Un nuevo problema político se desató en el Mercosur tras la decisión de la justicia brasileña de dejar en libertad este martes al ex general paraguayo Lino Oviedo, requerido en su país por el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña.
Oviedo anunció su intención de volver a Paraguay dentro de tres meses para disputar la presidencia en las elecciones de 2003, al salir de la prisión especial en un cuartel de la Policía Militar de Brasilia.
El fallo del Tribunal, que permite ahora a Oviedo circular libremente por Brasil, no agradó al gobierno paraguayo de Luis González Macchi, en el cual Jesús Argaña, hijo del vicepresidente asesinado, ocupa la secretaría general de la Presidencia.
Argaña acusó al Supremo Tribunal brasileño de haber negado la extradición debido a «otros tipos de intereses» y «mucho dinero» involucrado, sugiriendo así que la existencia de sobornos, en declaraciones difundidas por la agencia de noticias France Presse.
Oviedo había sido detenido el 11 de junio de 2000 en la localidad de Foz de Iguazú, en la frontera con Paraguay, a pedido del gobierno de ese país, acusado de ser el autor intelectual del asesinato de Argaña el 23 de marzo de 1999 en Asunción.
El Supremo Tribunal Federal brasileño rechazó el pedido de extradición el lunes por la tarde, por decisión unánime de sus 11 miembros, y efectivizó la consecuente libertad de Oviedo este martes tras los procedimientos burocráticos de rigor.
Los jueces consideraron que Oviedo era requerido por motivos políticos, lo cual es prohibido por la Constitución brasileña, ya que la justicia paraguaya absolvió a otros acusados de complicidad en ese magnicidio.
Su expulsión de Brasil, por haber ingresado de manera ilegal, también fue desechada por el presidente del Supremo Tribunal Federal, Marco Aurelio de Mello.
La decisión en ese sentido se basó en una ley de 1980, que impide esa alternativa en caso de que la extradición se haya negado por la Suprema Corte.
Oviedo aún disfruta de gran popularidad en su país, donde no fue elegido presidente hace cuatro años porque lo impidió la justicia militar, que sustanciaba un proceso en su contra por haber intentado un golpe de Estado en 1996, cuando comandaba las Fuerzas Armadas.
El ex jefe militar fue condenado a 10 años de prisión en esa oportunidad, pero logró poner en la presidencia a un político de su sector dentro del gobernante Partido Colorado, Raúl Cubas, quien lo amnistió luego de asumir el gobierno.
Sin embargo, Cubas no resistió las presiones en el parlamento, tras la crisis política causada por el asesinato del vicepresidente Argaña. Amenazado de inhabilitación, renunció y luego se exilió en el sur de Brasil.
Así, el general Oviedo, sindicado como principal sospechoso del magnicidio, huyó a Argentina, donde el entonces presidente Carlos Menem (1989-1999) le dio cobijo. Al asumir el gobierno argentino Fernando de la Rúa, en diciembre de 1999, Oviedo volvió a pasar a la clandestinidad y se refugió en Brasil.
La libertad del principal adversario político de González Macchi y su posible regreso a Paraguay reactiva la inestabilidad política que vive ese país desde el derrocamiento de Alfredo Stroessner, que encabezó una dictadura entre 1954 y 1989.
Las amenazas a la democracia en Paraguay siempre preocuparon a los demás miembros del Mercosur (Mercado Común del Sur), Argentina, Brasil y Uruguay.
Las frecuentes tensiones políticas en Asunción llevaron al bloque a adoptar la cláusula democrática, por la cual se excluye cualquier país que se aparte del estado de Derecho.
En Brasil ya viven, además de Oviedo, Stroessner y Cubas, a los cuales se les concedió asilo político. Los dos primeros son vecinos de barrio en Brasilia.
La decisión brasileña de acoger tantos dirigentes expulsados de Paraguay fue en cada caso de carácter judicial, basadas en la Constitución, y no políticas. Pero eso no disminuye el descontento del gobierno paraguayo, manifestado por Argaña, en el caso de Oviedo.
El gobierno brasileño ya intervino fuertemente en Paraguay, a través de presiones diplomáticas, durante las distintas crisis políticas que afrontó ese país.
La dependencia económica con Brasil impide actitudes osadas de las autoridades paraguayas. Ser excluido del Mercosur representaría un desastre, aunque hay un fuerte movimiento paraguayo por la retirada del bloque, por considerar desventajosa la integración liderada por Brasilia.
Gran parte de las exportaciones e importaciones paraguayas pasan por puertos y carreteras del centro y sur de Brasil. Además, los dos países comparten la inmensa central hidroeléctrica de Itaipú, fuente de ingresos vitales para Paraguay por la energía vendida al socio. (FIN/IPS/mo/dm/ip/01