El diálogo para poner fin a tres años de guerra civil en República Democrática del Congo (RDC) se reanudará el mes próximo en Sudáfrica, tras el fracaso de las negociaciones realizadas en Etiopía la semana pasada.
Algunos observadores piensan que no será posible lograr un acuerdo mientras persista el importante involucramiento en el conflicto de fuerzas de otros países.
Estaba previsto que las negociaciones en Adis Abeba, que comenzaron el 15 de este mes, se llevaran a cabo durante seis semanas, pero duraron sólo tres días.
Las causas del fracaso fueron el rechazo del presidente de RDC, Joseph Kabila, a renunciar para ser sustituido por un gobierno de transición, discrepancias sobre la integración de la mesa de diálogo y la carencia de fondos.
El costo de llevar a cabo las negociaciones, denominadas Diálogo Intercongoleño, se ha calculado en unos ocho millones de dólares.
El gobierno de Sudáfrica ofreció apoyo financiero a la reanudación de las conversaciones de paz, que se realizaría en la sudoriental sudafricana de Durban.
Bheki Khumalo, portavoz del presidente sudafricano Thabo Mbeki, confirmó que su país aceptó la propuesta de ser sede de las negociaciones, planteada por Ketumile Masire, mediador en ese diálogo y ex presidente de Botswana.
«Es nuestra huilde contribución a la paz en la región de los Grandes Lagos», que incluye a RDC, Burundi, Ruanda, Tanzania y Uganda, dijo Khumalo.
Sólo 80 de los 300 delegados cuya presencia se esperaba en Adis Abeba asistieron a las fallidas conversaciones de paz, y entre las ausencias más importantes estuvo la de Kabila.
El ministro de Relaciones Exteriores de RDC, Leonard Okitundu, arguyó que la falta de recursos fue decisiva para que las negociaciones no continuaran en Etiopía, y aseguró que «todos los participantes están de acuerdo en que el diálogo nacional se reanude el mes próximo en Sudáfrica».
Sin embargo, dirigentes insurgentes sostuvieron que las conversaciones de paz deberían reanudarse lo antes posible, y acusaron a Kabila de tratar de postergarlas para mantener la actual situación en RDC.
«El régimen de Kinshasa nunca deseó en forma auténtica el diálogo, y hace todo lo que puede para postergar o sabotear el proceso de paz», afirmó Jean-Pierre Lola-Kisanga, portavoz de la insurgente Unión Congoleña por la Democracia, apoyada por Ruanda.
Los otros dos principales grupos insurgentes, apoyados por Uganda, son el Movimiento por la Liberación del Congo y la Unión Congoleña por la Democracia-Movimiento de Liberación.
«Es obvio que el gobierno trata de ganar cuanto tiempo pueda, para consolidar su posición política y militar antes de dialogar», opinó la analista política Fabienne Hara, de la organización no gubernamental Grupo Internacional de Crisis, con sede en Bruselas.
«También es claro que los insurgentes tratan de que las negociaciones comiencen cuanto antes, para evitar que Kabila se consolide», añadió.
Los insurgentes acusan al gobierno de Kabila de prolongar la guerra en la región de Kivu, al este de RDC, mediante el apoyo a milicias que acúan detrás de las líneas de esos grupos, y Hara piensa que esa acusación tiene fundamentos.
«Una facción del gobierno de RDC desea continuar la guerra y entrega con esa intención equipo a combatientes de la etnia hutu» en esa región, señaló.
Kabila expresó la semana pasada su voluntad de realizar elecciones anticipadas, y los insurgentes piensan que esa iniciativa fue planteada con la intención de quitar relevancia a las conversaciones de paz.
La realización del Diálogo Intercongoleño fue uno de los puntos clave de los acuerdos de paz para RDC firmados en Lusaka en 1999, y los objetivos de esas conversaciones son diseñar un nuevo orden político, que incluya la instalación de un gobierno de transición y la definición de cronograma hacia elecciones.
El plan de paz incluye la retirada de RDC de todas las fuerzas de los otros cinco países que participan en el conflicto. Ruanda y Uganda apoyan a distintos grupos insurgentes, mientras Angola, Namibia y Zimbabwe respaldan al gobierno.
«Nada de lo que se acordó en Lusaka ha ocurrido. No hubo cese del fuego, ni interrupción del apoyo a los grupos armados, ni diálogo con el gobierno de Ruanda sobre las condiciones para que retire sus tropas» de RDC, comentó Hara.
«No será posible que el Diálogo Intercongoleño produzca resultados, mientras las agendas de otros países interfieran con la de RDC», aseguró.
«En la actualidad, los congoleños son prisioneros de intereses extranjeros. Los grupos que participaron en las sesiones de Adis Abeba no pueden tomar decisiones sobre su propio futuro en forma libre, porque deben satisfacer a quienes los respaldan», explicó.
«La primera condición para que ese diálogo produzca resultados que convengan a RDC es que los participantes representen intereses congoleños. Aún no hemos llegado a una etapa en la cual eso pueda ocurrir, porque ninguno de los grupos insurgentes tiene vida autónoma», indicó.
La comunidad internacional debería ejercer presión para que los países vecinos retiren sus tropas de RDC, y dejen espacio a los congoleños para decidir su propio futuro político, enfatizó.
«Es necesario que los beligerantes negocien con seriedad, y no pienso que eso sea posible en conversaciones públicas. La comunidad internacional debería apoyar decisivos contactos bilaterales», sostuvo.
Hasta ahora, las conversaciones entre el gobierno de RDC y el de Ruanda no han logrado avances.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, ha criticado la falta de compromiso de ambos gobiernos con los acuerdos de 1999.
«Los combates en la región oriental de RDC se atribuyen en gran medida a grupos insurgentes, pero pienso que los gobiernos firmantes del Acuerdo de Lusaka pueden y deben hacer más de lo que han hecho para poner fin a esos enfrentamientos», comentó.
Uno de los principales problemas en esa región es la presencia de miles de combatientes ruandeses de la etnia hutu, muchos de ellos requeridos por cometer crímenes de guerra, debido a su responsabilidad en el genocidio cometido en Ruanda contra la etnia tutsi en 1994.
Annan sostiene que los hutu ruandeses presentes en RDC deben ser desarmados y repatriados, pero muchos de ellos se resisten a volver a su país, para evitar ser juzgados o reprimidos por el autoritario gobierno de Ruanda, dominado por la etnia tutsi.
Annan insiste en que es preciso llevar a cabo la llamada Fase 3 del despliegue de observadores y soldados de la ONU en la región oriental de RDC, que implica el aumento de sus actuales 2.500 integrantes a 5.500.
El objetivo previsto de la Fase 3 es supervisar la retirada de todas las tropas extranjeras, así como el desarme de todos los combatientes y su reintegración a la vida civil. (FIN/IPS/tra- eng/ks/mn/mp/ip/01