Los líderes del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo deben comprometerse en la reunión que mantendrán del 20 al 22 de este mes a anular los 2,5 billones de dólares de deuda externa que pesan sobre 1.000 millones de personas del mundo en desarrollo, advirtieron activistas.
La deuda de los países pobres será uno de los asuntos más importantes que tratarán en Génova los gobernantes de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.
Un programa conjunto del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) logró aliviar la deuda de algunos de los países considerados pobres y altamente endeudados. Las obligaciones de esas naciones suman poco más de 200.000 millones de dólares, menos de 10 por ciento del total del grupo considerado.
Sin embargo, también esos resultados son insuficientes, dijo a IPS Luca De Fraia, coordinador de Sdebitarsi, la campaña italiana contra la deuda externa que reúne a 60 organizaciones.
De los 41 países pobres altamente endeudados, solo se redujo la deuda de 22. Ese recorte fue de 27 por ciento. Así, esos países continúan pagando a sus acreedores unos 2.000 millones de dólares anuales por servicios de la deuda, más de lo que destinan a la salud, afirmó De Fraia.
Veintiún millones de niños hubieran salvado su vida entre 1998 y 2000 si los países más endeudados hubieran invertido en salud la misma cantidad de dinero destinado a cancelar los servicios de la deuda externa, según previsiones efectuadas en 1997 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Sdebitarsi reclama que el G-8 acuerde la anulación de la deuda externa de los países en desarrollo y el uso de los recursos así recuperados en la creación de fuentes de trabajo en esas naciones, dijo De Fraia.
Esas medidas deben responder a una nueva relación «entre países endeudados y países e instituciones acreedoras, para reequilibrar las relaciones Norte-Sur», agregó.
«Pedimos al gobierno italiano que se empeñe en que los países más ricos, así como el FMI y el Banco Mundial, se comprometan con la completa anulación de la deuda de los países acreedoras», dijo el activista italiano.
La guatemalteca Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, manifestó la necesidad de crear instrumentos internacionales de control sobre el uso de los recursos que quedarán a disposición de los países endeudados una vez que se cancele la deuda.
«Existe el riesgo que gobiernos totalitarios de países pobres continúen robando, viviendo de la corrupción. No está dicho que (esos recursos) sean utilizados para el desarrollo», sostuvo en una columna publicada el domingo en el diario italiano La Repubblica.
El último informe del Banco Mundial señala que los países pobres podrían obtener 200.000 millones de dólares al año si sólo se eliminaran las barreras comerciales y aduaneras que impiden el ingreso de sus productos a los países industrializados.
Si los países ricos elevan su ayuda oficial al desarrollo del actual 0,25 por ciento del producto interno bruto a 0,7 por ciento, meta establecida hace más de 30 años, los países pobres obtendrían otros 100.000 millones de dólares al año, según el cálculo del Banco Mundial.
Desde 1975, los jefes de gobierno de los países más industrializados se reúnen anualmente. La primera reunión se efectuó después de la crisis petrolera, en Rambouillet, Francia, a la que asistieron seis países. Canadá se sumó al grupo en 1976, y Rusia, en 1991.
Los ministros de Hacienda del Grupo de los Siete (el Grupo de los Ocho menos Rusia) se declararon el sábado en Roma de acuerdo para proceder a una próxima reducción de la deuda externa de los países pobres a un nivel sustentable, con el fin de alentar els gastos en salud y en educación.
Los ministros aprobaron, a iniciativa de Italia, la creación de un fondo para la lucha contra el sida en Africa que contará con al menos 1.000 millones de dólares.
La organización no gubernamental internacional Drop the Debt dijo que ese fondo será inútil si no se anula la deuda porque, según sus cálculos, esa cifra que este continente paga en un mes por los intereses.
El papa Juan Pablo II, un defensor de la anulación de la deuda externa de los países en desarrollo, pidió el domingo a los jefes de gobierno del G-8 que escuchen el grito de dolor de los pobres del mundo.
La agenda de la cumbre de Génova incluye el problema de la deuda externa y la lucha contra la pobreza, la brecha tecnológica entre Norte y Sur, el ambiente, la prevención de conflictos y la democratización mundial.
Se prevé que unas 100.000 personas de todo el mundo participarán en Génova de actividades de protesta durante la cumbre.
Unos 15.000 funcionarios de seguridad fueron asignados a garantizar el desarrollo de la reunión de mandatarios, en una zona de Génova a la que solo podrán ingresar personas autorizadas. (FIN/IPS/jp/mj/if dv/01