DESARROLLO: Banco Mundial admite que ajuste no sirve a los pobres

El crecimiento económico registrado en los países en desarrollo mientras implementan programas de ajuste estructural no favorece a los pobres, afirma un estudio del Banco Mundial presentado este fin de semana en la capital de Finlandia.

«El resultado no es nada alentador. No hay evidencias de que los préstamos de ajuste eleven o reduzcan el crecimiento económico», afirmó el investigador Bill Easterly, del Banco Mundial, en una conferencia sobre pobreza celebrada en Helsinki.

«Pero además, durante (la implementación de) esos programas de ajuste el crecimiento es menos favorable a los pobres que en las economías que no los han adoptado», sostuvo Easterly.

Easterly reseñó un estudio relativo a las consecuencias sobre la pobreza y el crecimiento de los programas de ajuste estructural del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

Los resultados del estudio fueron difundidos a pesar de que ambas instituciones financieras internacionales pretenden hacer de la reducción de la pobreza uno de sus principales objetivos. «Esto no es bueno para mis perspectivas de ascenso», bromeó Easterly.

La conferencia de Helsinki —que reunió a investigadores de universidades europeas, economistas y políticos— exhibió más diferencias que coincidencias sobre los caminos para reducir la pobreza que padecen 1.200 millones de personas en el mundo.

No obstante, los gobiernos apoyan el objetivo de la Organización de Naciones Unidas (ONU) de reducir la pobreza a la mitad para 2015.

El eje del debate —organizado por el Instituto Mundial de Investigación Económica y Desarrollo (WIDER), con sede en la capital finlandesa— fue el crecimiento económico como única fórmula para luchar contra la pobreza.

El crecimiento económico fue considerado una precondición para detener la pobreza por la mayoría de los conferencistas, pero hubo diferencias acerca de las políticas de redistribución de ingresos.

«El crecimiento es bueno contra la pobreza. Se ha registrado una importante reducción de la pobreza en los países que participan en el proceso de globalización de la economía», dijo David Dollar, investigador del Banco Mundial.

Según Dollar, crecimiento equivale a globalización, es decir liberalización del comercio y demás reformas de libre mercado.

Para este economista, el argumento de que la globalización produce más pobreza —sostenido por el movimiento contrario a la mundialización de la economía— no se apoya en los hechos.

«Es imposible afirmar que la globalización haya sido mala para los pueblos de China, India, Uganda y Vietnam, por ejemplo», afirmó Dollar.

En Vietnam, la pobreza decayó progresivamente a medida que el país abría su economía. En 1988, 75 por ciento de la población vietnamita era pobre, pero el porcentaje se redujo a 58 en 1993 y a 37 en 1998, sostuvo Dollar.

La idea de que el crecimiento es el principal factor para reducir la pobreza fue cuestionada por John Weeks, de la Universidad de Londres, para quien «los gobiernos deben redistribuir decididamente los ingresos para enfrentar la pobreza».

«Hace veinte años hubiera sonado a lugar común. Pero el hecho de que se haya perdido tanto tiempo discutiendo sobre crecimiento y pobreza es una señal sobre la ideología de los tiempos que corren», sostuvo Weeks.

El experto británico y su equipo de investigadores afirmaron que el crecimiento es un instrumento endeble para terminar con la pobreza y se asienta en la teoría del «goteo vertical» de la riqueza, según la cual los beneficios económicos se vierten gradualmente sobre los estratos más pobres.

Cuando un país logra reducir la pobreza se debe a que cuenta con políticas para hacerlo, sostuvo Weeks.

El crecimiento es «neutral», y por eso la redistribución de los ingresos procedentes del mismo ha probado ser la forma más efectiva de reducir la pobreza en la mayoría de los países, afirmó el economista.

«No existe una relación constante entre crecimiento y cambios en la desigualdad social. Los países que combinaron un rápido crecimiento con una mejor distribución de los ingresos lograron reducir la pobreza más rápidamente», dijo Arne Bigsten, de la Universidad de Gotenburgo, Suecia.

Por otra parte, la investigadora Natascha Weisert, de la Universidad Keil, Alemania, negó que la educación carezca de un efecto mensurable en los ingresos de la población pobre, como había dicho Dollar.

Weisert y sus colegas presentaron los resultados de un estudio que muestra lo contrario. «La educación mejora los ingresos de los pobres no solo indirectamente a través del crecimiento, sino en forma directa al proporcionar condiciones igualitarias para competir», dijo Weisert.

«Las políticas educativas son una de las primeras y mejores estrategias de reducción de pobreza», sostuvo Weisert.

Tony Addison, de WIDER, y Aminur Rahman, de la Universidad de Londres, afirmaron que en más de 20 países en desarrollo los subsidios a la educación secundaria y terciaria superaban ampliamente a los de la educación primaria, lo cual constituye un beneficio adicional para los sectores ricos de la sociedad.

Los esfuerzos por modificar esta relación con el fin de universalizar la educación primaria afrontaron dura resistencia de las clases altas en países con gran desigualdad económica, como Brasil, Guatemala y Sudáfrica.

La firme adopción de políticas destinadas a reducir la pobreza tuvo mejores efectos que la sola implantación de reformas económicas que dejaban de lado a la población pobre. (FIN/IPS/tra- en/mw/mn/dc/mj/dv if/01

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