La Conferencia Mundial contra el Racismo, que finalizará este viernes en Durban, Sudáfrica, no sólo está marcada por la crispación en torno del sionismo y de la esclavitud: el caso de los pueblos indígenas también fue polémico, desde el comienzo de la negociación de los documentos finales.
La Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia es «una oportunidad para revisar lo que se ha hecho hasta ahora y estudiar nuevas estrategias» para resolver los problemas de los indígenas, dijo la secretaria del encuentro, Mary Robinson.
Pero dirigentes indígenas parecen no compartir su visión. En una carta a Robinson, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la dirigente guatemalteca Rigoberta Menchú advirtió que la conferencia podría omitir las «principales demandas y reivindicaciones» de los pueblos indígenas, lo que sería «una nueva expresión de discriminación y de exclusión».
Los organizadores de la conferencia deben permitir que los indígenas, los africanos y los afro-americanos presenten sus demandas por las injusticias padecidas a manos de los colonialistas, dijo Menchú, premio Nobel de la Paz 1992.
Los nuevos colonialistas del mundo imponen nuevas condiciones de marginación, agravan la desigualdad, aceleran la violación de los recursos naturales y destruyen el ambiente, afirmó.
El proceso preparatorio de la conferencia de Durban estuvo marcado por la polémica acerca de otros asuntos clave, como la xenofobia, la discriminación racial y de género, el caso de las castas en Asia meridional, el tratamiento a refugiados y la explotación de mujeres y niños.
Las cuestiones más controvertidas en la conferencia son el pedido a los antiguos imperios coloniales del pago de reparaciones por su pasado esclavista y la exigencia de reconocer como racista la política israelí en los territorios palestinos.
Estados Unidos se opuso a las dos iniciativas, junto a Alemania, Bélgica, España, Gran Bretaña, Holanda y Portugal en el primer caso, y a Israel en el segundo.
Los delegados estadounidenses e israelíes se retiraron el lunes 3 de la conferencia, en protesta por el calificativo de «estado racista» aplicado a Israel en los borradores de trabajo.
Estados Unidos y las antiguas potencias coloniales también se niegan a pedir perdón por la esclavitud y la explotación colonial, porque temen que una declaración formal de esa clase pueda ser usada para exigir compensaciones ante los tribunales de justicia.
Robinson indicó que debe haber «un reconocimiento colectivo de la terrible explotación y violación de los derechos humanos y los crímenes contra la humanidad en el pasado». «Se vería como un gran mérito la voluntad de hacer una disculpa pública», afirmó.
El borrador del Programa de Acción que surgirá de la conferencia de Durban, de 73 páginas, tiene apenas ocho párrafos referidos a la situación de los pueblos indígenas.
El documento pide al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, que realice la evaluación de la Década Internacional de los Pueblos Indígenas (1995-2004), y que haga recomendaciones al respecto y organice su seguimiento.
La conferencia también instará a los países participantes a proveer los recursos necesarios para el futuro Foro Permanente de la ONU para Asuntos Indígenas.
Además, exhortará a la comunidad internacional a aprobar lo antes posible la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas, cuya redacción está en discusión en un grupo de trabajo de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Asimismo, el borrador del Plan de Acción pide a las instituciones financieras y de desarrollo que revisen el impulso otorgado al proceso de globalización, que estudien cómo sus políticas afectan a los pueblos indígenas y que otorguen prioridad al financiamiento de programas para mejorar la condición de vida de esas poblaciones.
Otra declaración, de 41 páginas, sólo hace una rápida referencia al problema de la tierra, uno de los más importantes en las demandas indígenas.
«Reconocemos la relación especial que los indígenas tienen con la tierra, base de su existencia espiritual, física y cultural, por lo que pedimos a los países que, siempre que sea posible, garanticen (a aquellos) su derecho de propiedad sobre las tierras y sobre los recursos naturales», señala.
Ted Moses, jefe del gran consejo de la comunidad indígena Cree, de Québec, Canadá, afirmó que sus comunidades tienen un papel muy limitado en la ONU.
Los indígenas tuvimos grandes dificultades para participar de las reuniones preparatorias de la conferencia, entrar en el salón de debates fue una dura batalla. Los pueblos indígenas fueron excluidos de esas conversaciones», afirmó.
Además, los intereses de los indígenas fueron «excluidos» de áreas como el desarrollo económico y el mantenimiento de la paz, y esos pueblos no estarán adecuadamente representados en la conferencia de Durban, aseguró Moses. (FIN/TA/tra-en/td/hd/01