(Arte y Cultura) MUSICA-MARRUECOS: Un puente entre Africa y América

Más de 100.000 espectadores y más de 200 artistas participaron en Marruecos de un maratónico festival de música ritual africana, que cada año busca tender un puente cultural con los descendientes de los esclavos negros llevados a América.

La ciudad de Essaouira fue sede este mes del cuarto Festival Anual Gnawa, llamado por el grupo organizador del espectáculo, A3 Communications, «El trance atlántico», con el objetivo de establecer un diálogo cultural entre Africa y América, en especial con Brasil, que comparte con Marruecos una larga historia de esclavitud.

Más de 200 artistas internacionales y renombrados «maallems», o maestros «gnawa», rindieron tributo a la música ritual africana durante los cuatro días del acontecimiento. El gnawa es un tipo de música ritual creada por los esclavos negros de la época colonial.

En el concierto participaron la Orchestre National de Barbs y Gnawa Diffusion, dos representantes del gnawa en el escenario musical mundial.

Entre los maestros marroquíes estuvieron Mahmoud Guinea, Abdeslam Alikane, Tyour Gnawa y Omar Hayatt, de Essaouira, Brahim Belkani y Kouyou, de Marrakech, Abdeljader Amlil y Majid Bekkas, de Rabat, y Hamida Boussou, de Casablanca.

La mayoría de ellos participaron en eventos internacionales y colaboraron con músicos occidentales, como Led Zeppelin y Peter Gabriel. De la escuela de capoeira brasileña estuvieron Raizes de Rua, Carlos Malta y Pife Muderno, ganador en Estados Unidos del premio Grammy.

La capoeira, una suerte de mezcla de danza y artes marciales, fue creada por los esclavos africanos que trabajaban en las minas y plantaciones coloniales brasileñas, como una expresión de libertad y dignidad.

Otros artistas presentes fueron Hasna el Becharia, de Argelia, que interpreta música tradicional del desierto argelino desde 1972, Ray Lema, de Congo-Brazzaville, Paulo Pondy Niaga, de Camerún, el tecladista Cheik Tidiana Seck, de Malí, y el también argelino Karim Ziad.

También intervinieron el violonchelista Vincent Segal y el baterista Cyril Atef, de Francia, así como el percusionista Daniel Moreno, el trombón Craig Harris, y el baterista y el guitarrista David y Marc Gilmore, de Estados Unidos.

La mayoría de los espectáculos fueron gratuitos. El último concierto, de la popular cantante argelina Che Mami, fue uno de los que contó con mayor asistencia.

El gnawa surgió en Marruecos hace tres siglos y predominó en Essaouira cuando la ciudad fue construida en 1764 por el sultán Sidi Mohammed Ben Abdullah como puente comercial entre Africa y Europa.

Judíos, cristianos y otras comunidades fueron llevados a la ciudad, que pronto se desarrolló como un centro cosmoplita. En este período, los esclavos africanos eran intercambiados por bienes importados de Europa, plumas de avestruz, oro o sal.

Que el festival se realice en Essaouira no es ninguna coincidencia. Situada en la costa del Atlántico del centro marroquí, la bahía de esta «ciudad de los vientos» atrajo a muchos navegantes a lo largo de los siglos.

Al principio se estableció como un puerto comercial pero, con el paso del tiempo, se constituyó en un importante foco artístico. Essaouira, también llamada Mogador, se convirtió en la capital del gnawa.

El gnawa es parte de la vida de esta ciudad de 50.000 habitantes, ubicada entre las tierras de la tribu árabe chiadma y la tribu bereber haha, y caracterizada por una diversidad étnica, religiosa y cultural única. Esta diversidad se reflejó plenamente en el festival de este mes.

El gnawa es considerado un ritual de liberación del cuerpo y de la mente, una actividad casi terapéutica con elementos de la cultura negra e islámica.

El rito de posesión espiritual es el corazón del culto gnawa, que termina con la «lila», la cermonia más importante, en la que el maestro, acompañado de los músicos, dirige el ritual seguido por un grupo de clarividentes. Los participantes se abandonan a la danza hasta caer en trance.

El ritual tiene tres etapas. La primera es la posesión, en la que se ejecutan los tambores «tbol». Luego hay una ceremonia de plegarias en la que se glorifica al profeta Mahoma y se entonan canciones de los acestros gnawa al son de un laúd bajo conocido como «guembri» y castañuelas de metal llamadas «qarqaba».

En la última etapa se invoca a los espíritus, y los seguidores gnawa son poseídos por estos mientras danzan entre ritmos hipnóticos.

El gnawa tiene gran similitud con el vudú de Haití y la macumba de Brasil. Su música y sus letras reflejan el mismo fenómeno histórico: el desarraigo, el exilio, la esclavitud.

Los rituales religiosos no suelen ser exhibidos ante grandes multitudes. Sólo algunos fueron presentados en el festival y abiertos al público en general. (FIN/IPS/tra-en/nc/rp/aq/cr/01

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