Organizaciones y comunidades gitanas de 13 países reunidas esta semana en la capital finlandesa apoyaron la propuesta de la presidenta de Finlandia, Tarja Halonen, de crear una asamblea de gitanos europeos.
La iniciativa se discutió durante muchos años, pero sólo comenzó a parecer viable luego de que Halonen la planteara en enero ante el Consejo Europeo, integrado por representantes de 41 países.
El grupo de especialistas en asuntos gitanos del Consejo se reunió en Helsinki para discutir la implementación de la propuesta, y formó un grupo de trabajo con esa finalidad. Además, sus integrantes intervinieron en una conferencia sobre la participación de los gitanos en la política europea.
Los gitanos, a quienes algunos consideran más correcto llamar romaníes, por el nombre de su idioma, son la minoría étnica más numerosa de Europa, y también la más oprimida.
«La comunidad romaní está integrada por grupos diferentes que han sufrido abusos, discriminación y persecución. El peor momento de su historia fue el asesinato de más de medio millón de romaníes por los nazis, pero la persecución continuó luego», dijo Josephine Verspaget, presidenta del grupo de especialistas.
«Mujeres fueron esterilizadas en Suecia, niños fueron arrebatados a sus padres en Suiza, y Holanda excluyó a los romaníes de las áreas urbanas. Todo eso ocurrió en los años 60 y 70», señaló.
En las regiones central y sudoriental de Europa, las numerosas comunidades gitanas han sufrido en forma especial la crisis económica y los conflictos étnicos que estallaron en los años 90, tras la desintegración del llamado bloque socialista.
Organizaciones intergubernamentales como el Consejo Europeo y la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea (OSCE) han destacado el drama de los gitanos en esas regiones, sin prestar mucha atención a sus sufrimientos en áreas más ricas y estables del continente.
«Los abusos policiales contra romaníes y su maltrato en las cárceles son frecuentes en muchos países europeos», comentó Verspaget.
«Gran Bretaña ha sido criticada por la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia, debido a sus políticas de vivienda, empleo y educación, que discriminan a los romaníes», explicó.
El actual énfasis de los gobiernos y la sociedad civil de Europa sobre la necesidad de poner fin a esa discriminación no tiene precedentes.
Un creciente número de países del continente cuentan con nuevas leyes contra la discriminación étnica, y una reforma de la Constitución finlandesa aprobada en 1995 prohibió ese tipo de discriminación.
En el mismo año, las leyes sobre educación del país reconocieron el derecho de los romaníes a mantener su cultura y su lenguaje, y desde entonces otras normas han fortalecido el respeto de esos derechos, incluso en el terreno de las emisiones de radio y televisión.
Sin embargo, la secretaria general del Consejo Asesor sobre Asuntos Romaníes de Finlandia, Miranda Vuolasranta, sostuvo que la discriminación aún es un problema, y que llevará tiempo cambiar actitudes en la sociedad.
La propuesta de formar una asamblea de gitanos europeos es positiva, porque en la actualidad «la participación de los romaníes en los asuntos europeos es en general muy débil», opinó.
«Hay pocas bases para la participación de los romaníes en las estructuras sociales, y existe una enorme falta de conocimiento y de conciencia sobre la cuestión romaní a nivel político, pese a los esfuerzos de la OSCE y del Consejo Europeo», afirmó.
«Un organismo oficial reconocido por las autoridades europeas puede asegurar que la voz de los romaníes sea escuchada», alegó.
Andrzej Mirga, del Proyecto sobre Relaciones Etnicas de la estadounidense Universidad de Princeton, expresó pleno apoyo a la propuesta de Halonen en la reunión de esta semana en Helsinki, y subrayó la importancia de que la iniciativa provenga de un jefe de Estado.
«Los romaníes han esperado esa propuesta durante mucho tiempo. No tenemos peso económico o político, y necesitamos ayuda de un nuevo grupo de presión en Europa», dijo a periodistas en Helsinki el vicepresidente de la Unión Internacional Romaní (UIR), Stanislav Stankevitch.
«Espero que esta iniciativa nos dé la oportunidad de involucrarnos en decisiones sobre nuesro propio destino, pero no soy muy optimista. Hasta ahora, sólo el gobierno del Finlandia se ha interesado en la cuestión», comentó Rudko Kawczynski, del Congreso Nacional Romaní, organización rival de la UIR.
El futuro de la iniciativa de Halonen depende en gran medida del apoyo que le presten los países europeos más poderosos.
El grupo de trabajo formado esta semana por los especialistas del Consejo Europeo realizará consultas con organizaciones y comunidades romaníes de Europa para definir la implementación de la propuesta de Halonen.
Esa difícil tarea incluye definir la integración de la asamblea, la forma en que estarán representadas en ella las comunidades gitanas, y las potestades del organismo, definido en por Halonen como una «asamblea consultiva».
Las estimaciones sobre el número de integrantes de la comunidad gitana europea varían entre ocho y 15 millones de personas, que cuentan con escasos medios de coordinación.
«Las principales instituciones romaníes que actúan en el escenario internacional provienen de las regiones central y oriental de Europa. Es discutible la legitimidad de que reivindiquen la representación de los intereses romaníes en toda Europa», opinó Mirga. (FIN/IPS/tra-eng/mw/mn/mp/hd pr/01