CULTURA-CHINA: Candidatura olímpica amenaza identidad de Beijing

El gobierno de China impulsa más cambios en Beijing, para convertirla en anfitriona de los Juegos Olímpicos de 2008, y los proyectos en curso podrían borrar los últimos vestigios de la antigua identidad de la capital.

Celebrada en el pasado como centro político y cultural de este gigantesco país, Beijing está en camino a convertirse también en la capital financiera, mediante la adición de una ostentosa área al estilo Wall Street.

Las autoridades esperan que los esfuerzos para convertir a Beijing de una antigua ciudad imperial prohibida en una metrópolis futurista la ayuden a ser la mejor candidata a albergar los Juegos Olímpicos.

Con ese fin, expulsaron a 20.000 familias y demolieron miles de casas viejas para dar lugar a la nueva área financiera, de unas 104 hectáreas, cerca de la segunda calle circular de la ciudad, aprobada por el Consejo de Estado como el centro financiero de la capital en 1993.

El gobierno municipal financió y completó en los últimos ocho años el primer tercio del proyecto. Numerosos rascacielos se elevan ahora donde antes había un laberinto de aceras y casas con patio, en el distrito de Xicheng.

Hasta ahora, unas 300 empresas, entre ellas bancos estatales, compañías de seguros y agencias de bolsa, se establecieron en el área.

La segunda etapa, que incluirá la construcción de edificios de oficinas, hoteles de cinco estrellas y centros de convenciones y exhibiciones, llevará otros cinco años.

«Ante la inminencia de nuestro ingreso a la Organización Mundial del Comercio, el Estado abrirá más la industria financiera al mundo exterior», destacó Cao Zengsen, presidente ejecutivo del gobierno distrital de Xicheng.

«Creemos que la Calle Financiera de Beijing se transformará en un centro administrativo y financiero en lo nacional y en un centro financiero en lo internacional», agregó.

Sin embargo, en su ansiedad por el desarrollo económico, las autoridades chinas podrían estar cometiendo un error de cálculo.

China ya cuenta con dos prósperas metrópolis, Hong Kong y Shangai, donde se concentran las transacciones financieras y comerciales del país.

Beijing no puede representar una amenaza seria para ninguna de ellas, porque los bancos extranjeros tienen prohibido realizar transacciones en moneda local en la capital.

Aunque un puñado de instituciones financieras nacionales se establecieron en la nueva área financiera de la capital, sólo tres bancos extranjeros abrieron oficinas de representación allí.

Aun dentro de la capital, la nueva área financiera enfrenta la competencia del Distrito Comercial Central, en el distrito oriental de Chaoyang, donde están ubicadas la mayor parte de las compañías extranjeras.

Pero los funcionarios de Xicheng rechazaron toda duda sobre el futuro de la Wall Street de Beijing.

«Actualmente, todos los organismos financieros estatales están situados en la nueva área. Si las compañías extranjeras desean hacer dinero, tendrán que instalarse allí, donde estarán sus socios chinos», opinó Liu Jian, vicegobernador del distrito de Xicheng.

¿Pero necesita Beijing dos centros financieros y comerciales rivales entre sí?

«No veo ninguna contradicción en tener más de un centro financiero», replicó Liu Jian. El difunto líder comunista Deng Xiaoping, «el principal arquitecto de nuestras reformas económicas, predijo que las finanzas jugarían un papel muy importante en la modernización de China», añadió.

Pero en esta apresurada carrera para alcanzar la modernidad, las autoridades de la capital podrían dar un paso en falso, como lo hizo antes Mao Zedong, el fundador de la China comunista.

Mao alteró para siempre la esencia de Beijing al decidir que la capital de la República Popular China debía ser no sólo un centro político y cultural, sino también industrial.

Antes del ascenso de los comunistas en 1949, casi no había industrias en la capital, pero 10 años después se erguían en ella 700 fábricas, y 2.000 hornos a explosión arrojaban su hollín al aire. Actualmente hay en Beijing más de 1.000 empresas industriales que emplean a millones de personas.

Además, en 1957, los antiguos muros de la ciudad fueron derribados, con sus torres y almenas.

Desde entonces, se demolieron también la mayoría de los edificios históricos, como templos y mausoleos, y cientos de casas antiguas con patio y veredas estrechas fueron sustituidas por enormes bloques de apartamentos, autopistas y centros de compra.

Paradojalmente, el objetivo de ser el anfitrión de los Juegos Olímpicos de 2008 podría hacer revertir algunas de las políticas de Mao.

Así, más de 700 plantas de industrias pesadas, legado de la era maoísta, serán desalojadas de la capital en los próximos tres a cinco años.

El gobierno municipal también anunció planes para invertir cerca de 12.500 millones de dólares en una gran campaña de limpieza para reducir la contaminación del aire y el agua y plantar árboles en 40 por ciento del área urbana, todo antes de 2007.

Pero grupos ambientalistas sostienen que la destrucción de que fue víctima la ciudad es irreversible.

Si bien la campaña de limpieza puede mejorar la imagen de Beijing para dentro de siete años, será difícil que los eventuales atletas y turistas encuentren en ella un ambiente cultural que represente auténticamente a esta histórica capital. (FIN/IPS/tra- en/ab/js/mlm/cr/01

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