AMBIENTE: Protocolo de Kyoto cobra nueva fuerza

Estados Unidos deberá ratificar el Protocolo de Kyoto, tras el acuerdo logrado por otros 179 países en la VI sesión de la Conferencia de Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, según altos funcionarios del mundo industrializado.

El día 23, ministros de ambiente y otros funcionarios participantes en la sesión acordaron, sin apoyo estadounidense, modificaciones al Protocolo de Kyoto, firmado a fines de 1997 para reducir la emisión de gases que causan el llamado efecto invernadero.

Esas modificaciones se aprobaron con la intención de salvar el protocolo, luego de que el presidente estadounidense, George W. Bush, anunciara en marzo que su país no lo ratificaría.

Bush arguyó que el acuerdo de Kyoto tenía «defectos insalvables», y que su entrada en vigencia afectaría los intereses de la economía estadounidense.

«Es sólo cuestión de tiempo» que Washington revise aquella decisión, porque «la industria de Estados Unidos verá que sus negocios corren peligro», dijo a IPS el ministro de Ambiente de Holanda, Jan Pronk, quien presidió la reunión.

La presencia de gases invernadero en la atmósfera retiene calor, y ha sido señalada como responsable del cambio climático que provoca perturbación del régimen de lluvias, derretimiento de hielos y elevación del nivel de los mares.

Uno de los principales gases invernadero es el dióxido de carbono, liberado por la combustión de petróleo, carbón y gas.

En Kyoto se acordó hace cuatro años que los países industrializados debían lograr entre 2008 y 2012 una reducción de sus emisiones de gases invernadero a 5,2 por ciento por debajo de los niveles de 1990.

En 1990, Estados Unidos era el mayor responsable de esas emisiones, con 36,1 por ciento del total correspondiente a los países industrializados, mientras la Unión Europea era responsable de 24 por ciento, Rusia de 17,4 por ciento, y Japón de 8,5 por ciento.

La VI Sesión de la Conferencia de Partes, realizada del 16 al 27 de este mes en Bonn, estableció «una nueva situación política, económica y legal», afirmó Pronk.

La sesión fue la continuación de una anterior realizada en noviembre en la ciudad sudoccidental holandesa de La Haya, que debió suspenderse por falta de acuerdo sobre la implementación del protocolo.

El acuerdo de Kyoto entrará en vigencia cuando lo hayan ratificado por lo menos 55 de los países firmantes, entre los cuales figuren naciones responsables de por lo menos 55 por ciento de la emisión total de gases invernadero en 1990.

Eso significa que el protocolo podía entrar en vigencia sin cambios, aunque Estados Unidos no lo raticara, pero Japón anunció que daría prioridad al objetivo de que Washington revise su posición, y eso condujo a la búsqueda de modificaciones del acuerdo de 1997.

Hasta ahora han ratificado el protocolo 37 países, todos ellos en desarrollo salvo Rumania.

«La conferencia de Bonn logró hacer ratificable el protocolo, y eso permitirá que Estados Unidos vuelva a bordo», dijo a IPS el secretario ejecutivo de la Convención Marco, Michael Zammit- Cutajar.

«Quizá sean necesarias nuevas modificaciones, y no puedo asegurar que la decisión sea adoptada por el actual gobierno estadounidense, pero creo que se hizo un gran negocio político», opinó.

«Es obvio que algunos elementos del nuevo acuerdo disminuyen su impacto ambiental positivo», pero eso es mejor que nada, enfatizó, en respuesta a objeciones de la organización no gubernamental ambientalista Greenpeace, que describió el pacto de Bonn como «una versión liviana» del protocolo de Kyoto.

El ministro de Ambiente de Bélgica, Olivier Deleuze, también comentó que en Bonn se comenzó a recorrer el camino para que Washington se reincorpore al acuerdo.

«Necesitábamos que hubiera un barco para que Estados Unidos subiera a bordo. Ahora tenemos un barco, y pienso que negociar con Washington será más fácil», apuntó.

Se prevé que la nueva versión del protocolo, cuyos detalles serán ajustados por especialistas, así como la creación de instituciones que controlarán su implementación, serán aprobadas en la VII Sesión de la Conferencia de Partes, que se realizará en Marruecos del 29 de octubre al 9 de noviembre.

Zammit-Cutajar indicó que uno de los primeros pasos en ese sentido será elegir a los integrantes de la comisión ejecutiva del Mecanismo de Desarrollo Limpio.

Ese mecanismo otorgará cuotas de reducción de emisión de gases invernadera a países industrializados que inviertan en proyectos con tecnología respetuosa del ambiente realizados en el mundo en desarrollo o en naciones con economías en transición.

Tales proyectos podrán incluir la creación de los llamados «vertederos de carbón», o sea áreas forestadas o agrícolas que absorban carbón de la atmósfera mediante el mecanismo natural de fotosíntesis, pero no el empleo de energía nuclear.

Otro procedimiento previsto como alternativa a la reducción de emisiones de las naciones industrializadas es que las mismas compren cuotas de reducción de emisiones a países que sobrepasen las metas fijadas en Kyoto. Sólo Rusia y Ucrania podrán emplear ese mecanismo sin limitaciones.

El acuerdo establece que los procedimientos alternativos serán «suplementarios» a la reducción de las emisiones propias, pero no explica con exactitud el significado de ese término.

Una de las cuestiones más delicadas en la negociación de Bonn fue la cuantificación de los créditos de reducción de emisiones que se otorgarán a cambio de la inversión en «vertederos de carbón».

Australia, Canadá, Japón y Rusia, que suman 70 por ciento de la superficie de países industrializados en los cuales deberá reducirse la emisión de gases invernadero, aspiraban a lograr créditos por la creación de «vertederos» en sus propios territorios, pero la Unión Europea no aceptaba esa propuesta.

El acuerdo alcanzado implica importantes concesiones del bloque europeo, y otorgará a esos cuatro países créditos limitados a cambio de proyectos forestales. Canadá y Japón obtuvieron otras concesiones hasta 2010 como contrapartida de su apoyo al acuerdo.

Hasta ahora no se ha logrado un entendimiento acerca de las sanciones que podrán aplicarse a naciones que no alcancen los objetivos de reducción establecidos en Kyoto.

El «histórico acuerdo político» de Bonn «ayudará a guiar la respuesta internacional al cambio climático durante muchos años», pronosticó Zammit-Cutajar.

Es necesario establecer con rapidez un sistema que permita financiar y controlar diversos fondos para el desarrollo de tecnología limpia en el mundo en desarrollo, enfatizó.

Tras el acuerdo del 23 de julio, los miembros de la Unión Europea y otros países donantes anunciaron en forma conjunta su compromiso de aportar 410 millones de dólares anuales, hasta 2005, para ayudar a naciones en desarrollo a controlar sus emisiones de gases invernadero y a adaptarse al cambio climático.

«En Marruecos debemos acelerar la transición de la fase de negociación a la fase de implementación. Espero que el Protocolo de Kyoto sea una realidad política e institucional el año próximo», cuando se realice en Johannesburgo la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable, dijo Zammit-Cutajar.

Esa cumbre se llevará a cabo del 2 al 11 de septiembre de 2002, para revisar el avance hacia los objetivos establecidos en junio de 1992 durante la llamada Cumbre de la Tierra, realizada en Río de Janeiro. (FIN/IPS/tra-eng/RAJ/JS/MP/EN/01

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