tensiones financieras a Cuba y sus 11,2 millones de habitantes deberán continuar ajustándose el cinturón, debido a la severa recesión económica internacional, según diversos pronósticos.
Las propias autoridades admitieron que 2002 «será inexcusablemente difícil», aunque descartaron motivos para el «desánimo o el desaliento» y aseguraron que se garantizará el abastecimiento de alimentos, entre otras prioridades.
El presupuesto estatal para el próximo periodo asigna las mayores partidas a educación y salud pública, servicios que se ofrecen gratuitamente, así como a la seguridad social.
«Son muchas las interrogantes respecto del próximo año, pero la lógica de los acontecimientos apunta hacia un escenario de crisis económica global, de la cual no podemos aislarnos», advirtió Osvaldo Martínez, presidente de la comisión de asuntos económicos del parlamento cubano.
La recesión mundial deprimió los precios de los principales productos de exportación de Cuba, como azúcar, níquel y tabaco, además de que «podría demorar» la recuperación del turismo, su principal fuente de divisas.
Los ingresos por la exportación azucarera cayeron en más de 100 millones de dólares este año, respecto de 2000, mientras que las divisas por venta de níquel se redujeron en unos 150 millones de dólares en el mismo lapso.
En tanto, el desembolso para la importación de petróleo fue mayor a 1.000 millones de dólares, pese a que Cuba cubre alrededor de un tercio de sus necesidades de crudo con producción local.
La producción de níquel fue mayor a las 70.300 toneladas logradas en 2000, pero su precio en el mercado mundial se redujo de 8.640 dólares a 4.715 la tonelada, sin que se vislumbren síntomas de mejoría.
Por otra parte, el pobre desempeño de la industria azucarera, que sólo llegó a producir 3,6 millones de toneladas, y una caída en picada del turismo, marcaron un crecimiento económico de sólo tres por ciento este año, dos puntos porcentuales menos que el proyectado originalmente.
«No hay duda que nos espera otro año duro. La gente está preocupada», comentó a IPS María Josefina Bolaños, de 55 años, quien a mediados de los años 90 dejó su empleo estatal para mejorar sus ingresos como peluquera particular.
Sin embargo, Bolaños no puede decir que su situación personal sea mala, gracias a que una hermana residente en Miami le envía regularmente dinero para la subsistencia de la madre de ambas, de 80 años.
Las remesas familiares, otra importante fuente de divisas y calculadas entre 800 y 1.000 millones de dólares anuales, también habrían descendido a causa de la recesión económica de Estados Unidos.
Fuentes oficiales indicaron que el turismo deja al país alrededor de 2.000 millones de dólares anuales, seguidos por unos 550 millones de dólares de la exportación de azúcar y unos 300 millones de dólares por la venta de níquel.
La situación del país se agravó tras el paso del huracán Michelle, el 4 de noviembre, con daños calculados en 1.800 millones de dólares.
Pero el presidente Fidel Castro, aún antes de que los vientos huracanados devastasen una importante porción de la isla, había señalado la necesidad de «sacrificios inevitables» a una población que soporta carencias materiales desde comienzos de los años 90, tras la desaparición de la Unión Soviética.
La economía de Cuba, luego de una caída superior a 35 por ciento en la primera mitad de la década pasada, había comenzado a dar muestras sostenidas, aunque modestas, de recuperación, con un crecimiento promedio de entre cuatro y 4,5 por ciento.
«Cuando creíamos que estábamos saliendo del hueco, se nos anuncian nuevos sacrificios», se quejó María Julia González, una mujer de 48 años que hacía sus compras el día 24 para «una pequeña cena» navideña .
La mayor preocupación de González es la alimentación de sus tres hijos. «El mayor tiene 18 años y recuerda bien los peores años de la crisis, luego que desapareció la Unión Soviética», comentó a IPS.
Por entonces, la satisfacción de las necesidades nutricionales de la población descendió hasta 1.863 calorías y 46 gramos de proteína diarias, lo cual representa 74 y 61 por ciento, respectivamente, de las necesidades reconocidas como básicas.
En la actualidad se calcula que el consumo en Cuba se elevó a 2.400 calorías y 65 gramos de proteína diarias, niveles aún por debajo de las 2.500 calorías y 75 gramos de proteína por persona, consideradas imprescindibles.
Las autoridades aseguraron al respecto que se harán esfuerzos para «mejorar el balance nutricional de la dieta promedio de la población y asegurar así una calidad aceptable en los productos normados», que integran la canasta básica.
«Asegurar esa canasta, no asegura nada, porque apenas alcanza para los primeros 10 días del mes», objetó, no obstante, Marta Beatriz Roque, del opositor Instituto Cubano de Economistas Independientes.
Roque opinó que la crisis se va a agudizar, «haciendo más difícil» la vida de la población cubana.
Las familias, para completar sus necesidades alimenticias, se ven obligadas a recurrir a las tiendas que venden sus productos en dólares, moneda que al finalizar diciembre se cotiza a 27 pesos por unidad en las casas de cambio autorizadas, cinco más que en septiembre pasado. (FIN/IPS/pg/dm/if/01