El Partido Socialista de Serbia (PSS), ex Liga Comunista Serbia, atraviesa una grave crisis mientras su líder, Slobodan Milosevic, permanece en La Haya bajo custodia del Tribunal Internacional para Crímenes de Guerra.
Milosevic, ex presidente de Yugoslavia, fue extraditado a Holanda el 28 de junio, bajo la acusación de haber cometido en 1999 crímenes de guerra contra personas de origen étnico albanés, en la provincia serbia de Kosovo.
Los comunistas gobernaron Yugoslavia desde 1945, tras derrotar a las tropas de ocupación alemanas en la segunda guerra mundial, hasta que Milosevic fue vencido en los comicios de octubre del año pasado, en los que busca la reelección.
Durante los años 90 se escindieron de Yugoslavia las actuales repúblicas de Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia y Macedonia, en la mayoría de los casos mediante cruentas guerras civiles. Sólo quedaron en la federación Serbia y Montenegro, donde los comunistas siguieron en el gobierno y cambiaron de nombre.
«El PSS vive los peores días de su historia, y es poco probable que sobreviva a los duros golpes que casi lo han sacado del escenario», dijo a IPS el analista político Vladimir Goati.
El PSS organizó varias manifestaciones de protesta contra la extradición de Milosevic, y en ninguna de ellas se reunieron más de 15.000 personas, lo cual muestra un importante descenso de su anterior capacidad de convocatoria.
«No es posible dirigir al partido desde La Haya», añadió Goati en referencia a Milosevic.
«Lo que arruinó al PSS no fue el creciente anticomunismo. La destrucción de la sociedad en los años 90 hizo abrir los ojos a la gente, que luchaba por la subsistencia mientras la inescrupulosa elite gobernante se enriquecía», opinó Dijana Vukomanovic, del Instituto de Estudios Políticos de Belgrado.
Guerras, sanciones económicas de la Organización de las Naciones Unidas y ataques aéreos lanzados en 1999 por la Organización del Tratado del Atlántico Norte destruyeron el prestigio del PSS, basado en anteriores años de prosperidad, al causar pobreza y aislamiento del país que Milosevic atribuía a una «conspiración internacional».
Tras las elecciones de octubre, cientos de colaboradores de Milosevic han sido arrestados bajo cargos de malversación de docenas de millones de dólares de compañías dirigidas por el partido.
La cuenta bancaria del PSS ha permanecido sin fondos durante meses, y una corte serbia dictaminó hace poco que el partido debía devolver a sus legítimos propietarios edificios obtenidos mediante transacciones «ilegales».
Investigaciones revelaron que ninguna oficina del PSS había pagado una factura de servicios telefónicos desde 1990, y que dinero recaudado por las aduanas fue empleado para pagar los gastos de un congreso del partido en febrero de 2000, incluyendo los de más de 1.000 invitados de «países amigos».
Analistas políticos opinan que el partido sólo podría recobrar credibilidad mediante cambios radicales y una clara ruptura con su actual líder.
«El PSS está condenado a desaparecer si no rompe en forma pública y radical con su pasado, y tendrá más probabilidades de reconquistar apoyo si realiza pronto esa ruptura», aseveró Milan Nikolicm director de la organización no gubernamental Centro de Estudios Alternativos, con sede en Belgrado.
En la actualidad, dos facciones del PSS se disputan la supremacía, una de ellas leal a Milosevic y otra conducida por dirigentes jóvenes y pragmáticos que desean tomar distancia del ex presidente.
«Tenemos brillantes planes para el futuro. Todas nuestras actividades procurarán la rehabilitación política y legal de Slobodan Milosevic», afirmó Zivorad Igic, un alto dirigente del partido.
«Estamos aprendiendo a ser oposición. Queremos un PSS moderno, que se transforme en el auténtico partido de la izquierda», señaló en cambio Ivica Dacic, dirigente de Belgrado.
El 18 de julio, el PSS celebró en forma modesta el 11 aniversario de su cambio de nombre, en vez de hacerlo en el lujoso Centro Sava como en años anteriores, cuando Milosevic presidía los festejos. (FIN/IPS/tra-eng/vps/mn/mp/ip/01
