El fútbol de Ecuador está a un paso de participar por primera vez en un campeonato mundial, el que se disputará el año próximo en Corea del Sur y Japón, y esa cinrcunstancia rescata una identidad nacional golpeada por rivalidades regionales.
Se asiste a «una reivindicación del país y de sus habitantes, resumida en la frase 'sí, se puede», coreada por los aficionados para alentar a la selección, dijo José Laso, director del Area de Comunicación Social de la Universidad Andina Simón Bolívar, de Quito.
Ecuador debe lograr que esa reivindicación se traslade a la política y la economía, terrenos en que «el país hace agua», agregó Laso.
El sociólogo Felipe Burbano de Lara, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sostuvo que el «sí, se puede» resume la ansiedad de los ecuatorianos por cambiar su historia, no sólo futbolística, sino como nación.
«La frase contiene la angustia de un país siempre derrotado ante los 'otros nacionales' y que esta vez siente la posibilidad de revertir su historia. La probable clasificación provoca la emoción de llegar a ser algo como nación, en un mundo donde sentimos que no hemos sido nada», argumentó Burbano de Lara.
Ecuador podría clasificarse para la Copa del Mundo 2002 con sólo empatar ante Uruguay este miércoles en Quito.
La emoción se vio reflejada en los aficionados que hicieron cola desde el sábado en la noche hasta la mañana del lunes para comprar uno de los 8.500 boletos que la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) puso en venta para el partido. Los restantes 36.500 fueron vendidos a través de empresas comerciales e instituciones.
«Dormí aquí afuera dos días, pero conseguí mi entrada, y dentro de unos años les contaré a mis nietos que estuve en el partido en que mi país (se) clasificó al mundial», dijo a IPS Pablo Bustos en las afueras del estadio.
El ex jugador ecuatoriano Alberto Spencer, un legendario centrodelantero del club uruguayo Peñarol, aseguró a la prensa el lunes que en este país «siempre se jugó bien al fútbol» , pero el problema de los futbolistas «era el pánico al extranjero».
La frase de Spencer expresa, para algunos, los complejos de una sociedad que se veía reflejada en el fútbol. El éxito alcanzado hasta ahora por la selección ecuatoriana en el torneo eliminatorio podría estar mostrando una superación de ese pánico, según Burbano de Lara.
«Frase enigmática la de Spencer, que parecería encerrar los nudos de la psicología ecuatoriana, porque ha sido con la selección nacional, en el momento de confrontarnos con el extranjero como nación, cuando han aflorado nuestros miedos y vergüenzas más profundas», argumentó.
El sociólogo aseguró que era en esos momentos de derrota cuando los ecuatorianos se flagelaban, se acusaban y se «denigraban como nación».
«El blanco de los ataques eran los jugadores, símbolo de todo lo malo que podía encarnar el Ecuador, incluidos sus prejuicios raciales y sociales», aseguró.
Según el analista, a medida que el país fue incorporando una visión más pluralista de nación, también aumentó el reconocimiento hacia los jugadores del equipo nacional.
«La superación del pánico al exterior viene unida a una redefinición de nuestra identidad hacia adentro, a la posibilidad de reconocernos en nuestra diversidad social y cultural», argumentó Burbano de Lara.
El año pasado, el debate sobre ese pánico creó una polémica. Algunos periodistas deportivos señalaron que la falta de motivación de los jugadores para afrontar las eliminatorias señalaba la necesidad de tratamiento psicológico.
Carlos Villacís, vicepresidente de la FEF, aseguró que faltaba un «motivador» con experiencia que respaldase el trabajo de la selección, «incentive a los jugadores y les inyecte ganas de triunfar».
El director técnico de la selección de Ecuador, el colombiano Hernán Darío «Bolillo» Gómez, no aceptó la sugerencia, pero igual se convirtió en el gran motivador de los jugadores.
«Su ventaja es, paradójicamente, la de ser un extranjero que comprendió los enredos del drama nacional. En la medida en que no se contaminó de la pesada trama social y cultural de la sociedad ecuatoriana, (Gómez) ha podido descubrir a los jugadores en sus cualidades», arguyó Burbano de Lara.
La realidad política y económica de Ecuador ha llevado a un enfrentamiento constante entre las regiones de la Costa y la Sierra y, sobre todo, entre las ciudades de Quito, capital del país, y Guayaquil, capital de la provincia costeña de Guayas y principal centro comercial.
