SIRIA: Visita de Juan Pablo II contribuye a distensión regional

La visita del papa Juan Pablo II a Siria, de cuatro días y finalizada el martes, fue valorada como una oportunidad histórica para avanzar en Medio Oriente hacia la superación de divisiones por motivos religiosos.

Gobernantes, líderes religiosos y simples ciudadanos se esforzaron por brindar una cálida bienvenida al primer papa que visitó el país, con la intención de contribuir a la reconciliación entre musulmanes y cristianos, y también entre distintas ramas del cristianismo.

Juan Pablo II llegó tras una escala en Grecia, en el marco de una gira que siguió el itinerario de los viajes del apóstol San Pablo tras su conversión al cristianismo en el siglo I, y terminó este miércoles en Malta.

La gira es la número 93 del papa, quien cumplirá 81 años la semana próxima, desde que asumió su cargo en 1978, y comenzó con protestas y estrictas medidas de seguridad en Grecia, donde persisten importantes conflictos históricos entre los católicos y la Iglesia Ortodoxa local.

Por el contrario, Juan Pablo II fue recibido con reiteradas y masivas manifestaciones de júbilo en Siria, donde residen unos dos millones de católicos, en una población total de 17 millones.

El cristianismo fue la religión predominante en el país, al igual que en gran parte del resto de Medio Oriente, antes de las conquistas musulmanas en el siglo VII, y Damasco es una referencia muy importante para los creyentes.

La Biblia afirma que San Pablo se convirtió al cristianismo tras oír la voz de Jesús resucitado cuando se dirigía a esta ciudad, donde peregrinos rezan ante una tumba en la cual creen que está la cabeza de San Juan Bautista, y la tradición sostiene que la madre de Jesús residió y murió en la capital siria.

El año pasado, el papa visitó Egipto, Israel, territorios palestinos y Jordania, en una peregrinación a escenarios de la Biblia que iba a incluir la antigua ciudad de Ur, en la región meridional de Iraq, donde se cree que vivió Abraham, venerado por cristianos, judios y musulmanes.

La escala en Ur fue anulada porque Estados Unidos y Gran Bretaña alegaron que podía ser aprovechada en forma política por el presidente iraquí, Saddam Hussein.

Los momentos más destacados de la estadía de Juan Pablo II en Siria fueron su encuentro el domingo con dirigentes religiosos musulmanes en la mezquita Umayyad, de Damasco, la primera visitada por un papa, y su plegaria por la paz en Medio Oriente en Quneitra, en las alturas del Golán, muy cerca del territorio sirio ocupado por fuerzas israelíes desde 1967.

La pequeña localidad de Quneitra fue ocupada por Israel en junio de 1967, y devuelta a Siria en 1974, en el marco del acuerdo de cese del fuego entre ambos países tras su guerra de 1973, auspiciado por Estados Unidos.

Las fuerzas israelíes arrasaron gran parte de la localidad antes de retirarse, y Siria decidió no restaurarla, para que fuera un «musueo de la destrucción sionista».

«Espero que todos hayan visto que la visita de Su Santidad el Papa tuvo el mayor éxito posible. Nuestros sentimientos en relación con ella son de extremo respeto y aprecio», dijo a IPS el ministro de Información sirio, Adnan Omran.

El director de la emisora estatal de radio y televisión, Fayez Sayegh, quien parecía no haber dormido en varios días, comentó que la visita había demostrado que cristianos y musulmanes irios mantienen una «convivencia sin igual».

«Su Santidad hizo saber al mundo que el cristianismo no es sólo historia en esta región, sino que aún existe y existirá siempre», enfatizó el arzobispo Ghatas Hazeem, patriarca de la Iglesia Ortodoxa Griega en el país.

«La visita del papa fue muy importante para nuestro país, y permitió que él viera con claridad la convivencia de cristianos y musulmanes», opinó Omar Halabi, musulmán y supervisor de una tienda en la cual los empleados desmontaban grandes pantallas y altavoces instalados durante la estadía de Juan Pablo II.

Diplomáticos extranjeros y observadores coincidieron en que pocos viajes del papa han sido tan oportunos como la visita a Siria para transmitir un mensaje de tolerancia religiosa.

Esta visita se llevó a cabo mientras arrecia en Medio Oriente la violencia de «extremistas sectarios de diversas creencias», quienes socavan los intentos de lograr «necesarios acuerdos en varios terrenos», señaló un diplomático que no quiso ser identificado.

Juan Pablo II no es el único que se esfuerza por superar las divisiones por motivos religiosos, ya que también el presidente de Irán, Mohammed Jatami, por ejemplo, ha defendido con elocuencia la necesidad de lograr un «diálogo entre civilizaciones», añadió. (FIN/IPS/tra-eng/gb/aa/cr ip/01

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