SALUD-KENIA: Viento de esperanza para niños afectados por VIH

Yassin Salim tiene cinco años y medio, está enfermo de sida y lo sabe, pero canta en el centro de asistencia Pepo la Tumaini Jangwani, que en lengua swahili significa «Viento de Esperanza en el Desierto».

El centro cuenta con una escuela y una farmacia, está ubicado en el vasto y semiárido distrito septentrional de Isiolo, y alberga a 79 niños y niñas, junto con 210 adultos. En él se desarrolla el único programa comunitario contra el sida de la región.

Los padres de Salim murieron de sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida hace un año, y el niño ya muestra signos de debilitamiento típicos de la enfermedad, pero su rostro brilla cuando los visitantes le piden que cante junto con otros niños y niñas.

«Quiero mi vida libre de sida. Este mundo de sida me da mucho miedo», dice la canción.

«El espíritu que predomina aquí es el de vivir para ver el día en que el viento de esperanza triunfe sobre el sida. Eso nos mantiene en marcha pese al dolor y la soledad», dijo a IPS Khadija Omar Rama, coordinadora del programa e infectada por el virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH), causante del sida.

El centro alberga a niños y niñas infectados por el VIH o huérfanos debido al sida, y trata de encontrarles hogares adoptivos.

«No tenemos mucho lugar, pero sí mucha esperanza», comentó Rama.

El mayor problema de la institución es brindar alimentación adecuada a los enfermos. La iniciativa recibe apoyo del proyecto de alimentación escolar del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas, pero eso sólo permite brindar a los niños una comida diaria.

El centro implementa en la actualidad un programa de atención domiciliaria, para quienes ya están demasiado débiles para trasladarse hasta sus instalaciones.

«Muchas personas han muerto. La seguridad alimentaria es esquiva en este distrito», señaló Rama.

Amina Abdouba, una viuda infectada por el VIH, está demasiado débil para trabajar y depende de asistencia alimentaria que le llega con escasa frecuencia, por lo cual lleva a sus dos hijos y a tres sobrinos huérfanos a almorzar en la institución.

«Todos somos pobres aquí. No tenemos fuerzas para trabajar la tierra. Cuando llegan donaciones de maíz, todos lo compartimos y vivimos un día más» contó.

Agnes Aliku, amiga de Abdouba y también infectada, relató que su estado de salud se había agravado debido al hambre, y afirmó que habría muerto si el centro no la hubiera rescatado.

Aliku recibe un poco de comida en la institución, apenas lo suficiente para que su organismo esté en condiciones de resistir los medicamentos contra la tuberculosis que necesita.

Las mujeres atendidas en el centro envían a veces a los niños y niñas que cuidan al mercado más cercano, para que mendiguen alimentos, pero es frecuente que vuelvan con las manos vacías.

«Es difícil ir a dormir con el estómago vacío», comentó Aliku.

Isiolo limita con Etiopía y Somalia, y es una escala para conductores de camiones que recorren largas distancias. También es una zona de entrenamiento militar en la cual residen numerosos reclutas del Ejército, a quienes muchos consideran responsables de la propagación del VIH.

Unas 100.000 personas con hábitos nómades forman la población nativa del distrito, y 15 por ciento de ellas están infectadas por el VIH, dijo a IPS el funcionario local John Chege.

Las tradiciones locales determinan que muchas niñas se casen a los 14 años, y que esté prohibido hablar de sexo. Un grave estigma social se asocia con el sida, y muchos afectados por esa enfermedad prefieren morir en silencio a revelar que están infectados, señaló.

«La gente aún se siente insultada si se les habla de usar condones, pero en la actualidad el sida afecta a casi todas las familias del distrito, y comienza a existir conciencia de que es necesario dialogar sobre la enfermedad», apuntó.

Chege afirmó que ha dado alta prioridad al problema del VIH/sida en sus reuniones con líderes locales, pero opinó que «los cambios culturales llevarán mucho tiempo».

Las mujeres son responsables de la mayor parte de la escasa producción de alimentos en la región, y el impacto del sida sobre ellas agrava los problemas debidos a sequías y a disputas por agua y pasturas, a los cuales se suma la acción de ladrones de ganado.

Bandidos armados han ingresado a Pepo la Tumaini Jangwani en varias ocasiones, para robar la comida destinada a infectados y huérfanos.

«El sida es un factor importante de seguridad alimentaria, ya que mata a mujeres y hombres en su edad más productiva», indicó Ernst Lutz, economista del Banco Mundial, quien visitó la región con una delegación de varias agencias de la Organización de las Naciones Unidas.

La visita fue una actividad preparatoria de la conferencia regional del Cuerno de Africa sobre estrategias para la seguridad alimentaria, anunciada en Nairobi para la primera semana de este mes. (FIN/IPS/tra-eng/ja/mn/mp/he dv/01

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