/BOLETIN-DD HH/ COLOMBIA: Urgente llamado a las FARC

La organización Human Rights Watch (HRW) pidió a las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que dejen de matar civiles, utilizar niños en su lucha y de causar la desaparición de presuntos enemigos, entre otras violaciones de derechos humanos.

La organización de derechos humanos radicada en Nueva York envió una carta de 20 carillas a Manuel Marulanda, líder histórico de las izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), firmada por José Miguel Vivanco, director de la División América de HRW.

En ella exhorta a las FARC a respetar el derecho humanitario internacional.

Vivanco, quien celebró una conferencia de prensa en Washington para difundir el contenido de la carta, sostuvo que las FARC tienen «un terrible historial de abusos».

La actitud de las FARC es cada vez peor, a pesar de que en teoría se comprometieron a respetar los derechos humanos, dijo Vivanco.

El grupo insurgente de izquierda cometió aproximadamente 100 asesinatos a fines de los años 90, pero la cifra aumentó a casi 500 en 2000, precisó.

«Las FARC constantemente hacen declaraciones públicas sobre violaciones a los derechos humanos, sobre todo de aquellas cometidas por otros bandos en la guerra», dijo Vivanco a IPS, en entrevista exclusiva.

«Es evidente que los paramilitares y los agentes del Estado cometen violaciones horribles. Pero la actitud de las FARC no es mejor que las demás», aseguró.

Vivanco agregó que la carta debería recibir especial atención en la Unión Europea, auspiciante de las conversaciones de paz entre las FARC y el gobierno de Andrés Pastrana.

«Europa es todo un actor en esto. No he visto aún suficiente presión procedente de Europa para obligar a las FARC (a mejorar su respeto por los derechos humanos), y creo que tienen un enorme poder para ejercer», agregó.

La carta se dio a conocer en un momento crítico de la guerra civil colombiana. La popularidad de Pastrana ha decaído constantemente desde que inició las conversaciones de paz con las FARC poco después de asumir la presidencia hace tres años.

Los rebeldes no respondieron a varias concesiones del gobierno, como cuando Bogotá entregó a las FARC un territorio del tamaño de Suiza en el centro del país.

El mes pasado finalmente cumplió una promesa de liberar a soldados y policías que había tomado prisioneros, pero analistas de Estados Unidos dudan que esa medida baste para mejorar el rumbo de las negociaciones.

Pastrana pretendía iniciar negociaciones de paz con el segundo grupo insurgente de Colombia, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), pero sus deseos se vieron aplazados por la invasión por parte de fuerzas paramilitares de derecha de una región que el gobierno iba a entregar al ELN.

Las encuestas de opinión revelan la caída del respaldo al proceso de paz, y los críticos de las concesiones de Pastrana lideran la carrera para sucederlo en las elecciones presidenciales de mayo.

La guerra se propagó e intensificó en muchos frentes, sobre todo en el sur cocalero donde las FARC y los paramilitares de derecha luchan por el control, y donde Estados Unidos inyectó más de 1.000 millones de dólares de ayuda militar para que el ejército colombiano erradique las plantaciones de coca e imponga su autoridad.

El gobierno de George W. Bush pidió al Congreso de Estados Unidos que le autorice cientos de millones de dólares más en ayuda para el ejército colombiano el próximo año. La solicitud es debatida esta semana en Washington por la Cámara de Representantes.

Al mismo tiempo, los paramilitares revelan señales de fatiga interna al saberse que el ejército estaría preparado para combatirlos en serio. En el pasado, varios comandantes militares apoyaron a los extremistas de derechos.

HRW y otras organizaciones de derechos humanos culpan a los paramilitares de los peores abusos en la guerra, y Vivanco reiteró el martes que son responsables de la mayor cantidad de masacres en Colombia.

No obstante, la intensificación de la guerra también agravó la violación de los derechos humanos por parte de las FARC, según la carta de Vivanco a Marulanda.

«Hemos hallado que las FARC son responsables de la muerte y secuestro de civiles, la toma de rehenes, el uso de niños combatientes, juicios sin justicia alguna, el tratamiento cruel e inhumano de los combatientes capturados, y el desplazamiento forzoso de civiles», sostiene la carta.

«Continúan usando armas prohibidas, incluso bombas de cilindros de gas que causan la destrucción indiscriminada y terribles lesiones, y atacan a trabajadores y centros de la salud en flagrante violación del derecho internacional y las normas más basicas de respeto por la vida humana», agrega.

La carta, basada en parte en una visita realizada el año pasado por HRW a la zona ocupada por las FARC, criticó especialmente la actitud de esa guerrilla en el territorio en cuestión, afirmando que el grupo secuestró y ejecutó o «desapareció» a varios habitantes sospechosos de apoyar a los paramilitares.

Como Pastrana decidió en febrero respetar el control de las FARC en la zona ocho meses más, «HRW cree que es imperioso que se tomen medidas efectivas para garantizar la protección de los derechos de todos los habitantes de la zona», escribió Vivanco.

«Por lo tanto instamos a las FARC a asumir el compromiso público de permitir inmediatamente un sistema de supervisión independiente nacional e internacional dentro de la zona», agregó.

Según HRW, los comandantes de las FARC insisten que, aunque cumplen con gran parte del derecho humanitario internacional, no todas las normas destinadas a proteger a las poblaciones civiles se aplican a la guerra civil colombiana.

Las FARC, por ejemplo, defienden el uso de tomar rehenes para obtener rescate como única forma de seguir financiando su lucha.

Pero la carta subraya que el derecho humanitario internacional no es «una especie de menú del cual las partes en un conflicto puedan elegir y descartar. Esa opinión no tiene asidero en el derecho internacional».

«Las FARC, y especialmente Manuel Marulanda, tienen un problema», dijo Vivanco a IPS.

«Existe una enorme discrepancia entre su discurso político y su práctica. Esa discrepancia no ha tenido influencia aparente en la conducta de las FARC», sostuvo. (FIN/IPS/tra-en/jl/aq/hd/01

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