Ese antagonismo marcó la historia del país, que estuvo dividido en cuatro regiones autónomas hasta 1869, y fortaleció desde entonces su organización unitaria en un estado nacional.
En los últimos años se comenzó a cuestionar el modelo unitario. Algunos partidos políticos y empresarios de Guayas han propuesto la autonomía política y económica de la provincia.
El fracaso de los directores técnicos de la selección de nacionalidad ecuatoriana ha sido atribuido a ese regionalismo. En los últimos años fueron contratados extranjeros, como el yugoslavo Dusan Draskovich y los colombianos Francisco Maturana y Hernán Darío Gómez.
«Cuando un ecuatoriano dirige la selección afronta presiones muy fuertes de la prensa deportiva, la dirigencia y los hinchas, que insisten en que sean convocados los jugadores de equipos de su ciudad, según sean de Quito o Guayaquil», señaló Maturana, director técnico de Colombia y ex entrenador de Ecuador.
Maturana, recomendó a Gómez que para hacer un buen trabajo debía romper con «la rivalidad entre costeños y serranos, que se había enraizado en el fútbol» de Ecuador.
Según Gómez, eso fue lo primero que se propuso al aceptar dirigir a la selección ecuatoriana. «Primero era necesario terminar con las rivalidades para luego crear una identidad futbolística, lograr que la selección sea un vínculo nacional y que Ecuador (se) clasifique al mundial», aseguró el entrenador.
Dos años después, el país está unido en torno de un objetivo, como sólo lo había estado en las últimas décadas en 1995, durante la última y breve guerra fronterizo con Perú.
Teniendo en cuenta esta experiencia, José Laso sostuvo que es necesario «futbolizar la política» ecuatoriana.
«Se ha hablado tanto de la politización del fútbol, y yo creo que es urgente futbolizar la política. Los postmodernos hablan de la disolución de los estados nacionales, y el fútbol muestra lo contrario», aseguró Laso.
Para este experto, el fútbol «construye de un modo menos sangrante y fascista las siempre frágiles identidades».
«El espacio de nuestra política es el de la disolución, el de la desagregación regional, el de las exclusiones. El fútbol es el espacio de la unidad, de la identidad, de la densidad simbólica de los cuerpos, los gritos y las banderas», afirmó.
Hernán Darío Gómez cree que la base del éxito de la selección radica en la unión, la solidaridad y la tolerancia.
«Como uno vive, uno juega. Como uno vive, uno trabaja. Si usted tiene un mal comportamiento, si usted tiene problemas con la familia, va a ser malo también en su trabajo. Hemos logrado empezar a educar a estos muchachos para que sientan amor por su país, por sus compañeros», aseguró el entrenador.
Gómez estuvo a punto de dejar la selección ecuatoriana en mayo de 2000, luego de ser herido de bala en la pierna derecha y de sufrir fractura del tabique nasal por simpatizantes del ex presidente de Ecuador, Abdalá Bucaram, por negarse a convocar a la selección Sub 20 a su hijo, Abdalá Bucaram Jr.
El abogado de la familia Bucaram, Héctor Solórzano, argumentó que el autor del disparo fue Elkin Sánchez, preparador físico de la selección. Gómez renunció por falta de apoyo del presidente de la FEF, Luis Chiriboga, vinculado políticamente a Bucaram, y por falta de garantías para permanecer en Ecuador.
Sin embargo, retornó días después, tras las marchas de apoyo realizadas por distintos sectores y el pedido de los jugadores de la selección de que se mantuviese en el cargo.
El mes pasado, el dirigente José Rodríguez del Santa Rita, equipo de la segunda división en que juega el hijo de Bucaram y del que es dirigente otro hijo suyo, Jacobo Bucaran, fue sentenciado a seis meses de prisión y una multa menor de un dólar por el ataque a Gómez.
Cuatro equipos sudamericanos se clasificarán para la Copa del Mundo. Un quinto cupo se disputará con la selección de Australia.
Argentina ya logró su lugar, con 39 puntos en el torneo, seguido por Paraguay, con 30 puntos, Ecuador, con 29, y Brasil, con 27.
Uruguay, en el quinto lugar con 25 puntos, aspira a ganarle a Ecuador para asegurarse el partido con Australia. (FIN/IPS/kl/mj/cr/09