El gobierno de Kenia arrestó a 50 musulmanes sospechosos de mantener vínculos con el saudita Osama bin Laden, a quien Estados Unidos considera responsable de los ataques terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.
Esas detenciones se debieron a que el estadounidense Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), impulsa una campaña en la región contra presuntos terroristas, mediante la Interpol (Policía Internacional), indicaron fuentes policiales citadas por diarios keniatas.
Entre los arrestados en la sudoriental ciudad turística de Mombassa, la mayoría de los cuales fueron trasladados a Nairobi para ser interrogados, están el político opositor Rishad Amana y destacados hombres de negocios.
Las acciones policiales han causado importante tensión social en Mombassa, donde la mayoría de la población es musulmana y manifestantes callejeros han acusado a las autoridades de discriminación por motivos religiosos.
«El gobierno juega a un juego muy peligroso», sostuvo Khalef Khalifa, director de la organización no gubernamental Musulmanes por los Derechos Humanos (MUHURI, por su acrónimo en inglés), con sede en Mombassa.
Familias de los arrestados han acudido a MUHURI en busca de información, informó Khalifa, quien ha instruido a abogados de la organización para que se hagan cargo de la defensa de los detenidos en Nairobi.
«La mayor parte de las personas arrestadas no tiene absolutamente nada que ver con el terrorismo, y serán liberadas tarde o temprano», aseguró.
Najib Balala, ex alcalde de Mombassa, instó a las autoridades nacionales a «informar a los sospechosos por qué son arrestados y llevar a cabo las investigaciones en forma civilizada, en vez de provocar ansiedad a familias».
El líder de la oposición, Mwai Kibaki, comparó los arrestos de musulmanes con detenciones arbitrarias realizadas en 1992, poco después de que el gobierno anunciara el comienzo de la transición a un sistema multipartidario.
«No queremos volver a los tiempos en que la gente era arrestada, torturada y encarcelada sin ser sometida a juicio», advirtió.
Los musulmanes, 30 por ciento de los 28 millones de habitantes del país, son víctimas de «prejuicios» del gobierno, sostuvo Ahmed Khalif, secretario general del Supremo Consejo de Musulmanes Keniatas, con sede en Nairobi.
MUHURI acusa al presidente Daniel arap Moi de identificarse más con las desgracias estadounidenses que con los sufrimientos de miles de keniatas víctimas de conflictos étnicos instigados por políticos desde 1992.
Esos conflictos, relacionados en su mayoría con la propiedad de tierras, han causado la muerte de por lo menos 2.000 personas y el desplazamiento forzado de «miles de familias», indicó.
Ninguna persona ha sido arrestada por responsabilidades en tales enfrentamientos, y varias comisiones formadas para investigar las causas de la violencia aún no han dado a conocer el resultado de sus investigaciones.
«El mundo no empezó ni terminó el 11 de septiembre. ¿A qué se debe que el gobierno asigne tanta importancia a la atrocidad cometida en Nueva York, e ignore a los keniatas que viven atemorizados (por la posibilidad de ser arrestados)?», dijo Khalifa.
«¿Dónde estaba nuestro presidente cuando casi un millón de personas fueron masacradas en Ruanda?», añadió, en referencia al genocidio en ese país contra integrantes de la etnia tutsi y moderados de la etnia hutu, cometido en 1994 por militantes radicales hutu.
Kenia ha ofrecido desde 1994 refugio a jefes de milicias hutu involucrados en aquel genocidio.
Los arrestos de musulmanes comenzaron el jueves, mientras Moi viajaba a Estados Unidos para participar en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas y entrevistarse con su par estadounidense, George W. Bush, con quien discutió la campaña antiterrorista lanzada por Washington.
Desde el 11 de septiembre, autoridades keniatas han reiterado su voluntad de cooperar con Estados Unidos en esa campaña.
Moi participó en una manifestación contra el terrorismo realizada en Nairobi poco después de los atentados en Estados Unidos, y ha advertido a los musulmanes del país que se abstengan de protestar contra la ofensiva militar de Estados Unidos y sus aliados en Afganistán.
Esa campaña se dirige contra el movimiento Talibán, fundamentalista islámico, que mantiene como huésped a Bin Laden y se niega a entregarlo.
«¿Por qué no protestaron cuando terroristas mataron a cientos de keniatas inocentes»?, preguntó Moi, en referencia al ataque con bombas contra la embajada estadounidense en Nairobi, realizado en 1998 y del cual Estados Unidos también considera responsable a Bin Laden.
Gran parte de los habitantes del país respalda las posiciones antiterroristas invocadas por el gobierno, debido al traumático recuerdo de aquel atentado.
Algunas de las personas que protestan contra los arrestos de musulmanes afirman que Moi ordenó esas acciones de la policía para ograr que Washington apoye el pedido de Nairobi de que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial reanuden su asistencia al país, suspendida en diciembre.
«Nuestro presidente siempre ha culpado a Occidente de nuestros males en sus discursos. ¿Por qué permite ahora el arresto de inocentes, sólo para obtener dinero del gobierno estadounidense?», preguntó el activista musulmán Shariff Hussein.
Los musulmanes keniatas afirman que las autoridades los discriminan en los trámites para obtener documentos de identidad o para realizar viajes, al exigirles más trámites que al resto de la población para probar que son ciudadanos del país.
«Cuando jóvenes musulmanes se manifiestan con imágenes de Bin Laden, no lo hacen porque lo amen, sino porque son marginados y discriminados. Eso duele. Estamos enojados con este gobierno», arguyó Khalifa. (FIN/IPS/tra-eng/ja/mn/mp/ip/01