El cantante jamaiquino Burning Spear, una de las máximas estrellas del reggae, decidió abandonar sus inacabables giras y concentrar su atención en el estudio de grabación.
En una época en que los músicos se hacen famosos de la noche a la mañana, Burning Spear es una leyenda persistente de 56 años que mantiene su prestigio en un género tan difícil como el reggae.
El cantante, que forjó su fama con constantes giras y con discos como «Marcus Garvey» y «Man In The Hills», planifica reducir su presencia en el escenario el año próximo. «Voy a seguir grabando, pero pienso disminuir las giras, definitivamente», informó.
Spear, cuyo verdadero nombre es Winston Rodney, anunció su decisión poco después de completar la gira de cuatro meses «Don't hurt the rastaman» («No lastimes al rasta»), iniciada en junio en el Festival de Jazz de San Cristóbal y Nevis.
La estrella del reggae se trasladó luego a Europa y a América del Norte, donde mostró su música en festivales, clubes y recintos universitarios. Su gira concluyó en New Haven, en el nororiental estado de Connecticut, Estados Unidos.
«El año próximo me concentraré en Europa. Hay un tiempo en que debes retirarte y hacerlo con estilo», dijo Spear desde su domicilio en el barrio neoyorquino de Queens.
Spear admitió que las giras imponen un ritmo demasiado acelerado y que y prefiere concentrarse en las grabaciones.
El músico se trasladará por un tiempo en Jamaica para grabar un nuevo disco, continuación de «Calling Rastafari», que ganó el Premio Grammy 2000 al Mejor Album de Reggae.
La mayoría de sus discos, incluyendo «Marcus Garvey» y «Man in the Hills» fueron grabados en Ocho Ríos, a pocos kilómetros de su ciudad natal, Saint Ann's Bay, ubicada en la costa septentrional de Jamaica.
Tan potentes como la producción discográfica de Spear han sido sus giras, un distintivo en su carrera desde mediados de los años 70, cuando Island Records, el sello de Chris Blackwell que popularizó el reggae en todo el mundo, lanzó sus primeras producciones.
El agente Michael Horne, que contrató a Spear durante 18 años en el sur de California, afirmó que el músico creció en estatura desde comienzos de la década del 80, y que su multitud de seguidores no tiene límites de raza o edad.
«Su audiencia se amplió desde los primeros puristas del reggae hasta incluir ahora a una generación de surfistas y jóvenes latinos. Es reverenciado como uno de los pioneros del reggae de raíces verdaderas», dijo Horne.
Grupos de reggae como Culture e Israel Vibration atraen también a un público tan amplio como el de Spear, explicó Horne.
No es de extrañar que Spear eligiera Europa para concentrar sus recitales el año próximo. El contiente siempre se sintió atraído a las raíces del reggae, muchas de las cuales están olvidadas en Jamaica desde hace tiempo.
Al igual que muchos de los pioneros, Burning Spear se inició en el negocio de la música a fines de los años 60, cuando la música jamaiquina evolucionaba a partir del rock steady, una variedad casi baladística del rock and roll, al ritmo revolucionario del reggae.
Burning Spear nació en Saint Ann's Bay, localidad del oriente jamaiquino donde también vivieron Bob Marley, la máxima estrella del reggae, y el predicador Marcus Garvey, uno de los principales precursores de la religión rastafari, que proponía el retorno de los descendientes de los esclavos negros a Africa.
Bob Marley estimuló a Spear para que probara suerte en Studio One, el estudio del productor Clement Dodd en Kingston, donde muchos artistas, incluyendo al propio rey del reggae, saltaron a la fama.
Spear siguió el consejo de Marley y grabó dos discos para Dodd, en 1968, que llevó su nombre, y en 1970, titulado «Rocking Time», ambos muy bien recibidos.
Su música se diferenció con claridad de los ritmos bailables con que se dio a conocer Studio One, y de inmediato hizo eco en el público más militante del reggae.
Burning Spear no volvió a grabar hasta 1975, cuando se unió al productor Jack Ruby, de Ocho Ríos, y lanzó «Marcus Garvey», un homenaje al predicador. Ese disco fue poco conocido en Jamaica.
Pero canciones de ese álbum persistieron, como la que da nombre al disco y «Days of Slavery», aun entre las generaciones jóvenes, que se los piden a Spear en los conciertos.
Después de 2002, tendrán que acostumbrarse a escuchar a su ídolo en los discos. (FIN/IPS/tra-en/hc/aa/lp-mj/cr/01