CUBA-CHINA: Un panda por familia

La prevista importación masiva de televisores chinos en Cuba, como ocurrió hace unos 20 años con aparatos soviéticos, parece la señal de una nueva época para el país.

El acuerdo firmado por el gobierno de Fidel Castro con China para la compra de más de un millón de televisores puede convertir en corto plazo la marca ATEC-Panda en única opción para las familias cubanas.

Los televisores de firmas transnacionales como Sony, Phiplips, Sanyo, Daewoo y otras de gran demanda, ya desaparecieron como por ensalmo de la red de tiendas recaudadoras de divisas, la única dedicada a la venta de electrodomésticos.

«Llevaba meses reuniendo dinero para comprarme un televisor, pero ahora que logré tener los 400 dólares me dicen en la tienda que sólo se venderán los chinos. No hay posibilidad de escoger», dijo Carmen Ramos, una ingeniera de 42 años.

En tanto, Ramiro Ceijas, dependiente de uno de los establecimientos estatales, contó que, tras ser informado sobre el próximo retiro de los televisores en venta, «me encargué de avisarle a todos los amigos que querían comprar para que se apuraran».

«Es de esperar una caída de las ventas, pero después se recuperará. La gente no tiene otra opción y no es el tipo de cosa que uno quiera comprar en el mercado negro (paralelo) si te lo vendieran», añadió.

Cuba prevé la compra a China de más de un millón de aparatos, 450.000 de los cuales serán ensamblados en este país, para «que en un futuro no lejano la mayoría de los núcleos familiares puedan disponer de un televisor de calidad», según el diario oficial Granma.

La mayoría de los televisores se venderán en pesos cubanos a trabajadores destacados y también a pensionados, amas de casa y jubilados que no poseen ese electrodoméstico, a un precio de 4.000 pesos cubanos (el dólar se cotiza a 23 pesos).

Los precios son altos para los ingresos en Cuba, donde el salario medio mensual es de unos 250 pesos, pero los compradores podrán recurrir a préstamos bancarios sin intereses.

Alrededor de 20 por ciento de los equipos serán comercializados en las tiendas de venta en dólares, con el fin de recaudar fondos para pagar el crédito concedido por China a Cuba para la adquisición del lote, explicaron las autoridades.

Además de satisfacer las necesidades familiares, los televisores chinos se instalarán en escuelas y otros centros con fines sociales, para que la población pueda tener acceso a los programas de carácter informativo y educacional promovidos por el gobierno.

La estandarización de los receptores «facilitará considerablemente el mantenimiento y reparación de los mismos, cuestión compleja en la actualidad debido a la gran diversidad de marcas existentes», añadió Granma.

La medida recuerda la época de oro en las relaciones entre Cuba y la disuelta Unión Soviética, cuando los televisores procedentes de ese país sustituyeron de la mayoría de los hogares cubanos a los antiguos equipos estadounidenses General Electric.

Cuba se benefició durante décadas del denominado intercambio «mutuamente ventajoso» con la Unión Soviética.

Sin embargo, la desaparición en 1991 de esa potencia, de la cual Cuba tenía una dependencia casi total, derivó en la peor crisis económica que debió afrontar el gobierno de Castro.

Economistas locales sostienen que, aunque China pareciera estar llamada a jugar el papel que alguna vez representó la Unión Soviética para Cuba, Castro no caería de nuevo en la trampa de depender comercialmente de un solo país.

Por su parte, funcionarios chinos han dejado claro que su interés es sólo aumentar los vínculos económicos y que no pretenden para nada convertirse en una especie de «hermano mayor» de la isla de régimen socialista.

En 1998, durante una visita a China de la ministra cubana de Inversión Extranjera y Colaboración Económica, Marta Lomas, ambos países coincidieron en que podían asociarse para hacer inversiones conjuntas en América Latina y el Caribe.

China figura en la actualidad entre los principales socios comerciales de Cuba, con un intercambio que superó los 480 millones de dólares el año pasado y que, según especialistas, tiene potencialidades para seguir creciendo.

De esta manera se recuperó el comercio bilateral, que había bajado de 500 millones en 1990 a 260 millones en 1995 como resultado de la merma de la producción azucarera cubana en la década pasada. En esos años, China le compraba a Cuba más de un millón de toneladas de azúcar anuales.

Ahora, los negocios entre Cuba y China incluyen una empresa mixta farmacéutica en territorio chino, otra firma en La Habana para la construcción de un hotel, la producción compartida de bicicletas y televisores, además de la empresa binacional de telecomunicaciones Gran Caimán.

China provee hoy, con precios buenos y estables, alrededor de 40 por ciento de la materia prima que nutre la industria farmacéutica cubana, que ya produce más de 80 por ciento de los medicamentos utilizados en este país.

También se mantienen programas de cooperación en la piscicultura, la cría de ganado caprino y de patos, para el desarrollo de minihidroelétricas, del biogás y de la energía solar.

El intercambio permanente de visitas de alto nivel incluyó una gira de 10 días del presidente Castro por el país asiático, en 1995, y dos visitas a la isla del presidente chino Jiang Zemin, la última de ellas realizada en abril.

El gobierno chino ve a Cuba «como un receptor ideal de inversiones, pues presenta una mano de obra altamente calificada, disciplinada y eficiente», dijo el día 24 el embajador de Beijing en La habana, Wang Zhiquan. (FIN/IPS/da/dm/if/01

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe