Nuri, una niña de Bangladesh proveniente de una familia muy pobre, tenía ocho años cuando fue llevada a Pakistán por un hombre que le prometió empleo y la vendió a un prostíbulo.
El caso de Nuri fue registrado en un informe distribuido el martes pasado en el II Congreso Mundial sobre Explotación Sexual Comercial de la Infancia de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), realizado del lunes al jueves en la centrooriental ciudad japonesa de Yokohama.
Yasodaran, de 16 años, nació en Sri Lanka y fue reclutado contra su voluntad por los separatistas Tigres por la Liberación de la Patria Tamil. También proviene de una familia pobre, y dejó de asistir a la escuela cuando cursaba sexto grado, para trabajar en una plantación de té.
«Traté de escapar del campo de entrenamiento guerrillero, pero vigilaban todos mis movimientos», dijo a IPS.
Los casos de Nuri y Yasodaran muestran dos facetas del tráfico de niños y niñas, que también se emplea para que las víctimas roben, mendiguen, trabajen en establecimientos rurales o en servicio doméstico, sean adoptadas en forma ilegal o se casen con quienes las compran.
Es frecuente que los casos impliquen más de una forma de explotación. «Una víctima de tráfico obligada a trabajar puede ser sometida luego a explotación sexual comercial», señaló la OIT en un informe sobre tráfico infantil.
Por lo general, las víctimas obligadas a realizar tareas domésticas no asisten a la escuela y están a merced de una sola persona, que en algnos casos también las obliga a brindarle servicios sexuales.
Activistas y expertos señalaron en el congreso que el tráfico de niños y niñas se ha vuelto más complejo con el paso de los años, y se relaciona por ejemplo con nuevas formas de explotación sexual, distintas de la tradicional venta de servicios sexuales infantiles a turistas.
El aumento del tráfico se asocia con urbanización acelerada y despareja, con corrientes migratorias y con discriminación racista y de otros tipos, en el marco de la globalización de la economía, comentó Dorothy McArthur, de la organización no gubernamental (ONG) Save the Children (Salven a la Infancia).
«Esos factores contribuyen al incremento de la oferta de trabajo infantil, y a la demanda de servicios sexuales infantiles», explicó.
Por otra parte, el crecimiento de la industria de servicios sexuales y el desarrollo de nuevos medios de transporte permite a proxenetas y organizaciones criminales actuar más rápido y con mayor facilidad en escala internacional.
«La infancia es la materia prima más barata. Su tráfico requiere escasa inversión y produce grandes cantidades de dinero», que se reinvierten en otras actividades de tráfico ilegal dijo a IPS Panudda Boonpala, del Programa Internacional de la OIT para la Eliminación del Trabajo Infantil.
«La situación empeora», añadió en referencia a aspectos cualitativos, ya que no es posible calcular con precisión la cantidad de víctimas en el mundo.
En Africa es frecuente el tráfico desde zonas rurales a ciudades, en escala nacional e internacional, y en la región occidental del continente las víctimas suelen ser destinadas al servicio doméstico.
En Italia, cerca de 10.000 mujeres y niños provenientes de Nigeria, algunos de ellos de 12 años de edad, brindan servicios sexuales comerciales, según un informe de la Primera Conferencia Panafricana sobre Tráfico Infantil, realizada en febrero en Abuja.
Italia y Gran Bretaña son dos de los principales destinos del tráfico de niñas desde Africa Central y Occidental según Margherita Amadeo, funcionaria de comunicaciones para esa región del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
La OIT calcula que en la actualidad son víctimas de explotación sexual comercial en Sudáfrica de 28.000 a 30.000 niños y niñas, de los cuales la mitad tienen de 15 a 18 años de edad.
Mujeres y niñas de Birmania, Camboya, Laos y Vietnam son llevadas por traficantes a Tailandia para su explotación sexual, y niñas tailandesas son trasladadas con el mismo propósito a Japón y Singapur, según el UNICEF.
Unas 40.000 niñas menores de 16 años de edad son trasladadas cada año de Nepal a India para su explotación sexual.
En China, unas 250.000 mujeres y niñas son víctimas de traficantes cada año, y gran parte de ellas son vendidas como esposas. Beijing lleva a cabo una campaña contra el tráfico de bebés varones comprados para su adopción, indicó el UNICEF en otro informe.
También hay tráfico de niñas indonesias a Taiwán y Hong Kong, para que trabajen en fábricas, y de Filipinas a Japón con la misma finalidad.
Activistas presionan para que el tráfico infantil sea declarado un crimen contra la humanidad por la comunidad internacional, en el marco del estatuto de la proyectada Corte Penal Internacional.
Los gobiernos y sociedades de países receptores de tráfico deben afrontar en forma más decidida el problema, sostuvo Kinhide Mushakoji, de la ONG Movimiento Internacional contra Todas las Formas de Discriminación y Racismo, en un taller sobre seguridad humana del congreso. (FIN/IPS/tra-eng/sk/js/mp/pr hd lb/01