DROGAS-COLOMBIA: Preocupa aumento de consumo de éxtasis

Las autoridades de Colombia aumentaron los planes de prevención y control del uso de éxtasis y otras anfetaminas, cuyo consumo se desplazó de los jóvenes ricos a los de menores recursos, afectando ya a más de un millón de personas.

«El auge de ahora es el éxtasis (metilenedioximetanfetamina), utilizado en un principio sólo por estratos altos de la sociedad, pero que ahora llega a jóvenes de cualquier condición económica pues ya hay mucha oferta de laboratorios nacionales a precios más bajos», dijo a IPS la psicóloga Cristina Monsalve.

La experta de la Unidad Coordinadora de Prevención Integral, de la alcaldía de Bogotá, explicó que el consumo de éxtasis y de otras anfetaminas era casi inexistente en 1996, pues no llegaba a 0,01 por ciento de los 42 millones de colombianos.

Sin embargo, el año pasado se comprobó el aumento de la utilización de este tipo de drogas, alcanzando a 2,5 por ciento de la población, que equivale a un millón de personas.

Las autoridades señalaron que a comienzos de este año se disparó la alarma y se ajustaron las campañas de prevención, luego de millonarios decomisos de pastillas de éxtasis en los sectores exclusivos de diversión en los barrios del norte de Bogotá.

Expertos vinculan el auge del éxtasis con el surgimiento de las «after party», fiestas clandestinas nacidas para eludir la norma impuesta por el actual alcalde de Bogotá, Antanas Mokus, en su primer gobierno entre 1995 y 1997, que prohíbe los espectáculos públicos después de media noche.

En las after party, que comienzan cuando se cierran los sitios de diversión, se combina la música electrónica, los juegos de luces con rayos láser y la «pepa (pastilla) del amor y la felicidad (éxtasis)», explicaron.

En Colombia se comercializan hoy pastillas de éxtasis desde siete hasta 20 dólares. Las más costosas son importadas, mientras que las más baratas son producidas en el país y por lo general presentan un alto grado de impureza.

Monsalve apuntó que «los muchachos están convencidos de que esto es la panacea, que es la droga del amor y de la amistad, y están convencidos que es el narcótico del contacto, pero no lo es».

En los talleres de prevención que dicta esta experta se precisan las diferencias entre el uso indebido y el responsable de drogas. «La gente debe saber que pasa con esta droga, lo seductora que es y los efectos que produce a nivel orgánico y social», comentó.

Es tanta la incidencia de este estupefaciente, que su consumo y sus secuelas fue el asunto central debatido en el seminario sobre urgencias médicas, que se llevó a cabo la semana pasada en Bogotá.

«A los centros de urgencia médica llegan jóvenes intoxicados, que ya tienen alteraciones de conciencia y algunos con sobredosis que conllevan a daños orgánicos o mental, informó el doctor Guillermo León, organizador del seminario.

León añadió que también crece la incidencia de traumas físicos, «pues los jóvenes conducen automóviles en ese estado».

Pero no sólo ha aumentado el consumo del éxtasis. Un estudio realizado el primer semestre de este año por el programa gubernamental Rumbos, que trabaja en la prevención de la drogadicción, reveló que el uso de sustancias psicoactivas se disparó entre los jóvenes.

La investigación, que abarcó a unos 250.000 niños, niñas y jóvenes de entre 10 y 24 años que viven en las principales ciudades del país, concluyó que niños y mujeres consumen a la par de los hombres, mientras la heroína comienza a ganar terreno.

También determinó que el alcohol ocupa el primer lugar entre los estimulantes utilizados por esta franja de la población. La encuesta señaló que 87 por ciento de los alumnos de educación secundaría y 94,6 por ciento de los universitarios han bebido alguna vez.

Además, los estudiantes de las universidades son quienes más utilizan marihuana, cocaína y heroína, minetras que los del área de secundaria muestran tendencias al consumo de éxtasis, otras anfetaminas, heroína, ácidos y hongos.

El informe de Rumbos indicó también que cada día hay mayores registros de niños que inician el consumo antes de los l0 años. Se han presentado incluso casos de intoxicación con sustancias inyectables cono heroína y alcohol etílico.

Los inhalantes, como pegamentos y gasolina, son los preferidos de los niños de la calle.

El consumo de drogas en Colombia es encabezado por la cocaína, de la cual este país es hoy el mayor producto mundial, seguida del bazuco (derivado de los desechos de la producción de cocaína), la marihuana, el éxtasis y en menor proporción la heroína.

El estudio de Rumbos puntualiza que 27.000 jóvenes consumen heroína y la tendencia es al alza. El problema preocupa a las autoridades, pues el nivel de recuperación de la adicción es muy bajo —14 de cada l00 casos— y porque la mayoría de consumidores son personas de 15 a 30 años.

Hasta hace l0 años en Colombia no se registraba el uso de heroína, pero la situación empezó a cambiar a mediados de la década pasada.

Rumbos calcula que el aumento en su utilización esta relacionado con el crecimiento de los cultivos de amapola, materia prima de esta droga clasificada entre las duras.

Cifras oficiales señalan que las plantaciones de amapola llegan a unas 10.000 hectáreas. Sin embargo, la extensión de esos cultivos puede ser mayor, ya que las mediciones se realizan a través de satélite y muchos están camuflados en plantíos de productos tradicionales.

Las autoridades sostienen también que Colombia pasó de ser un actor secundario a uno principal en la producción de heroína en el mundo. Sólo en una semana de julio fueron decomisados 97 kilogramos de heroína, listos para ser enviados a Estados Unidos.

Otro fenómeno que se observa en la actualidad es la merma en el consumo de bazuco, una de las drogas más adictivas y nocivas para el organismo, mientras crece el de marihuana.

«Desde hace unos cuatro años, los universitarios empezaron a reaccionar frente al daño que producía el bazuco y rescataron la marihuana», aseguró Monsalve.

El cambio de consumo se explica también en la disminución del número de lugares donde se vende el bazuco, y su utilización se está reduciendo en la población más pobre.

Mientras, el consumo de cocaína a nivel general ha alcanzado en Colombia el promedio de Europa, de 0,7 por ciento de la población mayor de 15 años, que equivale a unas 300.000 personas en este país.

La clave que manejan los programas de lucha contra la droga en Colombia se enfocan no a reprimir ni a castigar sino a brindar más espacios y oportunidades para los jóvenes.

Una de las tareas principales es la educación y los programas enfocados a dificultar el acceso de niños y jóvenes a sustancias adictivas legales, como alcohol y cigarrillo.

Estas drogas socialmente aceptadas son consideradas un primer peldaño en la escalera que lleva al consumo de la marihuana, el éxtasis y el bazuco, aseveran los expertos.

Para Monsalve, esta campaña contra el alcohol ha dado sus primeras resultados.

«Se ha dado mucha sensibilización. En las fiestas de las escuelas se está pensando cada vez más en cócteles alternativos, hechos de frutas y de hierbas, para reemplazar el licor. Cada vez más se acepta la idea de la rumba sana», añadió.

«Colombia ha sido fuerte en represión antidrogas, pero débil en la prevención del consumo y más débil en el desarrollo alternativo», puntualizó Klauns Nyholm, jefe en Colombia del programa de la Organización de las Naciones Unidas para la fiscalización de las drogas. (FIN/IPS/yf/dm/ip/01

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