El principal objetivo del Mercosur debe ser la creación de una moneda única, según varios delegados que asistieron a la cumbre económica del bloque, y otros pidieron una mayor convergencia macroeconómica. Pero todos coincidieron en la necesidad de definir prioridades en la agenda externa.
«El escenario del Mercosur cambió desde que se aceleró el proceso de integración hemisférica y se fijó enero de 2005 para acordar el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA)», destacó el economista chileno Felipe Larrain en el primer día de la VII Cumbre Económica del Mercosur, realizada entre el lunes y el miércoles en Buenos Aires.
El seminario denominado «Disminuir la desigualdad en la región», que se desarrolló desde el domingo pasado hasta el martes, fue convocado por el Foro Económico Mundial, que desde 1971 reúne cada año en Davos, Suiza, a empresarios, banqueros y líderes políticos mundiales.
El Foro Económico Mundial comenzó en los años 90 a impulsar «pequeño Davos», como el encuentro anual dedicado al Mercosur (Mercado Común del Sur), al que asistieron esta vez los presidentes Fernando de la Rúa, de Argentina, y Jorge Batlle, de Uruguay.
También participaron otros funcionarios del bloque conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y de sus naciones asociadas, Bolivia y Chile, economistas, empresarios, banqueros y delegados de organizaciones no gubernamentales de América Latina, de Estados Unidos y de la Unión Europea (UE).
No obstante, la cita contó con menos asistentes de los esperados, lo cual fue atribuido a la escasa difusión que se realizó, debido a razones de seguridad, y a la crisis que afronta el Mercosur y en especial Argentina.
De la Rúa advirtió en la apertura que el bloque necesita inversiones y mercados, a la par que criticó los subsidios a la agricultura en el Norte industrializado.
«Queremos ampliar nuestras fronteras, queremos la integración en el Mercosur, el ALCA y con la UE, sin perjuicio de otros acuerdos para ampliar el comercio», subrayó.
El Mercosur, creado el 26 de marzo de 1991 y que engloba a más de 200 millones de personas, cumplió los 10 años en medio de una fuerte crisis por la marcha desigual de las economías de los países miembros y por los desafíos que plantea la integración con Estados Unidos.
El panel de la Cumbre, convocado el lunes para debatir sobre el nuevo tiempo y las dificultades que se avecinan para el bloque, coincidió en la necesidad de aplazar el debate sobre una moneda común, continuar avanzando hacia una convergencia macroeconómica, y propiciar las inversiones en infraestructura.
Los participantes en la discusión resaltaron la urgencia de dar mayor impulso al relacionamiento externo del bloque, aunque con algunas condiciones.
La asociación con Bolivia y con Chile ni se mencionó y se impuso el debate sobre la integración con otros bloques, pese a las asimetrías que puedan existir.
El presidente del Banco Central de Brasil, Armiño Fraga, aceptó el reto planteado en el panel sobre la necesidad de contar con una agenda externa «ambiciosa» y acelerar los vínculos con Estados Unidos y con la UE, aunque advirtió que «la apertura debe ser recíproca.
«Estamos a favor de la apertura nuestra y de ellos», precisó Fraga, al precisar la posición del presidente Fernando Henrique Cardoso, más proclive a negociar la creación del ALCA a ritmo lento y con posiciones conjuntas del Mercosur para obtener mayores ventajas de acceso a los mercados norteamericanos.
Por su parte, el economista Larrain sostuvo que el ALCA «es una extraordinaria oportunidad» para el Mercosur, y la prueba de los beneficios de esa integración es México, donde las ventajas superan ampliamente a los costos en su alianza con Estados Unidos y Canadá en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Sin embargo, Larrain, de la chilena Universidad Católica, advirtió que para lograr éxito en esa integración el arancel promedio del Mercosur debería bajar sustancialmente del actual 14 por ciento promedio.
Larrain también indicó que habría que avanzar contra lo que denominó «la industria del dumping» en Estados Unidos, en referencia a la legislación de ese país contra presuntas prácticas de comercio desleal.
El experto detalló diversos casos que muestran que en Estados Unidos es muy fuerte el grupo de presión que empuja medidas proteccionistas sobre productos de países en desarrollo muy competitivos.
Sin un cambio en ese sentido, la integración hemisférica no tendría beneficios para el Mercosur, afirmó.
En tanto, el secretario de Política Económica de Argentina, Federico Sturzenegger, apuntó que «la agenda externa del Mercosur debe ser muy ambiciosa».
«El Mercosur puede ser una herramienta para impulsar el libre comercio en el ALCA y con la UE y, al mismo tiempo, servir de marco para asegurarnos una real apertura de esos mercados».
Sturzenegger consideró que la integración en el ALCA no tendrá el mismo efecto para el bloque sureño que la que tuvo para México el TLCAN.
Los beneficios de una negociación bilateral se diluyen menos que los que se obtienen de un proceso de asociación hemisférico, explicó.
A pesar de esas dificultades, las oportunidades de inversión y acceso a mercados «son gigantes» en el ALCA, si es que se obtiene un verdadero acceso al mercado de América del Norte, sin restricciones.
Además, Sturzenegger aclaró que aún queda mucho por hacer para aumentar el comercio dentro del Mercosur. En este sentido, señaló que en lugar de medir el porcentaje de exportaciones que cada país destina al vecino, se debe considerar que porcentaje de importaciones son satisfechas por cada socio.
Agregó que, si bien Argentina destina hoy 26 por ciento de sus ventas externas a Brasil, sólo equivale a apenas 11 por ciento de lo que Brasil compra en el exterior. Algo similar ocurre a la inversa. (FIN/IPS/mv/dm/if/01
