/BOLETIN-AMBIENTE/ CAMBIO CLIMATICO: EEUU es el nuevo objetivo de los ecologistas

La incorporación de Estados Unidos al Protocolo de Kyoto es el nuevo objetivo de los ambientalistas, ahora que 178 países acordaron las reglas para aplicar el tratado internacional de reducción de gases invernadero.

Washington, que rechazó el Protocolo de Kyoto luego de que el presidente George W. Bush lo declarara «fatalmente fallido», fue dejado de lado durante las negociaciones en Bonn que este lunes 23 condujeron al acuerdo.

El Protocolo de Kyoto identifica seis gases de efecto invernadero, siendo el principal el dióxido de carbono, responsable de más de 60 por ciento del recalentamiento del clima mundial.

El dióxido de carbono se produce en la atmósfera por la liberación del carbono almacenado en los combustibles fósiles, como petróleo, carbón y gas.

Según los científicos, los gases invernadero atrapan el calor solar en la atmósfera, lo cual modifica el clima y amenaza con derretir los hielos polares, elevar los niveles marinos e inundar las zonas costeras.

«Esto no es el fin del proceso, sino el comienzo de la próxima campaña», dijo Nathalie Eddy, activista de Greenpeace, tras el acuerdo alcanzado el lunes 23.

Alden Meyer, director de relaciones con los gobiernos en la Unión de Científicos Preocupados, dijo que, en Estados Unidos, su grupo dirigirá su «atención a conquistar significativas políticas nacionales para atacar la amenaza del recalentamiento planetario».

Canadá, Europa y Japón indicaron después del acuerdo alcanzado en Bonn que buscarán la ratificación del pacto de Kyoto para el próximo año, o antes.

Al menos 55 países, entre ellos países industrializados que representen 55 por ciento del total de las emisiones de gases invernadero del Norte industrial en 1990, deben ratificarlo para que entre en vigor.

Sin la participación de Estados Unidos, que emite 36 por ciento de los gases contaminantes entre los países ricos, la entrada en vigor ahora depende del apoyo de Japón, que emite más de ocho por ciento.

El Protocolo, que lleva el nombre de la ciudad japonesa donde fue redactado en 1997, pide a los 38 países industrializados que reduzcan, entre 2008-2012, sus emisiones combinadas de gases invernadero a un promedio de 5,2 por ciento inferior a las de 1990.

El acuerdo de la semana pasada suavizó el pacto de 1997, favoreciendo a Japón. Ahora los países industrializados con la mayores emisiones de gases invernadero tendrán mayor flexibilidad para aplicar los recortes pactados.

Por ejemplo, países forestados como Canadá, Japón y Rusia, obtuvieron la concesión de la Unión Europea para poder incluir sus bosques, que absorben el dióxido de carbono, en sus metas de reducción de emisiones.

Los créditos otorgados por sus bosques reducirían el objetivo de emisiones de Japón a dos por ciento por debajo de lo emitido en 1990. De otra manera, la cifra habría ascendido a seis por ciento.

Un gran obstáculo de las negociaciones fue cómo sancionar a los países que no cumplen con sus metas de reducción para 2012. Finalmente prosperó la propuesta europea. En los años siguientes, los países infractores deberán reducir más dióxido de carbono que los demás que sí cumplieron.

Por cada tonelada de gases que un país emita por encima de su cupo, deberá reducir 1,3 toneladas adicionales durante el segundo período de aplicación del Protocolo, que comienza en 2013.

En Bonn también se acordó la creación de dos fondos para ayudar a los países en desarrollo a adaptarse a las consecuencias del cambio climático, a obtener tecnologías limpias y a limitar sus emisiones.

Las negociaciones también cristalizaron las reglas del Mecanismo de Desarrollo Limpio, por el cual los países industrializados podrán recibir créditos para invertir en proyectos ecológicos en el Sur en desarrollo.

Las reglas especifican que la eficacia energética, la energía renovable y los proyectos de «sumideros forestales» serán aplicables por dicho mecanismo.

Las negociaciones también discutieron el sistema internacional de compra y venta de créditos de emisiones entre los países industrializados.

Aunque el pacto alcanzado es más débil de lo que desearían los ambientalistas, muchos dijeron que el Protocolo es un paso adelante para reducir las emisiones de gases contaminantes.

El acuerdo es un «terremoto geopolítico», dijo Jennifer Morgan, directora de la campaña de cambio climático del Fondo Mundial para la Naturaleza.

«En la batalla contra el recalentamiento planetario, este primer y pequeño paso es un salto enorme para la humanidad y para el futuro de nuestro planeta», agregó.

Pero según Greenpeace, las reglas acordadas en Bonn son «vías escapatorias» que permitirán que siga todo igual.

«Si suponemos que Estados Unidos se suma al acuerdo, las emisiones… de los países industrializados aumentarán 0,3 por ciento para 2010 según los niveles de 1990», calculó Malte Meinshousen, activista de Greenpeace.

Si Estados Unidos sigue excluido del Protocolo, entonces las emisiones podrían aumentar 2,5 por ciento para 2010, agregó.

Greenpeace indicó que exigirá mayores recortes a las emisiones para el segundo período de aplicación del Protocolo, a partir de 2013.

Pero otras fuentes ecologistas argumentaron que, aunque el Protocolo se haya debilitado, el anuncio envía el mensaje a las grandes compañías que deben comenzar a invertir en medidas para reducir la contaminación producto del dióxido de carbono.

El acuerdo del lunes 23 podría llevar a las compañías estadounidenses a presionar al gobierno de Bush para que se sume al Protocolo, según Meyer, de la Unión de Científicos Preocupados.

Las compañías estadounidenses no aceptarán «quedar al margen» mientras sus competidores en Europa y Japón se aprovechan de las oportunidades que ofrece el Protocolo de Kyoto para la exportación de tecnologías limpias, dijo.

«Estoy convencido de que Estados Unidos finalmente se sumará al resto del mundo al ratificar y aplicar el tratado de Kyoto», dijo Meyer. (FIN/IPS/tra-en/dk/aa/aq/en/01

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